Salzburgo - Leipzig, el derbi de Red Bull
Ambos equipos, cuya participación en los torneos continentales peligró ante la sospecha de la UEFA de que estuvieran controlados por la marca de la bebida energética, se enfrentan en la Europa League
A los pies de los Alpes, casi en la frontera entre Austria y Alemania, se dirime este jueves un asunto de familia del nuevo fútbol. El Salzburgo y el Leipzig se enfrentan en la quinta jornada de la fase de grupos de la Europa League, dos equipos que han desplegado las alas con éxito en la última década enchufados a la potencia económica de Red Bull. Su vinculación con el fabricante de bebida energética es tan profunda que la UEFA tuvo que decidir hace un año y medio si ambos clubes podían competir a la vez en los torneos continentales ante la sospecha de que estuvieran controlados por la marca. Ninguno las tenía todas consigo y se temieron lo peor. Hizo falta ingeniería empresarial para lograr el visado.
Finalmente, el organismo aceptó los cambios estructurales en las dos entidades y dio por bueno que la compañía solo era propietaria del Leipzig y que su relación en el Salzburgo quedaba reducida a patrocinador principal. La suerte hizo el resto este pasado verano y alimentó el morbo emparejándolos en el mismo grupo. Después de la victoria a domicilio en la primera vuelta del conjunto austriaco, ahora el cuadro alemán, el ojito derecho de la familia, se juega en este duelo buena parte de sus opciones de clasificación para la ronda de eliminatorias.
Los detalles ilustran bien los grandes parecidos entre estas dos instituciones, dos hijos del mismo padre. La mayor prueba de consanguineidad ocurrió en un partido de la previa de la Champions en 2016 cuando un jugador del equipo austriaco, Andreas Ulmer, saltó al campo con la camiseta de la escuadra alemana. Son tan similares que terminó el choque con la elástica equivocada sin que nadie diera la voz de alarma. “Yo me enteré al día siguiente en la prensa. No sé quién sería el responsable, como la ropa se hace en el mismo sitio…”, señala Óscar García Junyent, exjugador del Barça, Valencia y Espanyol, y entrenador del Salzburgo entre diciembre de 2015 y junio de 2017, donde ganó dos ligas y dos Copas. Hasta los escudos son casi idénticos -dos toros (símbolo de Red Bull) embistiendo un balón-, aunque el lifting para superar el examen de la Uefa llevó al Salzburgo a eliminar de su divisa en Europa uno de los astados y la marca de bebidas del nombre.
Más allá de la anécdota, el cambio de equipación del equipo austriaco por el alemán ha sido habitual en los últimos años, coincidiendo con la explosión del Leipzig. “En cada mercado de fichajes, siempre había jugadores nuestros que sonaban para irse”, explica el técnico español. “Y en cuanto ellos subieron a la Bundesliga, veían con buenos ojos marcharse porque querían estar en una liga mejor”. En su etapa en el Salzburgo, García Junyent vio cómo cruzaban la frontera el hoy futbolista del Liverpool Naby Keita, Bernardo, Schmitz o Upamecano (a mitad de temporada), entre otros. La apuesta inicial de Red Bull fue el Salzburgo, pero cuando el proyecto germano tomó altura las preferencias cambiaron en las oficinas centrales del fabricante de bebida energética. "La prioridad pasó a ser el Leipzig", asegura el entrenador.
En 2005, la firma entró en el fútbol con la compra del Austria Salzburgo, un histórico en apuros. Los nuevos dueños le cambiaron el nombre (FC Red Bull Salzburgo), el color de la indumentaria (el violeta por el rojo y blanco de la marca) y el escudo (introdujeron los toros), algo que ofendió tanto a algunos aficionados que fundaron otro equipo (SV Austria Salzburg). Sin embargo, los resultados deportivos desde entonces han sido incontestables: nueve ligas de las últimas 12, y camino de las decimotercera. Es la única escuadra invicta en Europa y en su torneo doméstico lleva 12 puntos de ventaja sobre el segundo a un tercio del final.
Un director deportivo para los dos equipos
Pero a la compañía siempre le pareció caza menor el fútbol austriaco y en 2009 entró en Alemania, por el este. Adquirió la plaza en la quinta división del SSV Markranstadt y creó un equipo a su imagen y semejanza: el RasenBallsport (RB, mismas iniciales que Red Bull) Leipzig, con los colores de la empresa y los toros en su escudo. Su ascenso fue meteórico: en siete años alcanzó la Bundesliga y en su primera temporada en la máxima categoría acabó segundo, tras el Bayern. Una aceleración propia de las bondades que promete la bebida oficial del club. Este subcampeonato le clasificó para la Champions, aunque su participación se mantuvo en el aire hasta el último momento. Si el escáner de la UEFA no llega a aprobar a ambos conjuntos, el que se hubiera quedado fuera habría sido el alemán porque el austriaco era campeón de su liga. Tampoco los rectores del proyecto esperaban encontrarse tan pronto con este problema porque nadie imaginaba que el Leipzig llegara tan rápido a la élite.
Casi todo ha ido deprisa en esta apuesta futbolística de Red Bull. Su segundo año en competiciones europeas y primer enfrentamiento frente a frente, como los animales de sus escudos. Ahora las urgencias las tiene el hermano rico, cuyo entrenador, Ralf Rangnick, fue el director deportivo a la vez de ambas entidades, un dato que explica por sí solo el caso. Los germanos son segundos, con seis puntos, empatados con el Celtic y a distancia del Salzburgo, líder del grupo B con 12. Un toque de atención del hermano pobre, que además ya tiene casi asegurado el pase a la próxima Champions como virtual ganador de su torneo doméstico, mientras el Leipzig deberá remar de lo lindo para conseguirlo.
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