El gol premia a un soñador
Enric Gallego es pichichi de Segunda en su debut como profesional con 32 años tras ser albañil, camionero y repartidor
“Es una persona a la que afortunadamente la vida le está dando ahora lo que su carrera deportiva inmerecidamente no le había podido dar mucho antes”. Quien habla es Manuel Franganillo, presidente del Extremadura, y su sentencia va dirigida a Enric Gallego (Barcelona; 32 años), autor de los cuatro goles de su equipo en la última victoria ante el Reus (1-4). Gallego no es solo el pichichi y futbolista más en forma de Segunda, donde ya ha anotado 13 goles en 14 partidos en su primera temporada como profesional, sino también una de las irrupciones más inesperadas en el fútbol de élite. La suya es una historia de superación, de fe, de amor por el deporte, que ha encontrado por fin, aunque quizás un poco tarde, un final feliz cuando menos lo parecía.
“No ha sido para nada fácil”, asegura Gallego, que llegó a ver cómo su sueño de ser futbolista a tiempo completo se difuminaba por la falta de confianza que le ofrecían los distintos clubes por los que pasó entre los 23 y los 31 años (Espanyol, Badalona, Olot, Cornellà) antes de llegar en el pasado mercado invernal al Extremadura. Atrás, aunque muy presentes en la memoria, quedan los trabajos complementarios y variopintos que tuvo que realizar para llegar a fin de mes y sacar adelante a su mujer y a sus dos hijos, como camionero, repartidor, albañil o como operario en una empresa de climatización. “Soy de las personas que piensan que las cosas te pasan porque te tienen que pasar, porque tienes un destino. Si soy un ejemplo para otros chicos, me quedo muy contento. Siempre he pensado en el día a día”, cuenta Gallego, con dos años más de contrato en el Extremadura. “No sé la cláusula que tengo. Solo miro el presente”, comenta el delantero, cuestionado por la posible aparición de pretendientes tras su actuación en Reus, donde marcó los cuatro goles en apenas 40 minutos, un póquer que nadie había logrado en Segunda desde la temporada 2004-2005. “No me ha llamado ningún club para ficharme, de verdad”, afirma tras completar su segundo atracón de goles en lo que va de temporada, después de endosarle otros tres a domicilio al Rayo Majadahonda en septiembre.
“Es un futbolista completísimo: va bien de cabeza, pelea, es muy rápido, tiene buena zurda, técnicamente es bueno y compite todos y cada uno de los minutos que está en el campo”, le elogia el mandatario. “Los compañeros me decían que me iría mejor en Segunda que en Segunda B”, celebra este espigado atacante de 190 centímetros de estatura, que resultó uno de los traspasos más caros de Segunda B (unos 200.000 euros), tras abandonar el Cornellà, donde a estas alturas de campeonato sumaba 13 dianas (acabaría con 18 en 19 encuentros con seis dobletes y un hat-trick) y que se situaba como máximo goleador del campeonato.
Sus registros no encuentran réplica ni en la máxima categoría del fútbol español, el siguiente objetivo a alcanzar, como tampoco en el resto de las grandes ligas europeas. Sus 13 tantos (de los 21 que suma el Extremadura) son más que los que acreditan hasta el momento Messi y Luis Suárez en LaLiga (8), Agüero (8) en la Premier, Piatek en la Serie A (9) y Mbappé y Sala (11) en la Ligue 1.
Todo a los 32 años. “Yo no pienso en la edad que tengo”, asevera él; “soy una persona que me gusta cuidarme y cada año me encuentro mejor. Lo de la edad para mí no es importante. No veo el final de mi carrera. Seguiré hasta que el cuerpo aguante. Voy a seguir dando guerra. He tenido la suerte de estar en el momento y el lugar adecuados, además de mi trabajo”.
“En el mundo del fútbol hay muchos casos como el suyo, a lo mejor no rompiendo tan tarde. Ojalá vaya a más, se merece que algún equipo de superior categoría o alguno de ligas extranjeras con cierto nivel se fijen en él. Me alegraría porque se lo merecen tanto él como su familia. Tiene una oportunidad de oro para lograrlo”, le desea Franganillo. Nadie podrá decirle que no lo intentó hasta el final.
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