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Inglaterra saca músculo ante Panamá

El equipo de Southgate, cómodo con la batalla física, tira de Lingard y Kane para destrozar a una Panamá que se llevó la alegría de su primer gol mundialista

Jordi Quixano
Lingard y Kane destrozaron a Panamá.
Lingard y Kane destrozaron a Panamá.Elsa - FIFA (FIFA via Getty Images)

Ojos llorosos, respiraciones entrecortadas, venas hinchadas y gritos apasionados para dar voz y sentimiento a los compases del himno. Espectáculo y emoción que erizaba el bello y que expresaba el orgullo de un país, de Panamá, también pasión malinterpretada por los jugadores cuando el balón echó a rodar porque esa fórmula, la del físico y el choque, la de la velocidad y el músculo, es la vieja receta inglesa madurada con el paso de los años y torneos. Por lo que apenas hubo partido, sentenciado en un santiamén por el arrebato inglés, además de por su eficaz laboratorio y festejada puntería. Una paliza de campeonato porque, entre otras cosas, Kane marca casi sin querer.

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Pretendió Panamá tirar de la gallardía que careció ante Bélgica –cuando aguardó en su campo a verlas venir- y se empecinó en sacar la pelota jugada desde atrás, con pases que trataban de descontar líneas de presión y encontrar a Bárcenas en la zona caliente, donde repartía caramelos para sus compañeros. Como ese pase filtrado por dentro para Rodríguez que completó con un desastroso disparo de tobillo. O como ese otro que conectó con Godoy en la frontal del área, resuelta la jugada de nuevo con un chut torcido. Fogueo que no inquietó a Inglaterra, más preocupada en personarse en el área rival que en fabricar fútbol de salón. Ambición acertada porque no le hizo falta nada más.

Equipo con callo en el fútbol vertical, lo que abona las carreras profundas y veloces, la lucha aérea por las prolongaciones y la refriega en el área por cobrarse la parcela, Inglaterra se relamió con la propuesta rival; agradecido por la idea panameña de sacar la pelota jugada desde atrás y feliz por la ocasión de sacar bola. No pretendió ser un equipo atildado, de esos que se expresa con la pelota en los pies y el pase por bandera. Le bastó con imponerse en las áreas, con una presión avanzada para robar balones y saltar con energía a la contra, también con la estrategia a balón parado. Hoja de ruta que en el primer minuto provocó un penalti sobre Lingard –no apreciado por el colegiado- y que instantes más tarde sirvió para dar el manotazo al rival, cuando tras un saque de esquina Stones apareció desde atrás –validado por una pantalla de Young sobre su marcaje- y cabeceó hacia abajo y a la red. El tanto aupó a Inglaterra y definió a Panamá, que se centró más en el forcejeo y el agarrón, en el juego de guerrillas, y se olvidó de atender a la pelota.

Dos penaltis calcados

Aunque le costó dar un hilo argumentativo a su fútbol, Inglaterra tampoco se preocupó por las estreches en campo contrario frente a la acumulación de hombres de Panamá. Valía un pase por alto o al hueco para descuajaringar al rival, como bien demostró Trippier con ese toque por dentro hacia el desmarque de Lingard –arrancó en fuera de juego-, que hizo la mitad del trabajo con el control orientado, después abatido por Escobar al pisar el área. Kane cogió la pelota, sufrió la enésima provocación y juego sucio de Gómez, el capitán panameño, miró al frente y soltó obús a la escuadra derecha. Un lanzamiento imparable desde el punto de cal que calcó minutos más tarde, al mismo sitio y con la misma potencia. Entre medio, Lingard se marcó un baile con la pelota bajo las suelas, también una pared con Sterling y finalmente un zapatazo con rosca que besó al larguero antes de cruzar la línea de gol. Pequeño oasis para el fútbol inglés, que se refugió de nuevo a balón parado (de los ocho goles que suman en el torneo cinco han llegado en esta suerte) para evidenciar que Maguire remata todo lo que vuela, para que Stones hiciera su segundo gol tras aprovechar el rebote de una jugada de laboratorio que Young remató en boca de gol.

La manita del primer tiempo sirvió para rebajar las pulsaciones, para que Panamá ganara complicidades del mundo entero porque nunca había sumado punto ni gol alguno en el torneo. Una tara que Felipe Baloy se encargó de solucionar al atender una falta lateral y estirar la pierna para rematar raso y lejos de las manos de Pickford. Gol que se celebró con locura y color, con la alegría de Panamá por poner su muesca en el Mundial. Antes, sin embargo, HurryKane ya había metido sin querer la espuela a un disparo lejano de Sterling para firmar su hat-trick, el quinto tanto en el Mundial que le sitúa como pichichi. Ya lo había advertido a sus compañeros tras el melódico God Save the Queen, cuando a falta de dos notas para concluir el himno soltó: “¡Vamos señores, vamos a hacerlo!”. No había la pasión panameña en sus palabras; solo una objetivo que cumplieron con sencillez, conformes con la batalla física inicial, impulsados después por la estrategia resuelta por Stones y catapultados por un Lingard fabuloso y un capitán, a Kane, que no falla una. Triunfo que decide la suerte del grupo porque Panamá y Túnez quedan eliminadas al tiempo que Bélgica e Inglaterra se decidirán el liderato en el último choque, empatados a goles y puntos, aunque con una tarjeta más los belgas, que a la postre podría ser determinante para decidir el primero del grupo para los octavos.

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