Brasil pasa por Coutinho
El atacante asume las responsabilidades en la selección y se subraya con y sin balón, como mediofondista y francotirador
Para Coutinho ir al Barcelona era casi una obligación porque quería jugar donde alguno de sus ídolos hizo fama y fortuna, también títulos. Por eso, convencido por el exsecretario técnico, Robert Fernández, solicitó el transfer request [carta de libertad] al Liverpool que al final no se hizo efectivo en primera instancia pero sí en segunda, en el pasado mercado invernal.
Coutinho ya era una estrella pero eso, en un vestuario como el del Barcelona —y como el de cualquier equipo referencial— no vale sin ganárselo. Se lo hicieron ver pronto. “Te has pasado con el blanqueador de los dientes, ¿no?”, le soltó alguno de sus nuevos compañeros como saludo, una broma para congeniar pero también para situarle a la altura del resto, siempre un escalón por debajo de Messi como comprendieron otros en su momento como Ibrahimovic, Neymar y Luis Suárez. Un par de horas más tarde, sin embargo, esos compañeros ya le daban palmaditas en la espalda porque no sufrió en los rondos como suele ser habitual (por la precisión y velocidad del pase) y demostró que tenía fútbol y encaje de sobra en el grupo. “Los vestuarios son muy puñeteros y te valoran en apenas cinco minutos”, aceptan desde las oficinas del Barça.
Coutinho pasó el examen. Pero desde entonces no ha parado de asumir responsabilidades como queda patente en el Mundial de Rusia, ahora con la camiseta de Brasil.
En el Barça le reclamaron de inicio que tomara el puesto de Iniesta, circunstancia a la que se negó Valverde porque entendió que con los dos en el campo se jugaría mejor. Así fue. También se le exigió rendimiento inmediato porque había costado cerca de 150 millones entre fijo y variables, quizá porque Dembélé no cumplió con la expectativa y la afición no estaba para más disgustos. Así lo hizo porque acumuló seis asistencias y 10 goles en 1.483 minutos, lo que sale a un tanto cada 247 minutos y un pase definitivo cada 148. Por lo que pasó de triunfar en Anfield a ganarse el respeto del Camp Nou en unos pocos meses, camino también de Rusia.
Aunque se le señalaba como titular, no estaba del todo claro porque Willian pedía turno, Firmino presentaba su candidatura y Douglas Costa sus quiebros y verticalidad. Pero Tite siempre le dio carrete y no ha cambiado en Rusia, donde Coutinho también ha conquistado el cariño de sus compañeros —Neymar, Marcelo y Gabriel Jesús le tiraron huevos y harina tras un entrenamiento para festejar su cumpleaños—, de la afición y del seleccionador. Entre otras cosas porque ha sido el que más kilómetros ha corrido (22,1 en los dos primeros encuentros, por delante de Marcelo, que sumó 19,2 y Neymar, 18,5) y ha firmado dos de los tres tantos del equipo, uno ante Suiza y el otro frente a Costa Rica. Queda por ver cómo responde ante el duelo decisivo de la fase de grupos contra Serbia, toda vez que a Brasil le falta un empate para certificar el pase a octavos, siempre a expensas del Suiza-Costa Rica.
El gol, sin embargo, no siempre fue una voluntad de Coutinho, que de niño, cuando se formaba en el Vasco da Gama, disfrutaba más con la asistencia que con el remate. Resolución que trató de equilibrar su padre, Ze Carlos, al pagarle unos cuantos reales por cada diana que lograra; y medida que convenció al menino a probar el disparo lejano. Y esa es, precisamente, una de las mejores armas de Coutinho, todo un francotirador de mirilla regulada. No solo es el cuarto jugador que más disparos ha probado (10) en el Mundial —por detrás de Ronaldo (15), Cavani (13) y Messi (12)—, sino que también es el tercero que más veces los ha intentado desde fuera del área (4), a rebufo del mexicano Layún y el saudí Al Dawsari (5). En uno de ellos, quitó las telerañas de la escuadra para batir a Suiza. Tite lo tiene claro: “El liderazgo técnico del equipo pertenece a Coutinho y Neymar”. El 11 y el 10 en la misma estratosfera.
Llegada desde atrás
Sucede que Roberto Carlos, el que fuera el gran lateral izquierdo de la década anterior, añadió: “Todos están hablando de Neymar, pero lo cierto es que Coutinho también es un gran jugador para Brasil. Todos los defensas se concentran en Neymar y él aparece y decide partidos”. Tesis que se demostró ante Costa Rica, cuando entró desde la segunda línea para rematar con la puntera y volver a abrir la lata. “En pocas palabras: un crack”, le define su compañero Fagner.
Con problemas para resquebrajar las tupidas zagas contrarias, Tite revela la fórmula a completar: “Nuestro mayor reto es crear un equipo con mentalidad colectiva para que puedan brillar las individualidades”. Y en eso anda Coutinho porque con sus disparos consigue el efecto manta. Por un lado, los rivales saben que a la mínima que puede busca el agujero [con bastante tino], por lo que se preocuparán de encimarle; y por el otro, con más defensas a su alrededor, podrá hacer jugar al resto, sobre todo a Neymar y a Gabriel Jesús, que a cada duelo han tenido dos rivales en el cogote.
El balón, los focos y Brasil iluminan a Coutinho. “Pero dentro del campo estoy más cómodo que aquí”, aseguró el 11 cuando le encomendaron hablar ante los micros tras un entrenamiento de la selección; “siempre dije que no me gusta hablar mucho de mí mismo”. De eso ya se encargan sus pies para festejo de todo Brasil.
Solo falta el gol de Costa Rica
Islandia, Argentina, Corea del Sur, Polonia y hasta Panamá se animó en el último encuentro en marcar un gol, felicidad compartida por todo el estadio y el país por más que Inglaterra les hubiera pasado por encima (6-1). Perú y Arabia Saudí también hicieron diana en sus últimos envites y ya no hay selección que se haya quedado a cero, a excepción de Costa Rica, que sigue sin ver puerta. En la primera jornada cayeron frente a Serbia por la mínima y repitió suerte en la segunda jornada, cuando perdieron ante a Brasil (2-0). “Nos estamos jugando no terminar el Mundial con cero goles, eso es importante” , afirmó el capitán y volante costarricense Bryan Ruiz: “la victoria hay que buscarla también, queremos y tenemos la presión de eso”. Eso cree Vladimir Pétkovic, seleccionador de Suiza: “Costa Rica es un equipo muy orgulloso. Quieren llevarse puntos a casa”. O, al menos, un gol.
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