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Los minutos de oro del Alavés

El equipo de Abelardo, segundo en la Liga, ha sumado siete de sus 20 puntos en el tiempo añadido

Jon Rivas
El Alavés celebra un gol contra el Villarreal este sábado.
El Alavés celebra un gol contra el Villarreal este sábado.Ion Alcoba Beitia (©GTRESONLINE)

Nadie se va de Mendizorroza antes de que el árbitro pite el final. Aunque haga frío y se hielen las manos. Sólo una exigua minoría de los 18.000 espectadores que acuden cada partido al campo del Alavés deciden marcharse prematuramente. Mientras la mayoría de los campos se van despoblando en los instantes finales de cada partido y los vomitorios se convierten en autopistas, en el campo del Alavés, los aficionados vitorianos siempre esperan un milagro.

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El equipo de Abelardo está segundo en la clasificación con 20 puntos, pisándole los talones y siguiendo el ritmo del Barça. De esos puntos, siete los ha conseguido más allá del minuto 93, cuando muchos equipos han decidido ya levantar el pie. Para el Alavés no hay minutos de la basura.

“Los partidos acaban cuando pita el árbitro”, es la filosofía de Abelardo Fernández, su entrenador. Con estos goles a última hora, “se demuestra la capacidad del equipo de acabar atacando en el área rival y acabar atacando a equipos como Villarreal y Real Madrid con una plantilla y presupuesto mejor que el nuestro”, asegura el asturiano.

El Alavés sumó los primeros dos puntos en el descuento, ante la atónita mirada de Ronaldo Nazario, que se estrenaba como máximo accionista del Valladolid en el José Zorrilla. Fue en la tercera jornada y en el minuto 93, cuando después de una jugada de Jony, Ibai agarró un disparo que le dio la victoria al Alavés.

En el mismo minuto, una semana después, y en Mendizorroza, un remate de cabeza de Calleri, rescató un punto frente al Getafe, que ya acariciaba la victoria. Tuvo más mérito el testarazo de Manu García en el 95, ante el Real Madrid, para darle al Alavés su primer triunfo frente a los blancos, desde la década de los años treinta del siglo pasado.

El domingo, ante el Villarreal, el equipo de Abelardo repitió la proeza. Esta vez fue Borja Bastón, que apenas medio minuto antes había sustituido a Ibai, el que metió la pierna en el área pequeña para batir a Asenjo y darle los tres puntos a su equipo. Era el primer balón que tocaba. “Me alegro mucho por él, porque no lo ha pasado bien y está entrenando fenomenal”, afirmó Abelardo. “Se ha llevado un varapalo al no verse en el equipo titular, creo. Pero bueno, me he decantado por Calleri y Sobrino”. Pero tenía fe en el delantero, aunque el cambio se produjo en el tiempo añadido: “Veía que estábamos llegando mucho por banda y Borja para eso es un jugador de área de diez”.

Abelardo le ha dado estabilidad y fortaleza un equipo que cogió en la jornada decimocuarta de la temporada pasada, en la que cuatro técnicos pasaron por el banquillo antes que él. El argentino Zubeldia aguantó cuatro partidos antes que le despidiera el consejo de administración que controla Josean Querejeta. Los perdió todos. Javier Cabello, dos partidos al frente, –cero puntos–, fue el recambio provisional antes de la llegada del italiano De Biasi, que en siete jornadas no fue capaz de reconducir al equipo.

Abelardo llegó como último cartucho a un equipo que se tambaleaba. Era último. Se estrenó con victoria ante el Girona a domicilio, y sumó cuatro en sus primeras cinco apariciones en el banquillo. Estabilizó al enfermo, que mejoró ostensiblemente para acabar la Liga 18 puntos por encima del descenso.

El milagro fue Abelardo, que puso un poco de sentido común en el campo, ordenó el equipo y montó un grupo equilibrado para su segunda temporada en el Alavés, que está respondiendo de maravilla. Sin embargo, su primer objetivo es salvar al equipo del descenso. Ya ha hecho la mitad del trabajo: “Es la realidad y tenemos que pelear por la permanencia. Es un comienzo de matrícula de honor de tener 20 puntos de 30 posibles y de los 24 últimos sumar 19. Es difícil hacer todo esto con la igualdad que hay en la Liga”.

El entrenador del Alavés está entusiasmado con la respuesta de sus jugadores y la del público: “Invito a la gente a venir a un campo con un ambiente extraordinario. Gozo por estar en Mendizorroza durante el año que llevo. Me pondría las botas para jugar, aunque estoy más tieso que la mojama. Tenemos una grandísima afición y les tenemos que ofrecer intensidad y que ganemos o perdamos, la gente se vaya contenta cuando el árbitro pite el final”. Pero eso sí, nunca antes del final, porque el Alavés no perdona en los descuentos.

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