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Rafinha también juega

El hispano-brasileño, que fue cedido al Inter en el invierno pasado, ocupa el lugar de Messi y se reivindica con el primer gol

Jordi Quixano
Rafinha, en un momento del partido ante el Inter.
Rafinha, en un momento del partido ante el Inter.JOSEP LAGO (AFP)

En un ejercicio tan estéril como entretenido, durante estos días se discutía en cualquier corrillo, foro de debate o cháchara de bar sobre quién reemplazaría a Messi en el once titular, ahora que anda con el brazo en cabestrillo. Muchos se posicionaron por Dembélé y erraron el tiro porque el francés ya no cuenta casi para Valverde, consciente de que el equipo, tan definida su propuesta como su fútbol, no permite un verso libre; otros sugirieron a Sergi Roberto de extremo para dotar de profundidad al equipo y ofrecer trabajo en defensa, pero el canterano se quedó en la retaguardia para disgusto de Semedo; y los menos, los que atinaron, escogieron a Rafinha, que sumaba 111 minutos en la temporada, futbolista casi de adorno hasta la fecha que, una vez más, expresó que tiene fútbol para estar en el Barça. “Sabíamos lo que nos podía aportar porque se mueve muy bien entre las líneas, es generoso en el esfuerzo y mete el pie. Esto le dará confianza”, explicó Valverde. “Después de un tiempo sin jugar, me siento feliz por la titularidad, por los minutos, por sentirme bien y con motivación”, replicó el jugador tras un encuentro que definió con el primer gol.

No parecía que Rafinha fuera a comenzar el curso en el Barça, en un principio descartado por Valverde y con pie y medio en el Inter después de una exitosa cesión de seis meses en el curso anterior, solicitada por el jugador porque su ambición (insatisfecha) era ir con Brasil al Mundial. “Nos dijeron que no lo iban a comprar porque no podían afrontar los 35 millones que estipulamos en su día”, explican desde el área deportiva del Barça, al tiempo que insisten en que no era una obligación contractual como se dijo y publicó. “Es un jugador fuerte que nosotros no pudimos fichar en ese momento. Ha hecho el gol y me ha dado gusto verlo en el campo; estoy seguro que echará una mano al Barça”, convino Spalletti, que le dio un gran abrazo al acabar el encuentro. “Todo cambió en pretemporada”, interceden desde los despachos de la ciudad deportiva; “porque se fue a Italia como un chico y volvió como un hombre, con mucha más determinación”. Así lo comprobó Valverde, que después de los tres primeros partidos en Estados Unidos le comunicó a la secretaría técnica que le valía, que por primera vez le había visto con continuidad –en el ejercicio anterior se lesionó de los ligamentos y solo disputó 15 minutos en un duelo copero ante el Espanyol- y que encontrar un jugador como él en el mercado costaría muchos millones.

Sucedió, sin embargo, que cuando comenzó la competición Valverde no le dio la oportunidad que reclamó su fútbol y se decantó por Dembélé para regocijo de la directiva, porque se sabe que es el segundo fichaje más caro en la historia del club tras Coutinho. Pero Dembélé, aunque con quiebros de mago y zapatazos de ensueño, no mezcla con el resto, más individualista que asociativo. Justo lo contrario a Arthur, que se ganó un puesto en la medular y envió a Coutinho a la delantera en detrimento del francés. Y, sin Messi sobre el tapete, Rafinha tuvo y aprovechó su oportunidad.

No se reservó el hispano-brasileño en la excelente presión conjunta y con el balón entre los pies se entendió con todos los jugadores que orbitaban a su alrededor. Como en esas dos ocasiones que recibió de Coutinho y soltó disparos mordidos y tibios, fáciles para Handanovic. Pero a la tercera, después de combinar con Luis Suárez, pisó área y atendió al centro del 9 para poner el interior de la bota y batir al portero. Fue su primer gol desde el 26 de febrero de 2017, entonces a las órdenes de Luis Enrique. Omitió Rafinha, en cualquier caso, el festejo. “Me hubiera encantado seguir en el Inter”, dijo en su día, cuando veía negro su futuro de azulgrana. Aunque desde anoche, aplaudido por la afición cuando fue reemplazado por Semedo, puede que ya no lo tenga tan claro como tampoco lo debe tener Valverde, que tiene a la vuelta de la esquina el Clásico y seguirá sin poder contar con Messi. Puede que en esta ocasión, las apuestas para el reemplazo del 10 se inclinen hacia Rafinha. Él lo tiene claro: “Tenemos confianza y como siempre iremos a por todo”.

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