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“Para triunfar en el waterpolo, hay que estar en Barcelona”

Los jugadores de otras comunidades asumen el absoluto dominio catalán en este deporte y 25 de los 26 integrantes de las dos selecciones españolas pertenece a clubes catalanes

Munárriz, Lorrio, Fernández, De Toro y Bustos, en el CN Montjuïc.
Munárriz, Lorrio, Fernández, De Toro y Bustos, en el CN Montjuïc.EL PAÍS

Cataluña polariza el waterpolo español. Es bien sabido en un deporte en el que solo tres de los doce clubes que compiten en la máxima división no son catalanes, el Navarra, el Canarias Echeyde y el Canoe. Y solo este último club madrileño rompió durante dos temporadas, la 1998-1999 y la 1999-2000, el absoluto dominio de los equipos barceloneses, el CN Barcelona, el CN Catalunya y el CN Atlètic Barceloneta en el palmarés de la Liga. Los 26 deportistas que forman las dos selecciones españolas que compiten en los Europeos de Barcelona pertenecen a clubes catalanes, a excepción de la barcelonesa Anna Gual, que milita en el SIS Roma.

Miguel de Toro, sevillano, cumple el próximo mes 25 años, y afronta en los Europeos su segundo gran torneo internacional con España, con la que hoy afronta los cuartos de final ante Grecia (22.00, Tdp y Esport3). Cuenta su experiencia: “Yo tenía muy claro que si quería hacer algo en el waterpolo tenía que venir aquí, a Barcelona. Es donde más se apuesta, donde hay más clubes de nivel, donde se dan más facilidades para entrenar y para competir al más alto nivel. Si quería llegar a algo también a nivel internacional, era la solución”. Dicho y hecho. Empezó a nadar junto a su hermano y de casualidad en casualidad hasta que, con 15 años, estuvo un fin de semana en Barcelona y los ojeadores vieron grandes posibilidades en él. Ya medía 1,95 metros. Se estiró hasta los 2,03. Jugó en el CN Barcelona durante tres temporadas y pasó después al CE Mediterrani.

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“Con 17 años ya estaba en el CAR de Sant Cugat. Me afinqué aquí porque se apuesta por el waterpolo, por casi todos los deportes”. De Toro lamenta: “Con la de gente que hay en Andalucía podría ser una comunidad top a la hora de sacar deportistas con futuro, pero desgraciadamente, como allí no se apuesta tanto como aquí, se está como se está”.

El pamplonica Alberto Munárriz, a sus 24 años, es uno de los internacionales con más proyección. Lo suyo viene de tradición. Su padre jugaba de portero, y su tío y su primo también habían sido waterpolistas. “Jugué a fútbol como todos los niños, hasta que me harté y me decidí a jugar al waterpolo. Y aquí estamos”. Progresó. La selección le llamó para competir en el Mundial de 2013 en Barcelona. “Cuando estaba entrenando aquí, me llamó el Barceloneta, el club más puntero, el que lleva más ligas y juega la Champions. Era la experiencia más bonita, un lujo, poder estar con jugadores buenísimos. Me lo planteé con mis padres y mi novia y decidimos cambiar de residencia. Llevo seis años aquí. Estoy muy feliz. Todo es muy positivo”. Seguir en Pamplona hubiera estancado su progresión. “Allí hay prácticamente solo un club; otro en Bilbao, pero no es como aquí. No son ciudades de waterpolo, no existe ni la afición ni el nivel de Cataluña”.

Munárriz considera que la diversidad de procedencia de los jugadores es positiva. De Toro, simpático, dice ser introvertido, pero de vez en cuando responde al tópico andaluz. “Suelto alguna chispilla que sienta bien en el grupo”. Munárriz cuenta que se le da bien el catalán. “Solemos hablar en castellano, pero a veces cuando ellos hablan en catalán, yo me sumo adrede para que se rían”.

Eduardo Lorrio y Alejandro Bustos llegaron a Cataluña hace dos años. Toda su vida deportiva se había desarrollado en Madrid pero sus aspiraciones les llevaron a Barcelona. “En Madrid hay equipos, pero en Cataluña se apuesta el doble por el waterpolo”, resume Bustos, de 21 años. Su compañero vivió en sus carnes las dificultades para progresar en el Canoe. “El equipo dejó de ser tan competitivo: fuimos terceros en la Liga, pero no competimos en Europa por falta de dinero. Y de cara a los jugadores, asumir eso es complicado”.

Los escasos recursos económicos de algunos clubes no catalanes obligan a los más jóvenes a trabajar o estudiar para garantizar su sustento. “En el Canoe hay compañeros que estudian y no pueden dedicarse al 100% al waterpolo”, añade Lorrio. En los clubes catalanes, el sueldo medio permite que muchos jugadores vivan exclusivamente del deporte, si así lo desean. “Y eso influye”, añade Lorrio, portero del equipo nacional y del CN Barcelona. Llegar a la capital catalana les descubrió un mundo que antes veían desde la distancia: “Al salir de casa siempre tienes miedo de lo que te puedas encontrar, pero mi sorpresa ha sido positiva, de 10”, añade el guardameta.

Los clubes catalanes copan los puestos para competir en Europa. “Estar en el Atlètic Barceloneta me permite entrenar con los mejores jugadores del mundo y competir contra los grandes equipos. Eso implica dar un salto competitivo”. Lorrio le da la razón: “El nivel de profesionalización en Cataluña es mayor: las condiciones, los entrenamientos…”. El portero incluso vive el juego con algunos matices: “En Madrid quizás dependíamos más del carácter y la mentalidad antes del partido que de un modelo de juego o una táctica. La mentalidad madrileña y la catalana son diferentes. Quizás tengamos más desparpajo. Los catalanes son más formales, más serios y técnicos”. El mestizaje en la selección ya dio sus frutos: plata en los Juegos de 1992 y oro en los de 1996. “Ojalá pudiéramos conseguir algo similar”, desea Lorrio.

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