Carlos Tévez, solo contra todos
Contra la complicidad de sus colegas, el atacante de Boca celebra la detención de barras bravas en España y critica la final: "Es cosa de tres locos detrás de un escritorio"
Había que verlo, este jueves. La que fuera figura del Corinthians, el Manchester City y la Juventus, se movía con dificultad hasta para caminar la cancha bajo el sol del mediodía en el campo principal de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. No disimulaba una levísima cojera y sus giros habían perdido elasticidad como esos jugadores a los que la potencia se les transforma en peso. Pero a sus 34 años Carlos Tévez sigue siendo el mejor futbolista del Boca que disputará la final de la Libertadores con River en el Bernabéu. El más docto en los laberintos del juego y el más valiente cuando se trata de expresar opiniones que ninguno de sus compañeros se atreve a formular, observados como se sienten por el presidente Angelici —¿vicario del Gobierno de Macri?—, la Conmebol, los barrabravas y toda la folclórica constelación de poderes fácticos que rodea el planeta xeneize.
Tévez cargó contra todo. Recién duchado después de la práctica y con las chanclas puestas, primero acusó a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) de haber construido algo parecido a una farsa.
“Es difícil de enfocarse en este partido”, dijo. “¡Venimos de viaje a Madrid! Yo pensé que era un burro en historia y geografía pero me parece que los organizadores me ganaron. ¿Qué es esto? ¿La Copa Libertadores o la Copa Conquistadores de América? Pónganle el nombre que quieran. Esto es cosa de tres locos detrás de un escritorio. ¡No entienden nada!”.
El hombre se confesó perplejo: “Cuando empezaron a decir que jugaríamos en Madrid, en Doha... pensé... ¡qué locura! Nos sacaron la ilusión. A los jugadores de River les sacaron la ilusión de dar la vuelta en su cancha y a nosotros nos sacaron la ilusión de dar la vuelta en la cancha de River. Que los hinchas sepan que no hemos sido los jugadores los que hemos traído la final aquí. Ha sido la Conmebol la que ha traído a España un partido de la Libertadores sin pensar ni en la gente ni en los jugadores que somos los que nos merecemos jugar la final donde se tiene que jugar”.
Tévez advirtió de que el clima en el vestuario boquense se aproxima a la irrealidad. “Es importante que nos enfoquemos en lo que ocurrirá dentro de la cancha”, dijo. “Para los dos equipos es difícil. Los que tenemos experiencia creemos que hay que hacerle entender al grupo que jugamos una final y que está en juego la Libertadores. Hay que transmitirlo. Porque si no, esto parece un partido de verano”.
Preguntado por la leyenda del escenario el atacante escapó al sentimentalismo. “El Bernabéu”, dijo, “es una cancha hermosa. Muy linda con mucha historia. Pero yo estoy un poco mareado. Es raro. Todo es raro. Es raro jugar una final de Copa en España. No estoy de acuerdo porque los que salimos perdiendo somos los jugadores. Nos quitaron la ilusión”.
El discurso levantisco de Tévez, que se entrenó con el peto de suplente, contrastó con el discurso oficialista de Darío Benedetto, que se entrenó con el peto de titular. “Me siento un privilegiado por poder jugar una final en el Bernabéu”, dijo el nueve que anotó el 2-1 en la ida. “Para cualquier jugador pisar esta cancha es un sueño”.
La sintonía de Benedetto con el poder fáctico alcanzó su punto culminante cuando le interrogaron por Rafael di Zeo. El líder de la barra brava de Boca está actualmente investigado por instigar dos homicidios, pero un juez argentino le ha permitido viajar a España. “Que venga Di Zeo no es un tema de los jugadores”, dijo Benedetto. “Es un hincha y si lo han querido habilitar por algo será. Bienvenido sea porque es un líder histórico de la barra”.
Ejemplar detención
Ante la misma cuestión Tévez puso cara de póquer y señaló la deportación de Maxi Mazzaro. Antiguo compinche de Di Zeo y líder disidente de la barra brava boquense, Mazzaro fue apresado este miércoles en Barajas cuando intentaba entrar a España. “Es un gran ejemplo para que los argentinos sepan que el que quiere puede hacer las cosas bien”, dijo Tévez. “Es importante el mensaje que da la policía acá. España demuestra que si se quiere detener a los barras se puede hacer”.
El culmen de la disonancia entre Tévez y Benedetto fue el presunto entrenamiento de los penaltis, este jueves. Benedetto dijo que Boca había entrenado los penaltis “por si el partido no se resolvía en 120 minutos”. Preguntado por el tema, Tévez se encogió de hombros: “¿Penaltis? ¿Qué penaltis? Yo no entrené penaltis. Yo en el entrenamiento tiré dos: uno lo metí y otro lo fallé”.
El viejo ídolo no se muerde la lengua. Tampoco para asumir su condición de suplente con resignación y sentido táctico. “Uno tiene que saber en qué edad está y en qué situación está”, dijo, cuando le mencionaron que seguramente saldría del banquillo en el Bernabéu. “Obviamente sé que cuando entro en las segundas partes encuentro a los defensores más cansados. Pero mi cuerpo tampoco es el mismo de hace 20 años. Es importante que cada uno sepa qué rol cumple y cómo puede hacer más daño al contrario”.
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