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La final de la Copa Libertadores se jugará fuera de Argentina el 8 o el 9 de diciembre

La Conmebol castiga a River, cerca de cuyo estadio se produjo el ataque al autobús de Boca Juniors

El presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, durante una rueda de prensa este martes. En vídeo, cruce de acusaciones entre Boca y River.
Enric González

La final sin fin entre River Plate y Boca Juniors sigue sin desenlace a la vista. La Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol) ha decidido que la vuelta no se dispute en el estadio Monumental de River, sino fuera de Argentina. Pero aún queda mucha tela por cortar. Boca Juniors insiste en reclamar el título de campeón continental por descalificación de River, y asegura que si el Tribunal de Disciplina de la Conmebol no le da la razón, apelará, y si esa apelación tampoco funciona, recurrirá al Tribunal de Arbitraje Deportivo de Lausana (Suiza).

La final de la Copa Libertadores entre los gemelos bonaerenses (tanto River como Boca nacieron en el barrio portuario), enemigos acérrimos, ya ha consumido cuatro jornadas. En la primera, hubo que suspender porque la cancha de Boca Juniors, la Bombonera, quedó anegada por un diluvio. En la segunda se jugó y empataron a dos goles. En la tercera, el partido de vuelta en el Monumental de River se aplazó hasta el día siguiente porque el microbús que transportaba a los jugadores de Boca fue atacado a pedradas y al menos tres futbolistas sufrieron heridas. Al día siguiente, nueva suspensión porque los heridos no estaban recuperados.

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La Conmebol, cuya actuación hasta la fecha ha sido deslumbrantemente torpe, quiso zanjar la crisis con una reunión en su sede de Asunción (Paraguay) con los presidentes de ambos clubes. Tras la reunión, iniciada ayer martes a las 11 de la mañana, el presidente de la máxima autoridad futbolística suramericana, Alejandro Domínguez, anunció que la vuelta de la final se disputaría el fin de semana del 8 y 9 de diciembre en algún estadio fuera de Argentina. Ya había pedido a la policía paraguaya que estudiara un dispositivo de seguridad, con el fin de que se jugara en Asunción, la capital del país.

Domínguez olvidó que ese fin de semana se celebra en Paraguay la festividad de la Virgen de los Milagros de Caaucupé, patrona nacional, con profusión de procesiones y peregrinajes. La policía paraguaya estará muy ocupada. Entonces se sugirió otra posible sede: Miami, en Estados Unidos. Pero el domingo 9 de diciembre se disputa en la ciudad el encuentro de fútbol americano entre los Dolphins y los Patriots. La tercera opción, al parecer, sería Qatar, en la península Arábiga. Determinar una nueva sede fuera de Argentina resulta problemático.

Quizá no sea ese el problema más grave. Boca Juniors se muestra decidido a cobrar venganza por lo ocurrido en 2015, cuando fue descalificado de la Copa Libertadores en octavos de final porque los jugadores contrarios (River, precisamente) sufrieron un ataque con gases lacrimógenos cuando saltaban al césped para disputar el segundo tiempo. El presidente de Boca, Daniel Angelici, afirmó ayer a su regreso a Buenos Aires que no aceptará jugar ningún partido y que River debe ser castigado con la descalificación, aunque el ataque contra el autobús ocurriera fuera del estadio y fuera del perímetro de seguridad, donde la responsabilidad recaía en la policía.

El Mundial de Clubes, en el horizonte

Angelici se escuda en que sus hinchas le reclaman que luche hasta el final por la descalificación de River. De momento, tiene que decidir el Comité de Disciplina de la Conmebol. Parece que sus miembros no atribuyen suficiente peso a los argumentos de Boca Juniors para considerarle vencedor por vía administrativa. Si la decisión del comité de disciplina no le satisface, Angelici dice que apelará y recurrirá incluso al TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo) que Juan Antonio Samaranch, entonces presidente del Comité Internacional Olímpico, instituyó en Suiza en 1984. Veremos.

Al margen del desastre que esto representa para el fútbol argentino y para la policía local (ya ha dimitido el responsable de la seguridad en Buenos Aires, Martín Ocampo, íntimo amigo y colaborador del presidente de Boca Juniors), la polémica no hace sino enconar la animadversión entre las dos aficiones. Y, si se alarga el proceso, el Mundial de Clubes, que se celebrará a partir del 12 de diciembre en Emiratos Árabes Unidos, tendría que disputarse sin representación suramericana.

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