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FÚTBOL INTERNACIONAL

Los españoles que golean en Polonia, Grecia y Holanda

Cuatro delanteros lideran la tabla anotadora en ligas extranjeras y reivindican la opción de emigrar para progresar

Igor Angulo celebra un gol con el Gornik Zabrze.
Igor Angulo celebra un gol con el Gornik Zabrze.GZ

Más de 1500 futbolistas españoles se alistan en Segunda División B, un tercer escalón que para muchos se convierte en un limbo apenas sostenido por la pasión y en el que convergen variopintas esperanzas e ilusiones. Quien renuncia a sus sueños muchas veces acaba abandonado por estos. Y nunca se sabe donde está el escenario para acariciarlos. Hay cuatro futbolistas españoles que los cumplen, cuatro delanteros que tienen algo en común: partieron desde clubs de Segunda B para jugar en el extranjero y ahora lideran las tablas de realizadores en sus campeonatos. Son ídolos en sus equipos, referencias en ligas con buenos estadios y un importante seguimiento mediático. “Eres futbolista por esto. El dinero es importante, pero sentirte a gusto… Juegas por eso, por esto te sacrificas tantos años, para sentirte realizado”, explica Igor Angulo, delantero del Gornik Zabrze polaco.

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Angulo, canterano del Athletic, ha jugado en todas las categorías del fútbol español, también en las categorías inferiores de la selección, donde coincidió con Torres o Iniesta. En las 17 primeras jornadas de la liga polaca anotó 19 goles. Tras el regreso del parón invernal, llevaba unos partidos de sequía realizadora, pero este sábado marcó un tanto que acerca a su equipo a puestos europeos y le sirve para igualar en la tabla de máximos goleadores del campeonato con Carlos López, un alicantino que llegó este verano al Wisla Cracovia tras dejar el Villarreal B. “Aposté fuerte y vine a un gran país a una liga en la que muchos equipos españoles sufrirían, en la que se juega al mil por mil desde el minuto uno al noventa y con un gran potencial físico. Los partidos son de ida y vuelta, similares a los de la Bundesliga”, detalla. Un campeonato, ilustra, de estadios llenos y clubs cumplidores: “Aquí se respeta la firma”.

Según la web Migrantes del Balón, que mantiene una completa base de datos, se cifran en 786 los futbolistas españoles que juegan a nivel profesional en el exterior. Pero salir no deja de ser una aventura, un reto que esquiva el confort. A Pedro Conde le avisaron un fin de semana de hace dos veranos de una oferta de trabajo desde la liga griega. Acababa de finalizar contrato con el Mérida y mientras barajaba opciones escuchó por primera vez el nombre del PAS Giannina. El lunes tenía que dar una respuesta porque el equipo ya estaba en marcha: esa semana jugaba una eliminatoria previa de la Europa League. “Mientras me lo pensaba me pusieron el contrato encima de la mesa y me fui con los ojos cerrados sin buscar siquiera donde estaba la ciudad”, recuerda.

Giannina es una pequeña capital de provincias al noroeste del país, vecina a la frontera albanesa y a más de 400 kilómetros de Atenas por griegas carreteras. “Llueve bastante”, dice Conde, aún así encantado con su destino. “Te dicen Grecia y surge la incertidumbre porque escuchas noticias sobre problemas en el país”. Y le aclara al periodista con inconfundible acento cordobés. “Escúcheme, aquí no hay crisis. Sales un lunes por la tarde y los cafés están llenos. Los fines de semana es imposible ir a un restaurante sin haber reservado. La gente hace vida en la calle. Pensé que iba a ser diferente. Mi familia no se lo creía, han venido y se fueron con la boca abierta”. Conde lleva 13 dianas y está a una de Prijovic, delantero del Paok. Marca en una liga en la que no hay concesiones, en la que doce de sus dieciséis equipos se manejan en torno a una media de un gol o menos por encuentro. “No hay tantos espacios como en España y casi siempre tengo apenas una o dos ocasiones por partido”, describe.

El gol se canta más en Holanda, donde impacta Fran Sol, que pasó por la cantera de Real Madrid y Villarreal antes de fichar por el Willem II. Esta temporada se pasó un mes sin jugar cuando le detectaron un tumor testicular que tras la exploración médica resultó benigno y pese al susto y la inactividad encabeza la tabla de goleadores con 15 tantos. Este fin de semana marcó el gol del triunfo en la remontada de su equipo al Utrecht. En la jornada anterior había firmado su primer hat-trick y lo logró ante el líder PSV Eindhoven, un dato relevante y más si se considera que juega en un equipo que pelea por la permanencia. Sol tuvo buenos datos realizadores en el filial del Villarreal e incluso llegó a debutar en Primera, pero completar el salto no siempre es sencillo. Igor Angulo tiene 34 años y sabe de lo que habla. Estuvo ante esa puerta que al final no se abrió del todo, apenas cinco partidos en Primera. “Si te sientes valorado es fácil que el rendimiento mejore. No creo que el fútbol polaco se adapte a mis habilidades, pero aquí tengo la confianza que en otros sitios no me dieron. Y eso es lo más grande para un futbolista”.

Carlos López, delantero del Wisla.
Carlos López, delantero del Wisla.WC

Porque esa es otra clave para entender que igual no estamos ante futbolistas de Segunda B que disputan campeonatos de un nivel similar a ese, sino ante profesionales que dan un paso adelante para acercarse a un tope que no habían podido mostrar. “En el Granada fui convocado con el primer equipo en Primera y en Segunda, pero no me dieron la oportunidad. Y sigo pensando que la hubiera aprovechado. Y que si me llamase Pedrinho la hubiera tenido”, cree Pedro Conde. En el filial del Granada disputó 34 partidos como titular y anotó 24 goles en Tercera División. Tenía 24 años y ya había pasado por el Córdoba B, el Atlético C, Jaén y Pozoblanco. De Granada se fue a Alcoyano, Melilla y Mérida. “El fútbol a veces es cruel e injusto. Vengo de la pobreza, de no cobrar, me acuerdo de lo que he vivido y me duele porque hay muchos jugadores que lo que necesitan es confianza para poder progresar. Muchos que están en Segunda B o Tercera también harían un buen año en Grecia. Y aquí soy feliz y me he puesto en un escaparate”. Carlos López prefiere rebajar las expectativas a quien piense que la emigración es un chollo. “Se mira a los que triunfan, pero también hay muchos casos de gente que ha salido al exterior, no jugaron y tuvieron que regresar”.

La puntería pone a un delantero en el mapa. “Las puertas se me han abierto y ahora veo que mi trabajo tiene más repercusión”, apunta la estrella del Wisla. No lejos de Cracovia, desde la Silesia minera, Igor Angulo, que jugó también en Chipre y Grecia, anima a abrir la mente y percibir que los sueños no tienen denominación de origen: “Juego en una competición muy seria y bien organizada, en un equipo que mueve pasiones. El fútbol no se acaba en España porque además muchas veces no valoramos lo que hay fuera por pura ignorancia y hay alternativas muy profesionales que no debemos caer en el error de infravalorar”.

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