Messi en Argentina es darle una linterna a un ciego
En la Albiceleste, al contrario que en el Barcelona, se pretende que Messi sea la causa del juego, no su consecuencia
Miren Argentina. Al mejor jugador del mundo lo ponen a jugar solo contra el mundo como si eso fuese lo más lógico. Casi cuesta encontrar una imagen en la que salga Messi sin ocho islandeses rodeándolo o frente a él, pero nunca detrás.
Messi jugó mal contra Islandia: cierto, porque él jugó. Es normal que medio planeta se siente a mirar a Messi, lo que no es normal es que se sienten a mirarlo también sus compañeros. Todo parte de un error: no se puede construir un equipo alrededor de Messi, ni hacer solo de Messi un equipo y rodearlo de Biglias y Mascheranos, Di María a punto de agarrarse al sol y meterse en el ocaso con él entre las montañas.
El mejor Messi es consecuencia del Barcelona. Messi no es adn Barça; Messi se paseaba por La Masía sin pasarle el balón a nadie. Pero Messi encontró en ese juego del Barcelona su particular botón rojo de la misma manera que él supuso lo mismo para el Barcelona. Messi era inteligible desde la posesión, pese a que con su velocidad y desborde hubiera sido una locura al contragolpe. Pero en aquel Barcelona el balón se movía a tal velocidad que cuando el rival acostumbraba la mirada, Messi ponía una marcha más, algo desconocido. El Barcelona nunca aspiró a entender del todo a Messi, ni siquiera Guardiola, que se fue, entre otras razones, para no aguantar la tensión que generaba un extraterrestre como Lionel. Pero los dos, el equipo y el entrenador, hicieron algo mejor: lo tradujeron. Leyeron lo que podía significar algo así en el Barça. Hay obras de arte que no hace falta entender para emocionarse con ellas.
En Argentina, al contrario que en el Barcelona, se pretende que Messi sea la causa del juego, no su consecuencia. Pero Messi nunca fue el origen de ningún proyecto, sino su resultado. Puede crear, puede asociarse, puede desbordar con un pase inesperado, puede hasta marcar penaltis. Pero su juego es el resultado de un proceso evolutivo que afecta a una educación muy concreta que no se puede dar en una selección salvo que, como hizo España, se trasplante medio club.
Messi tiene una capacidad asombrosa de adaptarse, como demostró con Luis Enrique o Valverde, pero necesita saber a qué se tiene que adaptar. Argentina puede jugar a encerrarse, puede jugar a especular, puede jugar al ataque o puede jugar si quiere al pelotazo puro y duro. Pero debería hacerlo el tiempo suficiente para que Messi reconozca el juego y lo explote de la mejor manera. Si Argentina no sabe qué Argentina quiere ser, Messi tampoco sabe qué es lo mejor que puede hacer para ser Messi.
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