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El Real Madrid lleva su orgullo hasta la final

El conjunto de Laso, liderado por Llull y Doncic, supera al CSKA del Chacho (83-92) y peleará por el título por cuarta vez en seis años. Espera el Fenerbahçe; en Belgrado está la Décima, de Obradovic o del Madrid

Faustino Sáez
Llull busca la canasta ante Hines
Llull busca la canasta ante HinesALKIS KONSTANTINIDIS (REUTERS)

El Real Madrid de Pablo Laso disputará en Belgrado su cuarta final de la Euroliga en los últimos seis años después de doblegar al todopoderoso CSKA (83-92) en un triunfo construido desde la adversidad, como todo el recorrido de los blancos en una temporada que les ha endurecido hasta el extremo. Sobreponiéndose a un inicio nublado, a una calamitosa secuencia desde el tiro libre, a la potencia de Higgins, los puntos de De Colo y el intento de reivindicación de Sergio Rodríguez, el conjunto madridista se presentó en la final donde espera el Fenerbahçe. Con Llull y Doncic al frente (16 puntos por barba) y una demostración de orgullo colectivo, los blancos siguen sacando lustre a la memorable competitividad de este ciclo ganador. En Belgrado está la Décima, de Obradovic o del Madrid.

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Ganó el espíritu gremial y la moral inquebrantable de un equipo que durante ocho meses ha hecho de la desdicha virtud y ha llegado sano y macizo a la pelea por los títulos grandes. Laso reclutó para la cita a un quinteto tan clásico como novedoso. El técnico dio carrete desde el inicio a Facundo Campazzo, en su reaparición tras operarse hace justo un mes para solucionar una lesión en la rodilla izquierda, y tiró de la experiencia de Felipe, que el año pasado en la semifinal ante el Fenerbahçe se quedó al fondo del banquillo sin disputar ni un minuto. La mezcla la completaron Doncic, Taylor y Ayón, pero no cuajó el plan inicial del conjunto madridista. Lo desmontó Cory Higgins en un santiamén. Con una efervescencia imponente, el escolta estadounidense anotó 10 puntos en tres minutos para otorgar la iniciativa a un CSKA bravo y dinámico gracias a Sergio Rodríguez. Se presentaba un duelo enrevesado.

En la sala de máquinas, Campazzo buscaba recobrar la agilidad de piernas presumiendo de rapidez de manos, y El Chacho anotaba su primer y único triple. Con dos robos consecutivos, el base argentino alivió mínimamente a un Madrid a contrapié. Pero, para entonces, el primer cuarto se había convertido en un tormento. De Colo se sumó a la causa de Higgins y el CSKA se fue hasta los 30 puntos en los primeros 10 minutos, 10 más que los blancos, espesos y sin defensa.

Necesitaba puntos y fluidez el Madrid y reunió en pista a un acreditado repertorio de anotadores: Llull, Carroll, Causeur, Thompkins y Randolph. El remedio fue tan instantáneo como contundente. Los de Laso sacudieron la semifinal con un parcial de 4-17 en menos de tres minutos que desmintió el poderío ruso. Con cinco triples consecutivos y una penetración intrépida de Llull los blancos encontraron por fin la autoestima y cambiaron los biorritmos del partido (34-37, m. 13).

El Chacho, que vio desde el banquillo como se desmoronaba su obra inicial, salió al rescate del CSKA. Con las asistencias y el manejo del tinerfeño, los rojos recuperaron la soltura en ataque y el oremus posicional, pero el pulso ya estaba parejo. La influencia de Sergio Rodríguez era para los de Itoudis lo mismo que para el Madrid la de Llull. Mientras Doncic producía a buen ritmo pero sin ascendencia sobre el juego; las apariciones en pista del base menorquín coincidían con momentos de liberación madridista. Otra de sus penetraciones contra el mundo y un rebote de Thompkins sobre la bocina permitieron a los de Laso marcharse con una ventaja mínima al entreacto a pesar del destemple en la puesta en escena y de agujeros como el del tiro libre (46-47, m. 20). Sergio Rodríguez se fue apagando (solo dos canastas y cinco puntos al final), Llull llegó hasta el final con un espíritu campeador.

En el repaso de la primera mitad, los rusos echaban en falta a Vorontsevich, lastimado en el hombro derecho en los compases iniciales, y el Madrid, una mayor aportación de sus pívots. Apenas Hunter lucía en la pintura, con seis rebotes al descanso y un mate poderoso en la reanudación. Asumió el reto Felipe y, con cinco puntos en el inicio del tercer cuarto y una notable labor de zapa bajo los aros, fue hormigonando al conjunto blanco. Los triples de Causeur y Doncic terminaron de sacar lustre a la candidatura madridista (51-60, m. 27).

Doncic comenzó a añadir autoridad al poder de sus números, Ayón encontró hueco, y el CSKA, con El Chacho en el banquillo, se marchó al diván de las tribulaciones. Pero la horripilante secuencia madridista desde la línea de tiros libres (8 de 18 al final del tercer cuarto) y la intensa aparición de Hines minimizaron el dominio madridista (56-63, m. 30). Creció la responsabilidad y disminuyeron los puntos (10-16 en el tercer acto).

Un parcial de 5-0, con un triple de De Colo y un contraataque de Kurbanov, dio un bocado a la ventaja del Madrid en el último cuarto. Pero un triple providencial de Llull, unos buenos minutos de Tavares y otro bingo más de Thompkins desde el 6,75 dispararon a los de Laso (61-73, m. 33). Siguió remando el CSKA y se colocó a tres puntos. Pero de nuevo Llull, con su tercer triple y su quinta asistencia, dejó a su equipo a un palmo de la meta (75-85, a 1m 51s). Ganó su espíritu, el de la rabia acumulada en ocho meses y medio de recuperación, el de un equipo que se ha levantado de todas. El Madrid disputará mañana su cuarta final en seis años, la 18ª de su historia. El memorable ciclo de Laso tiene la oportunidad de redoblar su leyenda.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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