_
_
_
_
_

Otro resbalón del Atlético en Leganés

El equipo de Simeone cede un empate en un partido pastoso con la pelota en el que solo en el segundo tiempo entendió cómo romper el orden del equipo de Pellegrino

Simeone, durante el Leganés-Atlético disputado en Butarque.Vídeo: OSCAR DEL POZO (AFP) | VIDEO: ATLAS
Ladislao J. Moñino

Otro resbalón del Atlético. Otro traspiés en un estadio en el que no conoce la victoria desde que el Leganés es equipo de Primera División. No encuentra el equipo de Simeone la manera de asaltar Butarque. Esta vez no se le puede achacar falta de ambición desde la alineación. Si acaso, ese cambio de Thomas por Lemar para cerrar el partido con 0-1. Esta vez no le salió bien ese giro conservador. No supo guardar el Atlético el rédito que le dio la magistral falta convertida por Griezmann a falta de 20 minutos. Entregó el empate en una jugada a balón parado mal defendida, con la defensa en el limbo. Pillada en un centro al segundo palo del que nadie se enteró. Solo Tarín, para tocar la pelota a placer con el interior. Tras rebotar el remate en el travesaño, Carrillo empujó el balón sobre la línea de gol. Para un equipo tan detallista en todo lo que tiene que ver con las jugadas de estrategia, el tanto del Leganés fue una afrenta imperdonable. Si tiene un recurso muy trabajado Pellegrino es el de las jugadas a balón parado y castigó el atroz despiste de los rojiblancos. Una pifia que le puede alejar de la cabeza en un partido que tenía para tratar de alcanzarla.

Más información
Gelson Martins recoge el guante de Simeone ante el Sant Andreu
El Atlético juega, gana y manda ante la Real
La tunda de Dortmund retrata al Atlético

En otras visitas a Leganés, Simeone se blindó y diseñó un equipo para la batalla física. En esta esparció por Butarque un equipo plagado de violinistas y futbolistas desequilibrantes. Rodrigo, Lemar, Correa, Griezmann y Gelson Martins jugaron de inicio. Una alineación moldeada para atacar en un campo incómodo, donde el equipo local no cede ni medio tepe de hierba. Un contrario que exige jugar con precisión a uno o dos toques. No tuvo el Atlético ni lo uno ni lo otro en el primer acto. El número de pérdidas de balón fue grosero en ese pastoso primer periodo. También lo fue el ritmo con el que trató de romper el armazón del Leganés, armado desde una defensa de tres centrales y sostenido por el empaque de Recio y Rubén Pérez.

No supo encontrarle rendijas el Atlético al planteamiento de Pellegrino. Tampoco tuvieron sus jugadores jerarquía ni rebeldía. Ni para acelerar las circulaciones, ahí se embotaron Rodrigo y Saúl, ni para el desborde. Hay veces que en el último tercio del campo el fútbol solo puede ser regate o regate. Ahí estaban Gelson, tan batallador como obtuso, como segunda punta por el centro. También Lemar, Correa y Griezmann. Un póker de regateadores que no se atrevió en el uno contra uno en toda la primera mitad. Tampoco entendieron nunca los jugadores de Simeone que la solución estaba más por fuera que por dentro, por donde Pellegrino apiló a su tropa. Ni Arias ni Filipe pesaron.

La propia incapacidad rojiblanca para descifrar al Leganés generó la crecida de este. No generó muchas ocasiones, pero tampoco las concedió y le dio para irse al vestuario con la sensación de haber sido mejor. Dejó un par de libres directos peliagudos de Óscar y un cabezazo de Siovas como rastro de tener el duelo mejor controlado.

Que el partido requería una mayor velocidad de pelota era tan palmario que por ahí comenzó a corregirse el Atlético tras el descanso. Rodrigo fue más Rodrigo, más limpio y ágil en la salida. Apareció más agresivo Griezmann para recibir en la mediapunta y activar a Correa, Lemar y Gelson. También a Vitolo cuando reemplazó al argentino. Fue el portugués, por fin un dribbling a la carrera, el que provocó la falta del gol de Griezmann. Un buen golpeo por encima de una barrera que tapó la visión a Cuéllar. El tanto propició ese paisaje que tanto le gusta a Simeone: 0-1 en el marcador y poco menos de 20 minutos por jugarse. Así que aplicó su libreto más habitual en esta tesitura. Sentó a Lemar y metió a Thomas para encementar el medio del campo. Sucedió que el muro se cayó por donde menos se espera. Un despiste de equipo juvenil en esa falta que primero conectó Tarín libre en el segundo palo y después machacó Carrillo. Griezmann tuvo el 1-2 en el último minuto. Pero falló lo que no puede fallar un jugador de su estatus. Le falló todo en un remate franco. El temple y hasta la posición del cuerpo para el golpe. Una jugada para marcar diferencias que no culminó y que las puede abrir en la tabla dependiendo de lo que suceda en Vallecas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_