La feliz pena de Sergi Roberto
El futbolista, que suma dos cursos de lateral, dirige al Barça en los primeros duelos de pretemporada y se reivindica como medio
Hace tres veranos, Sergi Roberto llamó a Luis Enrique para pedirle que le dejara salir si iba a continuar sin tener minutos como en los cursos anteriores. “Me dijo que Alves podía marcharse y que su intención era valorarme de lateral. Pensé que estaba un poco loco…, pero le respondí que, si era para jugar, no había problema aunque no conociera la posición”, desveló Sergi Roberto. Pero sí que la conocía un poco porque ya le cubrió las espaldas al lateral una temporada antes, cuando se lesionó como también le sucedió a Douglas, y Aleix Vidal no podía jugar por la sanción FIFA impuesta al club por el traspaso irregular de menores. Para su gloria y también en parte para su desdicha porque siempre quiso ser centrocampista, se atornilló en el puesto y ya nadie le ha sacado, ni siquiera un especialista como Semedo. Nada cambió con la llegada al banquillo de Valverde… Hasta, quizá, estos días.
Con Busquets en Barcelona porque se reincorporó más tarde tras disputar el Mundial y con André Gomes lesionado —también Aleñá y Denis Suárez—, el técnico ha optado por poner a Sergi Roberto de mediocentro frente al Tottenham y la pasada madrugada ante la Roma (2-4), que se llevó el duelo en el segundo tiempo con la rueda de cambios de los juveniles azulgrana, aunque en la primera parte fue un baile del equipo dirigido por Sergi Roberto, que actuó de capitán ante las ausencias de Messi y Busquets. También hizo de timón porque no hubo un ataque que no pasara por sus botas del mismo modo que lanzó con éxito las líneas hacia delante en la presión, como en el primer gol azulgrana de Rafinha, provocado tras un hurto y pase suyo. “Es tan fiable que pongas donde lo pongas lo hace bien”, argumentan desde el vestuario, poco sorprendidos por el rendimiento de un futbolista que hace dos años juega pegado a la línea de cal; “es muy bueno”.
Con ciertos problemas para medirse con los extremos veloces y habilidosos —los dos que más problemas le dieron, dice, son Draxler (PSG) y Vitolo (Atlético)—, Sergi compensa el apuro defensivo con constancia, siempre bien posicionado y con la carrera por el costado como seña de identidad. “He mamado esta filosofía desde hace 10 años; sé muy bien cómo funciona todo y siempre me he fijado en todas las posiciones para aprender”, cuenta; “y he tenido suerte con mis condiciones físicas porque hay que correr mucho de arriba abajo, además de tener cierto dominio del balón”. Por eso desde el área deportiva buscan a un medio porque entienden que con Semedo y Sergi Roberto tienen más que cubierta la posición del lateral. “Eso no quita que Valverde pueda usarle en medio”, remarcan; “porque se ha convertido en el comodín perfecto que pronuncia la competitividad en el equipo”. Tanto, que se ganó su renovación en la campaña anterior hasta 2022.
“Jugador bandera”
No ocurrió lo mismo en épocas anteriores, sobre todo con el Tata Martino. “No le he dado los minutos que se merece, pero creo que será el jugador bandera del club en un futuro cercano”, explicó. Algo que en su día ya compartía Guardiola porque le dijo a su representante —lo comparten—: “Cuida al de Reus porque es el mejor que tienes”. De momento, ambos se han quedado a medio camino porque si bien es el único canterano que se ha ensamblado en el once desdeBusquets, allá en la temporada 2008-09, le falta jugar en la medular para fabricar su verdadero fútbol, el que enseña en esta pretemporada. “Está ilusionado igual porque quiere al Barça”, dicen desde su entorno.
Una ilusión que ha potenciado porque le dolió horrores quedarse fuera del Mundial, olvidado por el ahora entrenador del Madrid, Julen Lopetegui. Algo que se presupone que no ocurrirá con Luis Enrique. “No me quiero meter en si tiene que ir a la selección, pero un jugador que puede jugar en tantas posiciones... Yo me lo llevaba seguro”, convino el ahora seleccionador cuando estaba en el Camp Nou. Aunque seguramente lo utilice, como hizo en el Barça, de lateral derecho. Es su sino, su felicidad y pena. “Yo quiero estar en el campo. El resto, da igual. Y ser lateral me ha dado la confianza que no tenía”, desliza. Aunque apostilla: “Por lo que si juego de medio quizá daría mejor nivel que cuando subí del Barça B”. Axioma que cumple, por el momento, en Norteamérica.
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