El Sevilla gana a un Madrid en modo Kiev
El conjunto andaluz, con más empeño por su lucha por clasificarse para Europa, supera a un Real remendado y con la cabeza y el espíritu en la final de la Champions
Sevilla y Madrid ya están más cerca de donde querían tras verse en el tránsito de Nervión. El equipo andaluz más próximo a la Liga Europa y el madrileño con una fecha descontada rumbo a la final de Kiev. Por el camino venció quien más empeño puso, el único con cuentas pendientes en la Liga, donde aún no se ha garantizado un viaje europeo.
De cuerpo en Sevilla, pero con el espíritu en Kiev, el Madrid tramitó sin chicha medio duelo en Nervión y ya no tuvo remedio. Cuando quiso reaccionar, ya en el segundo acto y con 2-0 en contra, tuvo más nervio que fútbol, de lo que careció de principio a fin. El apretón de dientes no le alcanzó frente a un Sevilla más aplicado y con un futbolista por encima de todos: Ben Yedder.
Con una alineación zurcida al vuelo por Zidane, el Real no pudo disimular el muermo liguero. Pasivo y deshilachado, el equipo visitante salió del Pizjuán por la gatera, con un suspenso colectivo y algunas tachas individuales elocuentes, caso de Vallejo, en la cuneta en los dos primeros goles locales. Al Sevilla le bastaron los tambores de Caparrós, tan animador de sus chicos como de sus fieles en la grada. Tras un curso desnortado, el cuadro hispalense ha pasado por todo tipo de estaciones: la noria de Berizzo con sus rotaciones, la entrega de Montella a once elegidos y, ahora, la testosterona del activista técnico utrerano. Todo un sonajero para un Sevilla extraviado sin el escudo de Monchi.
Sin tapujos, Caparrós fue Caparrós desde el reclutamiento de los titulares. Un equipo con más colmillo que intrepidez. Y hasta poco simétrico, con alguna ortopedia como la ubicación de Layún, un lateral, por delante de Mercado, un lateral postizo. O el ancla de Muriel, un delantero, como improvisado interior por la izquierda. De entrada fue un Sevilla contenido, más dispuesto al orden de brigadistas como N’Zonzi y Pizarro que al desparpajo. Enfrente, un Madrid sin gracia, de paso por el encuentro, remitido a dar un palique anodino a la pelota. Todo era un abanico para los madridistas hasta que intervino Caparrós a los 20 minutos. Muriel, fuera de lugar, fue desplazado a su posición más natural, cercana a Ben Yedder, aislado hasta entonces. Vázquez se orientó a la banda izquierda.
Con dos teclas espabiló el equipo andaluz. Y un corneta al frente: Ben Yedder, suplicio de Ramos y Vallejo desde que tuvo la escolta de Muriel. No es el Sevilla de Caparrós un equipo al que le vaya el ataque vertebrado. Mejor el atajo del juego directo. Una veta que supo explotar de maravilla. Lo mismo dio que Ben Yedder y Muriel no sean dos pértigas ni tengan una armadura hercúlea. Con el Madrid en otro planeta (Champions) en nada importó.
El Sevilla plastificó una de las jugadas más arqueológicas del fútbol. Un pelotazo desde su rancho de Pareja lo descargó Muriel sin mucha oposición de Vallejo. Ramos no llegó a la cobertura y Ben Yedder definió como un ángel ante Casilla, batido entre las piernas. Cada movimiento de Ben Yedder era un navajazo en la zaga madridista. Como una incursión por la derecha que finalmente evitó Nacho en la línea de gol. De Soria, portero local, apenas había planos. No daba con su sitio Ceballos, no sonaban Asensio y Lucas, tan intrascendentes como Kovacic y Benzema. Cómo no, otro desmarque oportuno y clínico de Ben Yedder dejó de nuevo en tanga al Madrid. Vallejo midió mal otra vez y el galo hiló con su compatriota N’Zonzi, que tras un rechace mandó un mensaje de gol a Layún. Con la puerta abierta, el mexicano no falló.
De vuelta del intermedio, el Madrid al menos se dio un golpe de pecho. Con Ramos de Espartaco, el equipo subió el volumen y aceptó el golpe a golpe. Pero ni así tuvo gobierno ni más pisadas ante Soria que los sevillistas ante Casilla. Ben Yedder siguió a lo suyo y Vallejo le desvió un remate bajo palos, como luego hiciera el portero madridista ante Muriel. Por el camino, Ramos falló un claro penalti de Vázquez a Lucas. La hinchada lo festejó con decibelios, como hace con todo aquello que pifie su hijo nada pródigo. No se achicó el de Camas, ni siquiera cuando le tropezó un centro de Mercado que supuso el 3-0 y retrató Theo, de turismo en la jugada. Mayoral acortó distancias y tampoco se rebajó Ramos cuando en el último pestañeo Mateu, árbitro, cayó en la trampa de Theo, que fingió un golpe al mentón en un forcejeo con Mercado, que con una tarjeta ya no fue expulsado. Cosas de Mateu. El capitán visitante embocó el penalti y se cerró un partido que no tendrá sitio en los archivos del tesoro. Un alivio para el Sevilla; un despeje al calendario para el Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.