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Rossi no puede vivir sin su Yamaha

El piloto italiano renueva hasta 2020 y seguirá compitiendo, al menos, hasta los 41 años

Nadia Tronchoni
Valentino Rossi posa con todo su equipo en el circuito de Losail, en Qatar.
Valentino Rossi posa con todo su equipo en el circuito de Losail, en Qatar.NOUSHAD THEKKAIL (EFE)

No hay nada que a Valentino Rossi le guste más que ir en moto. Concretamente, una Yamaha M1, la moto con la que más ha ganado, con la que mejor se entiende, la fábrica que más le ha respetado y admirado, la única que se rinde a sus pies, caiga quien caiga. Nada le hace más feliz. Por eso su vida gira en torno a MotoGP. Sus días libres, su círculo de amigos, sus negocios, su futuro. Pero a este todavía le da la espalda. Está fino, como siempre. Pocos pilotos de la parrilla cuidan menos su dieta que el abuelo del Mundial, 39 primaveras entre pecho y espalda. Nunca le faltó talento. Nadie tiene su pericia en cuanto se apaga el semáforo. Apenas trabaja el físico un poco más de lo que acostumbraba a hacerlo con 20 años para sentirse tan competitivo como cualquiera de sus rivales, que últimamente son más y mejores que los que le retaban cuando lo ganaba (casi) todo. Para así seguir aspirando al campeonato. Por mucho que esa M1 que tanto adora se haya presentado a este primer gran premio con algunas dudas, los mismos problemas de tracción trasera, la misma falta de regularidad en tandas largas que hace un año. Nada que no crea poder solucionar. Es Rossi.

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Por eso ha decidido que el Mundial que arranca en Qatar este domingo lo haga con la noticia de que habrá Rossi durante, al menos, tres años más. Yamaha anunció este jueves la renovación del piloto italiano dos temporadas más. Lo que significa, por otro lado, que el mito competirá, al menos, hasta los 41 años. Esa será la edad que tenga cuando inicie su 25º temporada en el Mundial de Motociclismo el año 2020.

La primera vez que hablaron de renovación era el mes de noviembre. Apenas había terminado la temporada anterior. Yamaha no le imprimió ninguna prisa a su gran embajador, solo le quiso dejar claro que estaría de acuerdo con su decisión, cualquiera que fuera. Le sabían competitivo. Y si él se sentía con fuerzas para seguir no habría más que hablar. Sabe Valentino que tiene 39 años, pero le importan menos los números que las sensaciones. Y se comprometió a decidir pasado el invierno. Si superaba el mes de marzo y los tests de pretemporada, estaba listo para seguir. Y lo hizo.

“Cuando firmé la última renovación hace dos años ya pensé si sería la última. Lo recordaba y de repente me invadía la tristeza. No estaba preparado para dejarlo. Pero, no he renovado por eso. He continuado porque siento que soy competitivo, que puedo ir rápido. Sé que es un gran reto, que correr hasta los 41 no será fácil, tendré que trabajar duro físicamente. Pero me gusta”, explicaba este jueves. Dicen quienes le han acompañado estos años, como su amigo Uccio Salucci, o Albi Tebaldi, que entrenarse cada día con los chavales de la VR46 Riders Academy a escasos cuatro kilómetros de su casa, su hermano Luca Marini, piloto de Moto2, entre ellos, le da la vida. Y le permite no perder la chispa. Quiere ganar siempre. Un miércoles en una pista de tierra contra un chaval de Moto3. Y un domingo de carreras contra Márquez.

Por eso ha renovado. No ha habido incentivo económico: mantiene una ficha de unos seis millones por año, muy lejos de lo que cobran pilotos como Márquez o Lorenzo, que obtienen el doble. El deseo de conseguir su décimo título Mundial, un reto cada día más difícil, ya no es una obsesión. Su objetivo es “llegar a las últimas carreras con opciones de pelear por el título”, dice. Y no habla por hablar. Pese al quinto puesto del año pasado, fue subcampeón los tres años anteriores.

Su continuidad, pues, responde sencillamente al deseo de seguir compitiendo. “Me lo paso bien. Disfruto. Me gusta este estilo de vida. A veces es difícil, pero no me importa, ya estoy acostumbrado, son muchos años”. Además, no hay equipo en el que se sienta mejor que Yamaha, a donde regresó en 2013 tras un paréntesis de dos años en Ducati, el único escenario en el que fue incapaz de triunfar. Antes había debutado con la casa de los diapasones en abril de 2004, en una carrera en Welcom (Sudáfrica) con la que empezó a hacer historia vestido de azul después de que en Honda no reconocieran lo suficiente todas sus virtudes. “La atmósfera del equipo es muy buena y para mí eso es importante”, señala.

Con su renovación, Rossi seguirá dejando huella en el Mundial de MotoGP, que todavía se rinde a sus encantos y a sus maniobras, a sus jugadas maestras, y a las no tan aplaudidas. Nueve veces campeón del mundo, siete en la categoría reina, es el piloto con más grandes premios: 365. Muchos se preguntan qué será del campeonato cuando se marche. De momento, no hay necesidad de seguir cuestionándose el modelo. El ídolo sigue. El espectáculo, por tanto, también.

Yamaha fue la primera en mover ficha en un mercado de fichajes que en MotoGP siempre se deja llevar por la corriente. Renueva uno, renuevan todos, se mueve una ficha, se mueven varias. Como la casa de Iwata ató a Maverick Viñales antes incluso de que arrancara la pretemporada se adivinó un inicio de curso poco movido, más allá de conocer qué decidiría hacer Rossi con su futuro o qué pasaría en la casa de Ducati, donde retener a Dovizioso y a Lorenzo al mismo tiempo es hoy más costoso que en el pasado. Renovó Márquez, lo que también entraba en lo previsto. Y, por ahora, sigue el maestro. Que siga la fiesta.

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Lin Jarvis, director de Yamaha Motor Racing, asegura que la razón por la que siempre tuvo claro que quería renovar el contrato de Rossi es “por todo lo que da a Yamaha, al equipo y al deporte, por quién es”. Pero también lo quería en su equipo porque “sigue siendo enormemente competitivo y un piloto de los mejores, totalmente capaz de ganar”. Un piloto que no quiere dejarlo ahora que todavía es competitivo a los 39 años porque piensa en tipos como Schumacher, Bayliss, Biaggi y recuerda que necesitaron volver a competir de alguna u otra manera. Él no quiere arrepentirse ni echarlo de menos. Si no lo dejó en el peor momento de su carrera, en aquellos años que estando en Ducati perdió a su amigo Marco Simoncelli y se planteó abandonar —“No era la respuesta correcta”— no lo hará ahora.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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