La condena de los Juegos Mediterráneos machaca a De Arriba
Obligado a participar en una competición clandestina, el atleta salmantino Álvaro de Arriba no podrá correr el sábado en un gran mitin en París junto a Saúl Ordóñez
Los Juegos Mediterráneos son una competición político-deportiva que le costaron el puesto a Miguel Cardenal (presidente del CSD hasta 2016), dan dolor de cabeza al Gobierno, permiten nadar a los italianos, que han convertido en una cacharrería la pileta y el ránking de medallas, tantas acumulan, provocan mareos y vértigo a Mireia Belmonte y, de paso, como si no fuera suficiente, entorpecen la programación competitiva de algunos atletas, como Álvaro de Arriba.
El martes estuvo de visita en Tarragona, donde se celebran hasta el próximo domingo, el príncipe Alberto de Mónaco, y se reunió con los responsables del evento. Relata Efe que todos ellos realizaron una primera valoración deportiva y organizativa de los primeros días de competición, donde pusieron de manifiesto la alta participación de deportistas de todos los países asistentes, batiendo récords respecto a anteriores ediciones. Si tuviera tiempo y ganas, el monarca monegasco podría aprovechar el atardecer el jueves para pasarse por el estadio de atletismo de Campclar, sumarse a los cuatro espectadores que haya —la asistencia de público a las competiciones, según informan los periodistas presentes, son mínimas, tan escasas como su impacto en la ciudad— y darle ánimos a Álvaro de Arriba cuando corra su semifinal de 800m, que los necesitará.
El sábado, en el estadio Charléty, de París, se disputa un mitin de atletismo de la Diamond League que, según adelantan los propios atletas participantes, generará resultados gloriosos para el atletismo español. Bruno Hortelano está preparado para bajar de los 20s en los 200m, dicen, o, si no tanto, batir su récord de España en la distancia (20,12s); Orlando Ortega también piensa en la posibilidad de batir su récord nacional de los 110m vallas (13,04s) o incluso su mejor marca personal (12,94s) conseguida justamente en París cuando aún era cubano; Ana Peleteiro tiene entre ceja y ceja los 14,64m en triple salto, récord de España de Carlota Castrejana desde 2007, y también Saúl Ordóñez no desdeña, tan fuerte como se siente, la posibilidad de darle un mordisco a la plusmarca nacional de 800m (1m 43,73s).
Ahí, en París, con los mejores atletas del mundo, es donde querría estar De Arriba, un paso importante camino del Europeo de Berlín en agosto, y no en Tarragona, donde nada le espera, y hasta tenía sacado el billete de avión después de conseguir que los organizadores le admitieran.
Pero el Comité Olímpico Español (COE), responsable junto a la federación de la inscripción de los atletas para los Mediterráneos, no se lo ha permitido. Pidió a la federación que justificara su ausencia con un certificado médico que, por otra parte, tampoco le permitiría correr en París. “Si no hubiera ido a Tarragona, además, no le habríamos podido sustituir, y solo habríamos competido con uno”, explica Raúl Chapado, presidente de la española, quien también recuerda que su federación tiene un compromiso con sus patrocinadores y que siempre hay que buscar el equilibrio entre los deseos deportivos y las posibilidades económicas. “El problema surgió porque la admisión de París llegó tarde, solo cuando bajó de 1m 45s en la reunión de Huelva el 8 de junio. Antes de inscribirle en Tarragona le preguntamos si no sería problema. Nos dijo que no. Saúl Ordóñez, en cambio, ya tenía plaza antes gracias a su bronce en el Mundial de Birmingham. Y cuando quisimos borrar a De Arriba de Tarragona, ya no pudimos”.
Aunque no alcance la intensidad adrenalínica del enfrentamiento Husillos-Hortelano, el duelo Ordóñez-De Arriba en los 800m es un acontecimiento que alegra e ilusiona a los aficionados, sedientos aún de los años de Abascal y González. Los patrocinadores de los atletas comparten esa necesidad que tanto las obligaciones federativas como los clandestinos Juegos Mediterráneos se conjuraron para impedir.
Las fechas del atletismo en los Mediterráneos (de hoy, miércoles, a sábado) están introducidas con calzador en el calendario mundial deportivo, lo que provoca coincidencias no deseadas. Sin embargo, esta consecuencia no es la peor noticia generada por el retraso de un año en la celebración de la competición debido a los problemas de la candidatura para reunir los fondos necesarios. Disputados cada cuatro años en año impar postolímpico, los Juegos han pasado a un año y a una fecha que demoledoramente para sus intereses coinciden con un Mundial de fútbol que les condena al anonimato.
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