Simeone, el entrenador-hincha
El técnico del Atlético, que dirigió el partido y la escenografía de su afición, desliza que este curso tiene un plantel para competir por todo
Desde hace un par de jornadas, la parafernalia de los momentos previos a los partidos del Atlético en casa presenta una novedad. Los videomarcadores ofrecen un resumen de las palabras de Simeone en la rueda de prensa del día antes. Su voz retumba mesiánica una hora antes del inicio del juego. A esa distancia temporal del comienzo solo unos pocos centenares de aficionados ocupan sus asientos. Los responsables de comunicación explican que es una cuestión de introducir contenidos en un espacio patrocinado y que no hay ninguna intención de convertir la reproducción de las palabras de su entrenador en un acto evangelizador para la parroquia. Que no se reproduzcan sus mensajes con las gradas pobladas da por buena la versión del club. Esta vez el mensaje escogido fue fácil. Simeone había repetido en dos ocasiones el día anterior que el crecimiento del Betis se había producido por su mejora defensiva. Ese fue uno de los cortes que se reprodujo. “Setién es un entrenador con una idea muy clara y lo transmite. Cuando mejores jugadores tiene, mejor lo hace. Está creciendo en futbolistas y su idea lo nota, juegan muy bien. Pero crecieron defensivamente y, como consecuencia, van a más”, reflexionó el entrenador rojiblanco. Minutos antes, Setién había rebatido a Simeone: “Hemos mejorado defensivamente, pero ha sido como consecuencia de tener mejor el balón que el año pasado. Cuando tú tienes 80 minutos el balón es difícil que el rival te haga gol”. Se palpa cierto pique entre ambos. “Yo me llevo bien con Simeone, no tengo ningún problema con él”. Lo cierto, es que terminado el partido, Simeone enfiló corriendo y entusiasmado las escalerillas del vestuario y no se despidió de su colega.
Más que las palabras, durante un partido, Simeone hace buena la figura del entrenador-hincha. Ante el Betis fue uno de esos días en los que El Cholo dirige tanto a sus futbolistas como la coreografía de las gradas. Lo mismo ordenaba esa presión ambiciosa y adelantada que reclamaba de la hinchada más decibelios. O le recordaba, señalándose la muñeca, que el partido no había terminado y debían seguir empujando. Para entonces, Correa ya había marcado, y corrió extasiado a abrazarse con Germán Burgos. “Yo creo”, deslizó un Simeone que parecía reprimir su euforia interior, “que los entrenadores somos importantes porque somos los que más conocemos a nuestros futbolistas, mejor que cualquiera que viene al campo. Empezamos con Lemar porque nos puede dar juego. Pero tener a Correa en el banco nos daba una posibilidad de revulsivo y jugar con espacios con el partido avanzado. Por eso entró por Kalinic, pensando en ganar el partido con un paso adelante”. “Los partidos duran 90 minutos”, prosiguió Simeone en su análisis, “no soy de mantener un sistema estable todo el partido. Ellos estaban frescos y cómodos en el primer tiempo. Todo el desgaste que se hizo en el primer tiempo nos generó tener mejores situaciones en el segundo”.
Simeone dejó un último mensaje en el que deslizó que ahora sí tiene un plantel capaz de competir por todo: “Los equipos que pelean arriba son más fuertes por los recambios de calidad que entran. Cuando tú tienes jugadores como Thomas, Correa, Arias... entrando desde el banquillo es una ventaja. Solo faltan que se acaben de meter el propio Arias y Gelson”.
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