Arthur se viste de Xavi en el estreno del Barcelona
El brasileño recuerda al medio por su fútbol de compositor y firma un golazo desde fuera del área ante el Tottenham, que pierde el duelo en la rueda de los penaltis
Le faltó hacer la pelopina, ese giro tan característico suyo con la pelota atada a los pies, para recordar por completo a Xavi. Controles orientados, pases de primeras en corto y en largo, entregas con ventaja, protección del balón por encima de todas las cosas y punto común para la fabricación del fútbol. Arthur, el recién llegado al vestuario azulgrana, ofreció un clínic de fútbol, de ese que define al Barcelona moderno. Toda una alegría para el Camp Nou porque han sido un buen puñado de medios los que han pretendido dar relevo al canterano que tantos años dio sentido al juego culer, hasta el momento sin dar con la fórmula de la Coca-Cola. Arthur, sin embargo, explicó que al menos tiene varios de los ingredientes y que le sobra picante porque también festejó su estreno con un golazo de aúpa desde fuera del área. El obús desmontó al Tottenham que, sin embargo, se recompuso en el segundo acto frente a un Barça imberbe hasta firmar el empate que solo se descifró en la tanda de penaltis, finalmente celebrada por el conjunto azulgrana (5-3), que arrancó con buen pie la International Champions Cup.
Con el equipo abierto porque no se logran las bajas que se pretenden, con overbooking en cada línea, se da en el Barça una competición feroz para ganarse una plaza en el equipo. Así lo demostró el plantel de Valverde en el arranque de la pretemporada con un fútbol de alto copete, con el pase por bandera, con la circulación rápida como arma y con la presión avanzada como primera medida defensiva. Parecía un equipo rodado, un rival gigantesco frente al Tottenham, que apenas daba pie con bola porque no encontraba a Eriksen en las zonas calientes y solo tenía a Aurier para dar profundidad y velocidad por el costado derecho, también centros sin premios para Llorente, más activo que atinado. Pero poco más del conjunto de Pochettino, que no exhibió su pegada ni nada parecido. El fútbol lo ponía el Barça como también rebosaba ilusión y talento con los jóvenes que se sucedieron durante el encuentro como Miranda, que se comió la banda izquierda, como Carles Pérez, que evidenció tener electricidad en los pies, como Abel Ruiz, que se esmeró en demostrar que se siente como pez en el agua en el área rival y como Cucurella y Palencia, que explicaron que a ganas nadie les vence.
Sacada la pelota desde atrás por el debutante Lenglet –poco exigido por el rival-, dirigido el cotarro por un Sergi Roberto que volvió a reclamar su lugar en la sala de máquinas y no en la retaguardia, Denis Suárez se esforzó en argumentar que sabe lo que se hace, que puede capitalizar el ataque del equipo y no quedarse en fuegos de artificio. Pidió el balón y el protagonismo y, aunque mezcló bien con su ecosistema, le faltó subrayarse en los metros finales, sin el pase definitivo y con el chut torcido porque cuando Miranda le puso el balón al hueco, cuando se quedó solo ante el peligro, decidió pegarle de lejos para hacerlo con el tobillo y tirar el balón a las nubes. Peor le fue a André Gomes, que se retiró de buenas a primeras al banquillo, con una lesión muscular que alimenta la leyenda de su gafe con la elástica azulgrana. Riqui Puig recogió el testigo y demostró que con tiempo, paciencia y trabajo puede ser ese futbolista que haga jugar al resto porque tiene el ADN Barça en la sangre, además del fútbol en los pies. Hasta entonces, Arthur se pide la responsabilidad porque frente al Tottenham no erró pase alguno, movió al equipo a través del balón y resolvió los escasos entuertos con un golazo que se complementó con el primero de Munir, que remató en boca de gol una asistencia de Rafinha.
El Tottenham replicó en la segunda mitad a través de Eriksen, que lanzó una falta lejana con tanta puntería como mala baba y que solo el poste se atrevió a escupir. Entre otras cosas porque en el segundo acto sí que impuso el equipo de Pochettino su fútbol frente a un Barcelona de lo más novel porque solo figuraban dos jugadores del primer equipo: el portero Cillessen y el debutante Malcom, que hizo gala de la velocidad que atesora en sus piernas, un jugador efervescente y profundo con el centro por bandera y hasta un disparo que no vio puerta por bien poco. No se detuvo el carrusel de cambios, como la incorporación del sugerente Ballou, Monchu, Mingueza y el prometedor central Jorge Cuenca… Pero ya no se vio el fútbol del primer tiempo, la circulación de balón que compuso Arthur y que tan buen aperitivo resultó para la vista. Así que el Tottenham aprovechó dos contras y logró poner las tablas gracias a la puntería de Son y Nkoudou, casi también un tercero de Eriksen. No se dio y el duelo se resolvió en la rueda de los penaltis para jolgorio de Malcom, que atinó en el último lanzamiento y dio el triunfo al Barcelona.
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