Vinicius Júnior, 45 millones de euros en Segunda División B
El brasileño de 18 años, el fichaje más caro del Madrid este verano, tiene un discreto debú con el filial en los que han sido sus primeros minutos oficiales de blanco
Hasta última hora ocultó el Real Madrid dónde jugaría Vinicius Júnior este fin de semana. Julen Lopetegui confirmó el sábado que el brasileño alternaría con el Castilla de Santiago Solari cuando él no le requiriese, pero no dijo si se lo llevaría o no a Girona. La ausencia de convocatorias mantuvo la incógnita hasta que a primera hora de la mañana del domingo el club publicó la lista del vasco y no había ni rastro de Vinicius, relegado al filial. Fichado por 45 millones de euros y con la etiqueta de ser el mayor prodigio de Brasil, los primeros minutos oficiales del atacante con la camiseta del Madrid no iban a ser en el Santiago Bernabéu, sino en el Estadio Alfredo Di Stéfano y en Segunda División B, la tercera categoría del fútbol español. Su presentación en el triunfo del Castilla ante Las Palmas B (2-0) fue, como mínimo, discreta. Perdido y ausente, un disparo a puerta y un caño de tacón completaron su repertorio en 73 minutos en los que se mostró tan dispuesto como errático en alguna ocasión.
El inicio fue alentador. Recibió la pelota a los pocos segundos y desde la frontal generó la primera acción de ataque con un golpeo muy centrado. El público respondió con aplausos y murmullos. Pero mientras las expectativas subían, la participación y el acierto de Vinicius iban en sentido contrario. No remató más. Desconectado del juego, presionó con insistencia, buscó espacios a la espalda de la zaga rival e intentó unas cuantas virguerías con las que satisfacer a a la parroquia y reivindicar su condición. Tras varios fallos, atinó en un caño de tacón y de espaldas para zafarse de dos contrarios. Solari le restó presión tras el partido. "No se trata de lo que Vinicius pueda darnos, es al revés, se trata de lo que el Castilla pueda darle a Vinicius para que él mejore y se adapte. Hay que arroparlo para generarle las mejores condiciones. Tiene 18 años y necesita tiempo", le protegió el argentino: "Queremos que pueda desarrollar su potencial lo antes posible y le ayudaremos para ello".
El muchacho se incorporó el sábado por la noche a la concentración del Castilla, se presentó a sus nuevos compañeros y entrenador, intimó algo con ellos durante la cena y a las 12.00 de ayer, con el 11 a la espalda, saltó al verde de Valdebebas. No había completado ningún entrenamiento con el grupo y solo conocía a ocho de la gira de pretemporada. Su debú sería la primera toma de contacto con el plantel de Solari.
La expectación era grande, a la altura de un fichaje de su talla, multimillonario y a priori el más ilusionante de este verano en Chamartín. El nombre del brasileño sonó el último por la megafonía. El millar de socios que se acercaron a la ciudad deportiva le recibieron con alboroto mientras él se pegaba al costado izquierdo del ataque. Desconocido para todos, el chico parecía desnortado, confundido en un escenario y una situación totalmente extraña e imprevista para él. Después de dejar destellos de quilates en los amistosos veraniegos, la decisión de Lopetegui de dejarle sin minutos en la Supercopa y en el estreno liguero frente al Getafe generó ruido. La realidad es que el vasco no está convencido de que tenga ya el nivel para jugar en la élite, opinión contraria a la de algunos dirigentes del club, que desde su presentación aseguraban que formaría parte de la primera plantilla.
Su situación actual es desconcertante, a caballo entre Primera y Segunda B, una categoría compleja para jóvenes de su perfil, y junto a un grupo y un técnico con los que apenas ha mantenido contacto antes de un estreno forzado e inesperado para Vinicius e impropio para un fichaje de 45 millones de euros.
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