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Las gradas vacías de los Juegos Mediterráneos

La competición de Tarragona sigue sin atraer al gran público tras una ceremonia inaugural con pocas entradas vendidas

Marc Rovira
El gimnasta español Néstor Abad en la prueba de salto.
El gimnasta español Néstor Abad en la prueba de salto.Javier Cebollada (EFE)

Los Juegos Mediterráneos no enganchan. Josep Fèlix Ballesteros, alcalde de Tarragona y presidente del comité organizador de los Juegos, ha dado explicaciones para justificar por qué había tan poca presencia de público en el Nou Estadi el viernes, durante la ceremonia de inauguración de los Juegos. El alcalde niega la teoría divulgada por la Generalitat, y que alude a un supuesto complot para seleccionar al público asistente y evitar, así, posibles proclamas independentistas en presencia del Rey Felipe VI. Según Ballesteros, se habían reservado hasta 3.000 entradas para los atletas que participan en los Juegos pero, después de desfilar, prefirieron irse al hotel en lugar de quedarse a ver las actuaciones de la gala. Más allá del escaso seguimiento que generó el estreno, la competición sufre una palpable carencia de interés y, a pesar de que la organización fijó "precios populares", el número de espectadores que acude las pruebas es muy bajo.

La ciudad turca de Mersin es el precedente más inmediato en organización de unos Juegos Mediterráneos. En junio del 2013, durante la inauguración de la decimoséptima edición de los Juegos, el Mersin Arena no se llenó, pero poco le faltó. El estadio turco tiene capacidad para 25.000 espectadores. En 2005, cuando los Juegos se hicieron en Almería, el estadio quedó lleno hasta la bandera durante la gala de apertura: 15.200 personas.

El Nou Estadi de Tarragona tiene un aforo de 14.000 personas. En cada partido del Nàstic la megafonía informa, durante el descanso, del número de espectadores que han acudido al campo. Días después de la ceremonia de inauguración, la organización de los Juegos no ha concretado cuánta gente había el viernes en el campo pero la sensación de vacío en las gradas fue evidente. Ballesteros ha explicado que preveían ocupar un aforo de 13.518 localidades. Se vendieron 6.793 entradas y, el resto, estaban reservadas para los atletas (3.000) y para miembros de los comités participantes (1.800). También había un paquete de asientos reservados a voluntarios (800), más las correspondientes acreditaciones para prensa, representantes institucionales y autoridades. La consejera de Presidencia y portavoz del Govern, Elsa Artadi, denunció después de la ceremonia que había apreciado un público "sorprendentemente seleccionado" en el acto. Ballesteros lo niega y afirma se han dicho "muchas tonterías".

En cuanto a la baja presencia de espectadores, Javier Villamayor, concejal responsable de los Juegos, ya avanzó en declaraciones a El País que seducir a los aficionados no resultaría sencillo: "Ni siquiera la Liga de fútbol consigue llenar los estadios", avisó Villamayor. La semana pasada, a falta de tres días para la inauguración, Josep Fèlix Ballesteros aseguraba que el ritmo de venta de entradas era "muy alto". La realidad es que la mayoría de competiciones apenas consiguen congregar público. El Centro Acuático, donde ha nadado Mireia Belmonte, auténtica estrella de los Juegos, ha sido el más frecuentado, pero raramente ha superado la media entrada. En el Palau d'Esports, con capacidad para 15.000 espectadores, las gradas están prácticamente vacías durante la competición de balonmano masculino, una situación que se repite en la mayoría de pruebas que se disputan en Tarragona, así como en las demás sedes.

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