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Bale se presenta para Kiev en la goleada del Real Madrid al Celta

Los de Zidane arrollan a un rival muy blando con dos grandes tantos iniciales del galés y otro magnífico del reaparecido Isco

Bale celebra junto a sus compañeros el primero de sus dos goles al Celta. En vídeo: El técnico del Madrid, Zinedine Zidane.Foto: atlas | Vídeo: BENJAMIN CREMEL (AFP) | ATLAS
José Sámano

Con el do de pecho inicial de Bale e Isco, golazo a golazo, el Real Madrid despidió el curso con una goleada de aúpa en Chamartín, feudo de su inopinado desgarro en los torneos domésticos. Tan incapaz en la Copa —en la que patinó en casa con Fuenlabrada, Numancia y Leganés— como en la Liga —se ha dejado 17 puntos en La Castellana—, el Madrid bajó el telón con un escarnio para un Celta amable y cortés, tan borroso toda la temporada. Para el Madrid, una jornada para brindar por goles para piropear. Pero el único maquillaje posible a sus descalabros ibéricos pasa por Kiev.

A la espera de la final de la Copa de Europa, Zidane presentó un equipo más cercano al gran día que a Sevilla. De la derrota del miércoles en Nervión solo repitieron Nacho, Casemiro y Benzema. Entre los nuevos reclutas, Bale, que presentó su enmienda a la titularidad en Ucrania. Quizá llegara tarde, pero ante el Celta el galés puso la banda sonora a un partido sin chicha clasificatoria.

Bale, un cometa fugaz, va y viene en su particular columpio. A los vigueses, que por lo general dejan correr sin bridas a sus oponentes, ya les hizo la puñeta en Balaídos con un doblete. Esta vez no fue menos y antes del cuarto de hora abrió gas el británico. Fue una jugada espejo de lo que adora el Madrid y de la flojera del Celta. Keylor la tocó de maravilla para Modric. El croata mimó la pelota, se giró como si flotara y mandó a correr a Bale contra Jonny, al que nadie socorrió en una ruta que fue un coladero toda la noche. El madridista puso el intermitente y al llegar al balcón del área hizo carambola: remate seco al poste izquierdo de Sergio y a la cazuela.

Lo mejor de Bale estaba por llegar. Antes, cuando el Celta aún tenía soltura y palique, el árbitro miró a las musarañas en un atropello de Casemiro a Brais. La jugada derivó en gol de Jozabed, anulado por fuera de juego de Wass. El Celta, bien navegado por Lobotka, su mejor noticia de la temporada junto a la nueva crecida de Aspas, estaba a un paso de la dimisión forzosa.

Con el argentino Boye sin retrovisor para quien se aventurara por su banda, ya fueran Achraf o Bale, liberados a sus anchas, Isco enfiló al galés. Bale aceleró a 33 kilómetros por hora y frenó ante Jonny en un pico del área. Se concedió un autopase ante el lateral celtiña y dinamitó el balón con un zurdazo en comba que retumbó en Vigo. Bale, de vez en cuando, en estado puro: potencia atómica y munición nuclear. Eso sí, como retrato de este Celta, en toda la extraordinaria maniobra de Bale en su 15º gol en Liga no apareció ni de lejos un camarada del llanero Jonny.

Sin Aspas, que no reapareció hasta el 6-0, y ante un desatado Bale, al equipo de Unzué no le llegó con Lobotka. El eslovaco, que tutela la pelota como si fuera su grial, es un futbolista dinámico, de buen pie, ágil en los espacios cortos y el cuarto robabalones de la Liga. El único visitante que dejó pisada en el Bernabéu. A su alrededor, como toda la campaña, un equipo blandengue, indefinido, máxime como forastero.

Kiev, única gloria posible

Activado por Bale, con la letra de Modric e Isco, el conjunto de Zidane acorraló a su rival con una presión alta que destartaló al cuadro gallego, tibio ante cada acometida local. Así se ganó Isco un pase de Modric y el malagueño enroscó la pelota en la escuadra que tenía menos a la vista. Como Bale en el segundo emboque, un tiro propio de los elegidos, de esos que vuelan en curva con el efecto plátano. Poco más de media hora y tres dianas de película. Aún restaban otras tres, menos de orfebrería, pero igual de contables. De hecho, los goles más terrenales llegaron en el mejor periodo del Madrid.

Unzué reaccionó ante el cráter en la banda de Jonny con Hernández por Boye y Jozabed desplazada al auxilio de su lateral izquierdo. No hubo ajuste. Y Achraf, en una de sus numerosas aventuras ofensivas, puso el turbo y clavó el cuarto. El Madrid advirtió que había fiesta y no se hizo el remolón. Colonizó al Celta y le sacudió por todos los lados. Sergio, meta visitante, achicó cuanto pudo. Pero todo tiene un límite, como el despeje a su red de Serio Gómez para el quinto tanto local. O el despiste descomunal de todos sus colegas, que se comieron un saque de banda para el sexto, con autoría de Kroos previa maniobra magnífica de Mayoral. Un cierre casero feliz. Eso sí, para un Real sin otra gloria posible que la de Kiev.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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