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Champions League - Grupo g - jornada 1Así fue
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Isco, último engranaje del Madrid de Lopetegui

El mediapunta, que reemplazó a Asensio frente a la Roma, encaja como falso extremo y sigue sumando valores al funcionamiento colectivo del equipo

Diego Torres
Isco remata a puerta contra la Roma.
Isco remata a puerta contra la Roma.PAUL HANNA (REUTERS)

Luis Enrique asistió al Madrid-Roma sentado en el palco del Bernabéu, este miércoles. Allí el seleccionador comprobó que Isco Alarcón sigue migrando hacia la posición de falso extremo por la izquierda, como esos animales salvajes a los que el avance del suelo urbanizable ha ido empujando a lugares más recónditos.

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Enchufados los porteros en una rotación que parecen asumir con ánimo competitivo; definida la primera opción de la defensa con Carvajal, Varane, Ramos y Marcelo; y cada vez más asentado el mediocampo alrededor de Casemiro, Kroos y Modric; quedaba por determinar la inserción de Isco en un tridente de ataque que la política deportiva trazada por el club prefiguró desde hace meses: Bale, Benzema y Asensio no ofrecían apenas fisuras. Al sexto partido oficial de la temporada, Julen Lopetegui quitó a Asensio y encontró el hueco.

Isco no fue el jugador más brillante frente a la Roma pero se convirtió en el último engranaje que se suma a la maquinaria del nuevo Madrid. Las estadísticas le convalidaron como a uno de los hombres más desequilibrantes: el que más ocasiones generó (5) y el que más veces tiró a puerta (3). Su gol de falta abrió el marcador y desahogó al Madrid camino de la goleada (3-0), consagrándole como el tirador más preciso desde el borde del área. En 2018 metió dos de los cuatro tiros libres directos que lanzó. El promedio no tiene par en la plantilla. Sus piernas combadas de genu varo son un instrumento infalible para dar efecto de spin a la bola y superar las barreras más pegadas a la portería.

“Ahí se me dan bien”, dijo, sobre la falta. “Me la han hecho a mí y Ramos me la ha dejado tirar. Estoy muy contento por el buen juego; incluso pudimos meter algún gol más. Estamos en el camino y podemos mejorar. Tenemos que controlar más los partidos para que no sean de ida y vuelta”.

Decía Carlo Ancelotti que el problema más evidente de Isco era su encaje táctico. Como le faltaba fondo aeróbico suficiente para ser un mediocampista capaz de dar continuidad al juego de defensa y ataque, no podía colocarle como volante; y puesto que tampoco tenía desborde ni potencia, tampoco podía ser un extremo puro; de modo que solo cabía situarle como media punta, solución que obligaba a superar el 4-3-3 y confeccionar un 4-2-3-1 ad hoc. Así jugaría por detrás del punta, donde su habilidad en espacios reducidos aprovecharía más al equipo. Ancelotti se planteaba entonces la gran cuestión: ¿es tan bueno Isco como para forzar a todo el Madrid a girar a su alrededor? Ancelotti, como Zidane, optaron por hacer que el equipo gire alrededor de Cristiano.

Lopetegui resolvió el dilema durante su etapa al frente de España, cuando se inventó para Isco la función de falso extremo. Le hacía partir desde la banda para moverse entre líneas, siempre en posiciones muy avanzadas, persuadiéndole de que debía esperar a que le llegara la pelota en lugar de bajar a buscarla. En el Madrid aquella solución choca con un obstáculo: para ponerla en práctica Lopetegui tiene que sentar a Bale, Benzema o Asensio, jugadores que gozan de una posición estratégica privilegiada en el plan de la directiva.

En su intento por mantener al tridente principal, Lopetegui comenzó a experimentar con Isco como volante en la Supercopa de Europa. Allí lo situó en un 4-3-3. Exactamente con la función que había desempeñado el día de la eliminación del Mundial de Rusia, en el peor partido de España en la última década. Contra el Atlético, Isco siguió sin encajar. Pero Lopetegui insistió. Primero contra el Getafe (le cambió por Casemiro en el minuto 57) y después en Girona. En Montilivi, el entrenador movió las piezas en la dirección que hace cuatro años había vislumbrado Ancelotti como única salida: el 4-2-3-1. Pero la cosa tampoco acabó de rodar, porque Bale y Asensio se comportaron más como delanteros que como extremos y el equipo estuvo fracturado durante media hora.

Isco perdió la titularidad. Contra el Leganés y el Athletic fue el jugador número doce. En San Mamés entró en la segunda mitad y metió el gol del empate definitivo (1-1) después de comportarse más como atacante que como interior. Contra la Roma, Lopetegui sentó a Asensio y devolvió al malagueño a su posición orillada de falso extremo. Aunque no tardó en bajar a pedir la pelota al medio, en donde se superpuso con Kroos, e incluso a la línea de zagueros, en donde frenó la circulación del balón, Isco acabó por ser determinante cuando se metió entre líneas.

Cuando le preguntaron por el partido de Isco, Lopetegui vino a decir que lleva cuatro meses adiestrando a los chicos para que consigan armonizar en un esquema colectivo sin apagarse como individuos. “Trabajamos”, dijo, “para que los jugadores estén en un contexto de gran rendimiento y puedan sacar brillo a todas sus intervenciones”.

Su hábitat natural, en los confines del campo, allí donde los defensas aprietan más, es el que menos quiere frecuentar Isco. Pero frente a rivales fuertes su única salida pasará por disputarle el puesto a Bale, Benzema y Asensio.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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