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María Vicente, el prodigio que llegó de Cuenca

La atleta de Hospitalet domina extraordinariamente el campeonato de Europa juvenil, donde bate el récord del mundo de heptatlón

Carlos Arribas
María Vicente, tras ganar el Europeo juvenil.
María Vicente, tras ganar el Europeo juvenil.Laszlo Balogh ((Credit too long, see caption))

Después de un par de días de pruebas combinadas María Vicente suele cenarse una pizza antes de meterse en la cama, de donde no se mueve durante dos días, tan muerta acaba. Sin embargo, en Györ (Hungría), donde llovía sin parar, no hubo ni pizza ni cama de larga duración el viernes después de su heptatlón. Ni siquiera cansancio. Eran las tantas y aún estaba danzando por ahí. Disfrutando del título de campeona de Europa sub 18 en la especialidad que junta, a lo largo de dos días, 100m vallas, salto de altura, lanzamiento de peso, 200m, salto de longitud, lanzamiento de jabalina y 800m, gozando con el recuerdo de los 6.221 puntos conseguidos, el récord del mundo juvenil, y pensando, anticipando, su siguiente desafío, la competición de triple salto, que se disputa sábado y domingo, y que también quiere ganar.

“Yo le digo que hay una búlgara que salta 14 metros, mejor marca que la que ella tiene, y que quizás gane la plata, lo que tampoco está tan mal, pero ella me mira como si no entendiera nada. ¿Conformarme con la plata? Pero bueno…”, cuenta su madre, que enseña química en un instituto de Barcelona. “Querría haber estado la próxima semana en el Mundial júnior de Finlandia, pero la federación, que quiere ser muy cuidadosa en su desarrollo para que no se queme joven, no lo permitió. A cambio, su objetivo es disputar los Juegos Olímpicos de la Juventud en Buenos Aires en octubre, donde, como no hay heptatlón, quiere clasificarse para el triple”. Y ya vendrán más Mundiales junior, donde repetir el título juvenil conseguido en 2017, y, tan cerca, dentro de dos años, los Juegos de Tokio, para medirse a las mejores del mundo por fin.

María Vicente tiene 17 años y, como diría el filósofo clásico, es hija del amor entendido como un anhelo de engendrar en la belleza. Y, como dicen hasta los más viejos y los más sabios del lugar, nunca se había visto maravilla tal en la historia del atletismo español. Todos los sueños le están permitidos. “La mejor heptatleta joven del mundo”, dice, maravillado y feliz, Ramón Cid, el director técnico de la federación. “Es increíble. Una competidora única. Solo piensa en correr más rápido, en saltar más, en lanzar más lejos”.

El padre de María Vicente es de Cuba y su madre, María José Vicente, es de Huélamo, un pueblo hermoso de la Serranía de Cuenca en el que su hija quiere pasar siempre las vacaciones de verano, y más este agosto, en el que se quiere vestir de princesa para la fiesta de los 500 años de historia del lugar, y subir al castillo, desde el que casi se ve dónde nace el Tajo. Y, siguiendo a Platón, toda su educación en una familia monoparental y femenina, ella, su hermana, su madre, ha sido diálogo. “Como no sé cómo habría sido todo si hubiera habido un hombre en la casa, no sé si la gran madurez física y mental de María, su carácter y su personalidad, se debe a que las decisiones las tomamos en un grupo de mujeres y todo lo debatimos, aunque no mandan las niñas, claro”, explica María José. “Pero sí que tenemos muy claro que las mujeres tenemos que estar en igualdad. No debemos suplantar a los hombres, no se trata de ser como ellos: que cada género tenga lo suyo, pero en igualdad”.

Ramón Cid, y su experiencia, alerta del peligro de empezar a comparar a Vicente con las más grandes de la historia, con Jackie Joyner, por ejemplo, los típicos juegos de a su edad, María Vicente tiene mejor marca en tal y cual, pero María José piensa que no es un peligro real. “No solo porque mi hija tiene los pies en el suelo, sino porque aunque controla muy bien todos los ránkings y eso, no tiene cultura de atletismo en el sentido de conocer su historia. Del pasado no sabe apenas nada, ni le interesa mucho”.

Como a todos los grandes que ha habido, a María Vicente solo le interesa ser mejor cada día, y le fastidia no conseguir a veces en competición la marca que logra en los entrenamientos y que persigue. Y su madre, que ha comprobado que a las adolescentes a las que da clase las entiende bien y las controla, también sabe que otra cosa es si la adolescente es su hija, y el eterno diálogo que acaba siempre con un aunque no lo veas ahora así, esto es lo mejor para ti.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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