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Una de espías en el Granada CF

El club y la policía descubren cámaras ocultas irregulares en el vestuario local, en el despacho del director general y otras dependencias del estadio y la ciudad deportiva

David Álvarez
Registro policial en el estadio Nuevo Los Cármenes, del Granada CF, con motivo de la operación Líbero, el 31 de enero de 2018.
Registro policial en el estadio Nuevo Los Cármenes, del Granada CF, con motivo de la operación Líbero, el 31 de enero de 2018.Fermín Rodríguez (EL PAÍS)

La espera antes del Granada-Almería del pasado sábado 27 de octubre fue especialmente tensa en las estancias de mando del estadio Nuevo Los Cármenes, donde se sopesó suspender el encuentro. La puerta de una sala sensible apareció forzada y se encontró cortada la conexión de fibra óptica, según una fuente cercana al club que exige anonimato. Cuando se revisó la grabación de las cámaras de seguridad de la zona, las imágenes de ese momento habían desaparecido. Dos días después, el lunes 29, el Granada CF, hoy líder de Segunda, denunció ante la policía judicial que había encontrado una cámara de vigilancia irregular en la sala de control del estadio, oculta en el interior de lo que simulaba ser la caja de un módem.

No ha sido el único dispositivo de grabación inesperado que la policía y el Granada han encontrado estas semanas en despachos y zonas deportivas, que el lunes los diarios locales Ideal y Granada Hoy cifraban en una decena, y por las que han resultado despedidos el director de seguridad y el responsable de informática. La desconfianza se ha instalado en el club, que ha pedido que no se realicen reuniones con las puertas cerradas, ha indicado a los empleados que no realicen comentarios sobre el caso ni siquiera con familiares cercanos y les ha solicitado que den la voz de alarma si notan comportamientos raros de sus teléfonos u ordenadores.

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La semana pasada aparecieron más cámaras en el estadio. Había una en el interior del vestuario local y otra a su entrada, ambas camufladas, en un cuadro eléctrico y en un sensor de movimiento. También se localizó otra escondida en la entrada al vestuario visitante. Y otra en un hall que, también camuflada, estaba dirigida a la puerta del vestuario de los árbitros. Algunas de ellas podían controlarse desde el ordenador del director de seguridad, un policía nacional en segunda actividad, que identificaba este último dispositivo en su panel como “vestuario árbitros”.

Después de estos hallazgos, el club se dirigió por carta al Departamento de Integridad y Seguridad de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), cuyo responsable, Alfredo Lorenzo, viajó a la ciudad andaluza a inspeccionar las instalaciones, de donde la policía ya había retirado los aparatos. La RFEF ha abierto un procedimiento interno, a la espera de los siguientes pasos judiciales y policiales.

Los dispositivos se escondían en falsos módems, cajas de registro de luz y sensores de movimiento

Los barridos realizados por la policía judicial, con la que también han colaborado agentes de la Unidad de Investigación Tecnológica (UIT) desplazados desde Madrid, dieron con más dispositivos fuera del control del circuito oficial en el despacho del director general, Antonio Fernández Monterrubio, también en el estadio, y del gerente deportivo, Fran Sánchez, en la ciudad deportiva. Algunos de estos aparatos captaban sonido, además de imágenes. Según una fuente cercana al club, no descartan que queden dispositivos por localizar. No todos los que se han encontrado se controlaban desde el ordenador del director de seguridad, sino que algunos enviaban los archivos a servidores externos.

“Es un shock”, dice un exempleado del Granada que pide anonimato; “¿Qué buscan? ¿Chantajear a quién?”. Pero sí tiene una teoría, como muchos de los que conocen el club. Empieza enlazando los dos despedidos con la persona que los contrató y bajo cuyo mando trabajaban, Ángel González Segura, director de infraestructuras y operaciones del club hasta su despido el verano pasado.

