La hora del Mono
Germán Burgos, que dirigirá al Atlético ante el Arsenal, es un obseso del fútbol que complementa el carácter de Simeone
Mañana, Germán Burgos (Mar del Plata, Argentina; 49 años) no cumplirá con una de sus rutinas habituales durante los partidos del Atlético. Normalmente, pasados los primeros minutos de juego, su imponente y voluminosa figura de 1,88m emerge del banquillo carpeta en mano y con pasos lentos se dirige a Diego Pablo Simeone para ofrecerle a su jefe una primera lectura de lo que ha visto sobre el campo. Generalmente, esos primeros apuntes que Burgos transmite son sobre cómo y por dónde genera superioridades el rival. La expulsión del Cholo en el Emirates ante el Arsenal, en la ida de las semifinales de la Liga Europa (1-1) hará imposible ese ritual en la vuelta. Mañana, El Mono Burgos será su propio interlocutor. Algo que también sucederá en la final de Lyon si el Atlético se clasifica.
Lo normal es que sobre el área técnica del Metropolitano tampoco se aprecie el fervor y la intensidad con las que Simeone dirige y vive los partidos. Aunque sí deambulará por ella otro obseso del juego al que en 2010 no le importó empezar su carrera como técnico en los campos de tierra de la Primera Regional madrileña dirigiendo al Carabanchel. “Aposté por Germán porque al minuto de estar tomando un café con él se le veía que quería ser entrenador. Le dije que iba a entrenar a un equipo que jugaba en campos de tierra y me respondió que no le importaba, que él también había empezado a jugar en los campos de arena de Argentina”, recuerda Miguel Melgar, por entonces director deportivo del club de la castiza barriada madrileña. “Antes del primer partido se fue al campo del Parque Europa, en el que jugábamos, y lo estuvo midiendo personalmente para saber las distancias en los saques de banda y de esquina. Es muy meticuloso, y también más calmado que Simeone porque ha sabido adaptarse a ese papel de segundo para complementar al Cholo”, incide Melgar. En seis meses, Burgos ascendió a Preferente al Carabanchel. La temporada siguiente tuvo la dignidad de dimitir al séptimo partido porque los resultados no eran los deseados.
Análisis de madrugada
Los vigilantes nocturnos del Cerro del Espino, lugar de entrenamiento del Atlético, son testigos de la dedicación y la obsesión de Burgos por la táctica y la estrategia. Le ven llegar a altas horas de la madrugada cuando el equipo ha regresado de un desplazamiento y encerrarse a solas con su ordenador para compactar imágenes de los próximos rivales. El Mono desmenuza y le da la información masticada tanto a Simeone como a los jugadores. Las jugadas de estrategia, los puntos débiles generales e individuales de los rivales corren de su parte.
El mismo Burgos defiende que la imagen que transmite y su carácter jovial tienen poco que ver con la seriedad y la dedicación con la que toma su trabajo. “Está capacitado para un día dirigir a un equipo de élite. Primero, porque aspira a ello, y segundo, porque ha vivido como jugador el fútbol de alto nivel. Con Simeone también tiene una gran escuela como entrenador de primer nivel”, añade Melgar.
La carrera en solitario en los banquillos profesionales de Burgos está por empezar. Ha confesado que alguna vez le gustaría dirigir al River Plate y que esto llegará con naturalidad. Si decidiera volar solo, su nombre también se baraja entre los posibles sustitutos de Simeone cuando este decida poner punto final a su etapa en el Atlético. La dirigencia del club estima sus conocimientos, aunque nombrarlo sustituto de Simeone sería una decisión tan compleja como en su día fue para el Barcelona nombrar a Tito Vilanova como sucesor de Guardiola.
Mañana, Burgos será una vez más el hombre de las soluciones para Simeone y el Atlético.
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