El peso de Diego Costa

En las dos semanas que Diego Costa ha estado de baja por la lesión muscular que le afectó en Lisboa, la preocupación entre el cuerpo técnico y los servicios médicos del Atlético de Madrid se centró tanto en la prudencia en los tiempos de su recuperación como en su tendencia a coger peso durante los periodos de inactividad. La propensión de Costa a las lesiones musculares y el sobrepeso conformaban una ecuación peligrosa que invitaba a la máxima cautela. El trabajo realizado con el delantero hispanobrasileño tenía como objetivo principal tenerle a punto para el trascendental encuentro de esta noche.

La puesta a punto de Costa ha sido muy calculada. Su presencia en Londres respondió más a su deseo de viajar con el equipo y generar desconcierto en el Arsenal que a la posibilidad real de que pudiera jugar. Fue un empeño personal y su calentamiento en la banda del Emirates Stadium fue una maniobra de guerra psicológica. La reaparición en Vitoria el domingo pasado frente al Alavés también fue muy medida. Tenía el tope de una hora de juego para no someter a su delicada musculatura al riesgo de una recaída por un sobreesfuerzo prematuro.

El foco sobre la figura de Costa se centra en la versión que ofrecerá. Seis meses después de su regreso, sus números describen a un delantero con más incidencia en el juego de Antoine Griezmann y en el trabajo colectivo que en el engorde de sus registros. La media docena de goles que suma (tres en Liga, dos en Copa y uno en la Liga Europa) están por debajo de lo esperado. El impacto y el efecto que generaron sus primeros partidos dieron paso a actuaciones más discretas desde lo individual. Aún no ha dado grandes exhibiciones con su potente zancada ni tampoco ha tenido una explosión goleadora determinante. Incluso ha dado muestras de irse de los partidos cuando ha desperdiciado alguna ocasión clara. Tampoco el equipo ha generado demasiado fútbol ofensivo para aprovechar sus cualidades. Este es un síntoma que el propio jugador detectó en sus primeros partidos. Echaba de menos al Koke de su anterior etapa, su principal abastecedor de pases de gol. Por entonces, Costa era el principal destinatario de la producción ofensiva. El juego del equipo estaba diseñado para que lo finalizara él. Todo iba encaminado a aprovechar su potencia en los desmarques.

Impacto

Ahora, el Atlético juega para Griezmann. Simeone no para de repetir que desde la llegada de Costa, el francés es un futbolista más libre para moverse a su antojo por todo el frente de ataque. Las estadísticas corroboran la teoría de su entrenador. La veintena de goles que ha firmado en 2018 han coincidido con la entrada de Costa en el equipo, para el que no hay reproches en el trabajo de zapa. Siempre está buscando desmarques que estiren al equipo o generando espacios para que Griezmann y los centrocampistas se asomen al área. Le falta una mejor relación con el gol. Con todo, para Arsène Wenger, la presencia de Costa es un problema para una defensa a la que se la acusa de endeble y poco contundente. “Históricamente sabemos que Costa puede marcar la diferencia. Lo ha hecho en Inglaterra, marcando goles y ganando cosas”, asegura el técnico del Arsenal. Wenger pretende reducir el impacto de Costa evitando que se exprese a la contra: “Nuestro trabajo es silenciarlo, que juegue peor y poco en nuestro campo”.