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González Segura era uno de los últimos vestigios de los anteriores propietarios del Granada, la familia Pozzo, Giampaolo y su hijo Gino, que compraron el club en 2009, cuando estaba en Segunda B. Como presidente colocaron al exfutbolista y agente Quique Pina, detenido el pasado 31 de enero en el marco de la operación Líbero, acusado de blanqueo de capitales procedentes de la compraventa de jugadores. Algunas de las operaciones bajo sospecha corresponden a su etapa en el Granada, que a menudo recibía y movía futbolistas procedentes del Udinese, también propiedad de los Pozzo. Al verano siguiente el Granada todavía tenía, sobre el papel, 56 futbolistas, alguno de los cuales nunca había pisado la ciudad. Aunque sus derechos federativos siempre eran de otro: un fondo, los Pozzo. Llegaron a dar la baja a seis jugadores en un solo día.

En mayo de 2016, los Pozzo le vendieron el club al empresario chino Jian Lizhang, quien según la web del club “fundó la agencia de marketing deportivo Desports en 2008 y comenzó su actividad profesional asesorando al Comité Olímpico de Corea del Norte”. Pero la etapa italiana no había terminado del todo. A las pocas semanas de llegar, los auditores de BDO, contratados por el Consejo Superior de Deportes (CSD), encontraron un virus en el programa de contabilidad del club con capacidad para alterar las cuentas. Tal como desveló Granada Hoy y confirman fuentes del CSD, el código fue introducido de manera remota por un usuario llamado “Italia” desde las oficinas del Udinese.

"Quieren el poder"

Fue el primer contacto de Jiang Lizhang con el espionaje en el Granada, algo de lo que han sospechado ya siempre. Por lo que describen como “ruidos extraños” durante algunas llamadas, por la inestabilidad de los programas de correo electrónico y por las frecuentes filtraciones de datos sobre negociaciones, tanto a la prensa como a algunos actores del mercado. Una fuente cercana al club relata que el día que el verano pasado se disponían a despedir a González Segura, él se adelantó y pidió una baja por acoso laboral.

Tras los hallazgos, un directivo recibió una llamada anónima que amenazaba a su familia

Había mantenido la confianza de los dirigentes durante meses, mientras muchos empleados se quejaban en privado de su proceder. Esta misma fuente recuerda que cuando finalmente lo despidieron, algunos trabajadores acudieron a la planta noble a relatar órdenes irregulares que habían recibido de él, como dejar de regar el césped en lo más caluroso del verano. Uno de los jardineros se colaba alguna noche en el estadio a encender los aspersores. “¿Por qué hacía eso Ángel? Para molestar al director general y señalar luego su mala gestión si la hierba se echaba a perder”, asegura la fuente, que sostiene que su intención era descabalgar a Fernández Monterrubio. “Quieren el poder. Pensaban que eran igual de sinvergüenzas que ellos, que encontrarían algo y podrían contárselo al chino”, dice sobre la cámara escondida en el despacho del director general.

La policía tomó ayer declaración a Ángel González Segura, hermano de Pedro González Segura, también exdirectivo del Granada y ahora en el equipo de Luis Rubiales en la RFEF. Su versión coincidió con la del exresponsable de seguridad, que ha mantenido que todas las cámaras eran conocidas y legales, algo que desmienten tanto los dirigentes del Granada como la propia estrategia utilizada para ocultarlas.

El club despidió a este policía en la reserva mediante un burofax el 8 de noviembre. Ese mismo día un responsable del Granada acumuló más de una decena de llamadas de un número oculto. Cuando descolgó, una voz distorsionada le desgranó detalles de su familia y sus movimientos cotidianos y colgó.

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Sobre la firma

David Álvarez
Sigue la información del Real Madrid y la selección española en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de la sección de Deportes. Ha cubierto los Juegos Olímpicos, el Mundial de fútbol y la Eurocopa. Antes trabajó en ABC, El Español, ADN, Telemadrid, y La Gaceta de los Negocios. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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