El insólito Griezmann
Influido por Simeone, en las últimas décadas no se recuerda a una estrella que corra tanto hacia atrás e insista tanto en la necesidad de defender como el francés
Lo insólito de Antoine Griezmann no reside en su evolución hacia un jugador más completo desde el punto de vista ofensivo. Después de haber nacido extremo, entró en la compleja estirpe de los jugadores que son capaces de interpretar el juego desde la concepción del espacio-tiempo. Su atipicidad tampoco responde a sus acreditadas dotes de goleador puntual. La exclusividad del yo futbolístico de Griezmann está en que no se recuerda en las últimas décadas a una figura mundial que pondere tanto en sus discursos la necesidad de defender y trabajar para el colectivo como piedra filosofal del éxito. Quizá desde Alfredo Di Stéfano, del que decían que regaba los campos con sangre en vez de con sudor, no se ha conocido a un jugador ofensivo tan implicado en el juego defensivo.
En la modernidad, frente al hedonismo silencioso de Messi, el histriónico de Cristiano Ronaldo o el virguero y lúdico de Neymar, Griezmann opone el sufrimiento del esfuerzo. No hay una vedette en el actual panorama del fútbol mundial a la que se vea correr tanto hacia atrás, o arrastrar el trasero por la hierba para limpiarle el balón a un contrario.
Las vías que Griezmann imagina para derrotar a Croacia en la final del Mundial de mañana, no priorizan el ataque. Las líneas maestras y las claves de la final que pasan por su cabeza apuntan más a la portería de Lloris que a la de Subasic. “La defensa es lo más importante, porque sabemos que arriba podemos marcar la diferencia en cualquier momento, ya sea Kylian [Mbappé] con su desborde y su velocidad, Olivier [Giroud] en un centro que remate o yo en una pequeña locura de esas que pasan cada cierto tiempo”.
En la concepción fabril con la que Griezmann interpreta el juego, ha sido decisiva la influencia que sobre él ha ejercido Diego Pablo Simeone, para el que en un equipo existe tallaje del mono de trabajo para todos sus componentes. “Tengo la suerte de trabajar con el mejor entrenador en lo defensivo, veo cosas sobre el terreno, trato de decirlas, de enseñarles a mis compañeros. Tengo esa suerte de jugar con el Cholo, así que doy consejos y trucos para reordenarnos defensivamente”, admite Griezmann. En el partido con Argentina de cuartos de final, con 4-2 en el marcador Lucas se llevó una reprimenda de Griezmann cuando intentaba subir al ataque.
La visión pragmática que tiene la estrella francesa le lleva a rebatir a los críticos con el juego y el estilo de su selección. Sus aspavientos rechazando las preguntas que le recordaban las críticas de Courtois y Hazard al término de la semifinal de San Petersburgo derivaron en una respuesta plena de ironía y sarcasmo: “Courtois fue campeón de Liga en el Atlético de Madrid, ahora juega en el Chelsea, que creo que juega como el Barcelona. No me importa cómo jugamos o cómo ganemos. Yo lo que quiero es la estrella de campeón del mundo, lo demás no me importa. Tampoco el Balón de Oro”.
La predisposición de Griezmann a las labores de zapa han generado un efecto dominó entre sus compañeros de ataque. “No tuve que hacer demasiado esfuerzo en convencer a mis compañeros de equipo a la hora del sacrificio. Si Mbappé y Giroud me ven en nuestra área defensiva, ellos mismos se preguntan si él lo hace por qué no voy a hacerlo yo. Nosotros mismos nos dijimos que teníamos que ser un bloque sólido, difícil de superar y, poco a poco, hemos mejorado, cada vez hemos sido más difíciles de superar, eso es lo bonito”.
El estilo del Atlético
Los paralelismos entre la Francia de Deschamps y el Atlético de Simeone son palmarios. En ese contexto, Griezmann se siente muy cómodo. “Es el estilo de juego que tengo en el club”, afirma a la vez que establece un nexo de unión entre su seleccionador y su entrenador de club. “Simeone no duerme por el fútbol, es un entrenador que lo vive en todo momento. Es diferente de Deschamps en eso, pero ambos quieren lo mismo, ganar, y saben cómo hacerlo, qué tácticas usar en el campo”.
El estilo y la desenvoltura de Griezmann para interpretar ese fútbol que nace desde la solidez defensiva y la gestión de las ventajas en el marcador ha reforzado su liderazgo entre los internacionales franceses. El brillo con la pelota de Griezmann ha aparecido cuando Francia se ha puesto por delante en el marcador. Entonces, su figura se eleva en la mediapunta y en el centro del campo para manejar los tiempos del partido. Él se ofrece con la misma constancia con la que sus compañeros lo buscan para que gobierne y duerma los partidos.
Primero Argentina y después los uruguayos y después los belgas, asistieron a la muleta templadora de Griezmann. “Puedo entender el juego por mí mismo y llevar el partido al lugar que más nos convenga, acelerar o desacelerar cuando es necesario”. La expresión “llevar el partido al lugar que más nos convenga”, es un clásico de las intervenciones de Simeone. También forma parte de los códigos rojiblancos la palabra guerrillero: “Creo que el grupo es nuestra gran fortaleza, el poder luchar el uno por el otro. Tenemos 23 guerreros, lo vemos en cada partido, incluso aquellos que juegan menos saltan desde el banquillo cuando hay un gol. Es el estado de ánimo de una familia que nació y debe terminar con la conquista del Mundial. Vivimos tan bien que podemos pasar horas y horas juntos. A veces, se nos hace tarde hablando por la noche, pero eso es lo que nos hace pelear el uno con el otro en el terreno. Hacemos el esfuerzo de hacer que el otro se sienta orgulloso de nosotros”.
La versión más jovial de Griezmann emergió cuando fue preguntado por su labor goleadora en este campeonato: “Como perdimos la Eurocopa siendo yo el máximo goleador, pensé que si marco menos goles podremos ganar el Mundial”.
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