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Neymar, para lo bueno y lo malo

Brasil elimina a Costa Rica en el último suspiro tras un partido vibrante acentuado por el marcaje del VAR al astro brasileño

José Sámano
Neymar llora después de terminar el partido contra Costa Rica.
Neymar llora después de terminar el partido contra Costa Rica.Patrick Smith - FIFA (FIFA via Getty Images)

Hay partidos tan tremendos, emotivos y vibrantes que dejan todo tipo de huellas. Fue el caso de un encuentro con tanto drama que liberó a Brasil de sus angustias, dejó a Neymar regado de lágrimas, al seleccionador Tite rodando por los suelos, a Costa Rica eliminada en el tiempo añadido y al VAR con un merecido aplauso. Más de hora y media aguantaron como jabatos los “ticos”, que apelaron a la heroica resistencia de la debilidad hasta que la rompió Coutinho y a ultimísima hora sintonizó Neymar, desquiciado todo el duelo. La estrella brasileña, bajo los focos toda la tarde, para lo bueno y para lo malo, se fajó con los rivales, con su propio cuerpo –que todavía no le responde como quisiera–, con el árbitro… Y hasta con el VAR, al único que no pudo regatear.

Neymar fingió una muerte transitoria por un toque de monjita de González dentro del área costarricense. Casi pica Kuipers, el árbitro, pero hoy el fútbol tiene halcones que vigilan los simulacros. Y el de Neymar fue un desmadre. Jugadores como él difícilmente tendrán ya pista para trampear. Lo que no se le podrá discutir al diez brasileño es que en el segundo acto, con la Canarinha ante el vértigo al vacío tras su empate inicial con Suiza, cogió el partido por la pechera.

Hasta que Neymar, bien secundado por Coutinho, agitó el sonajero, Brasil estuvo amodorrada toda la primera parte. Acartonada, sin ritmo, con las monsergas habituales de Neymar a adversarios y jueces y nada más que aliviara el tedio. Con la estrella canarinha por los suelos, y no siempre por un aterrizaje forzoso, el equipo de Tite se cantó a sí mismo una nana. Nadie daba una puntada a Coutinho, con Willian embridado por la timidez de Fagner, relevo del lesionado Danilo, y Paulinho fuera de lugar. Es decir, lejos del área, donde resulta intrascendente. Un chollo para la afanosa Costa Rica, que se empeñó en cada asalto con el corazón entre los dientes. Y hasta tuvo el descaro de retar a Alison, pero el remate de Borges se fue cruzado. En realidad, un espejismo. Nada más se supo de algún “tico” por el rancho del portero brasileño.

Gripado su rival, la selección de Óscar Ramírez prefirió las cautelas. Hasta el punto de que casi cada saque de Keylor era una patada de rugby a seguir. Luego, ya tras el descanso, no tuvo elección: Brasil tocó la corneta y comenzaron a caer cascotes sobre Keylor Navas, estupendo ante el asedio.

Tras una brillante etapa al frente de Brasil, Tite tiene a los titulares en la cabeza. Ocurre que la suma de todos no resulta lo ortodoxa que le gustaría. A espaldas de Neymar y Willian como extremos y Gabriel Jesús como ariete, el técnico recluta a Coutinho y Paulinho como volantes de Casemiro, el de la escoba. Pero ninguno de los dos barcelonistas tiene el forro de un interior convencional. A los dos les hechiza el balcón del área, es su mejor coto. Si se frenan junto a Casemiro, ni producen como mensajeros ni tienen asalto al gol. Así que Brasil queda limitada a que Neymar se las ingenie desde un costado, acotado por las estacas de la línea de banda y el acoso asfixiante del alguacil de turno. A veces, más de uno, como hicieron los “ticos” de forma escalonada.

Improductiva Brasil, el equipo soltó amarras tras el descanso, ya con Douglas Costa por Willian. A Paulinho se le puso cara de ariete y decidió anidar en la periferia de Keylor junto a Gabriel Jesús. A su lado, Coutinho se descolgó de Casemiro para agitar a los suyos por todo el frente de ataque. Y Neymar entró en escena. Con mayor o menor fortuna –aún se le nota sin turbo–, el jugador del PSG remó y remó por la ratonera costarricense. Keylor le desvió un disparo que era gol o gol, en otra acción la pelota no le cogió la comba deseada. También amenazaba Paulinho, y Gabriel Jesús tiró de pértiga para cabecear al larguero. Al rebote fue Coutinho, pero Gamboa hizo de diana.

Sin respiro para Costa Rica, llegó la película de Neymar, que hizo creer al árbitro que el meñique de González era una cuchilla. Intervino el VAR: jaque al fútbol ficción. Se alborotó el genial jugador brasileño, lo mismo que Coutinho y luego Marcelo. El tiempo menguaba.

Brasil no daba con la treta frente al acuartelamiento en tromba de los “ticos”. Tite se abrió el pecho y envidó con Firmino por Paulinho. O sea, los zagueros, Casemiro y un pelotón de asalto: Neymar, Coutinho, Gabriel Jesús, Firmino y Douglas. Hasta que el ariete del Liverpool descolgó un centro, a Gabriel se le fue el control e irrumpió Coutinho con la tuneladora para batir entre las piernas a Keylor. Pasaban 30 segundos de los 90 y se acababan de decretar seis minutos de “prórroga”. Suficiente para que Neymar gozara con su gol y se le quebrara el lagrimar. Del chico rebelde y fingidor al chico arrodillado en soledad en el medio campo sin consuelo. En todo y para todo: Neymar.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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