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El espaldarazo a Dembélé

El extremo francés marca su primer gol como azulgrana después de un inicio complicado de temporada

Jordi Quixano
Messi acude a felicitar a Dembélé tras su gol.
Messi acude a felicitar a Dembélé tras su gol.Manuel Queimadelos Alonso (Getty Images)

En la Edad Media, el espaldarazo era el momento cumbre para el guerrero, pues cuando el monarca posaba la parte plana de la espada sobre su hombro quedaba bautizado como caballero de la Orden. En el Camp Nou y en el planeta fútbol el rey es Messi. Y anoche el 10 lo demostró con dos goles —ambos por debajo de las piernas de Courtois— y una asistencia que fue el espaldarazo para Dembélé, que al fin tuvo su gran noche azulgrana.

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 Después de empatar hace un par de semanas ante Las Palmas, unas tablas que mellaban la marcha triunfal del Barcelona —entuerto arreglado unos días más tarde con el triunfo sobre el Atlético—, Iniesta tomó el micro. “Dembélé ha estado castigado por las lesiones y le ha costado coger ritmo, pero para nosotros es un jugador muy importante”, resolvió ante alguna que otra cara de escepticismo y hasta de sorna porque el extremo había estado más tiempo en la camilla para tratarse de sus reincidentes lesiones musculares —llegó a operarse— que mostrando esos bailes de balón que le subrayaron en el Dortmund. Acaso se le empezaba a mirar con ojeriza como a André Gomes [rehabilitado anoche tras su brutal ejercicio de sinceridad] porque más que a los rivales se regateaba a sí mismo y sobre todo fallaba de forma repetida en la toma de decisiones. “Un poco de paciencia”, reclamaban desde el club al tiempo que recordaban que con 20 años, por ejemplo, Luis Suárez agotaba su tiempo en el Groningen y Coutinho jugaba cedido en el Espanyol; “pero tenemos futbolista para rato”.

Piropos de Conte

 Eso opina Conte: “Habíamos hablado sobre su potencial porque le seguía en el Dortmund. Tiene un futuro fantástico; el Barcelona ha hecho un buen fichaje”. Así lo cree Valverde, que en el duelo en el que se jugaban su futuro europeo, decidió ponerle de inicio. “La idea era jugar con un extremo abierto que nos diera profundidad y luego que trabajara en defensa. Al ponerse el Chelsea tan pronto en desventaja, sus dos jugadores de banda le obligaban a trabajar mucho y ha trabajado bien”, explicó Valverde. Y esa profundidad es jauja para Messi, que hasta la fecha solo atendía a las rupturas de Alba por la izquierda. Pero Dembélé era una incerteza porque apenas había salido en cuatro encuentros de la partida y el único complicado fue ante la Juve en la fase de grupos. Hasta que Messi (y el propio extremo, claro) explicó lo contrario.

Leo le sisó la pelota a su amigo Cesc y en unas pocas zancadas descontó a Christensen y Azpilicueta. Y cuando parecía que haría una pared con Luis Suárez o probaría un nuevo recorte, puso un pase a la llegada de Dembélé, que controló el esférico para luego pegarle con el alma a la red. El festejo del Camp Nou fue de euforia; el del francés, de liberación porque era su primer gol como azulgrana, una suerte que no tastaba desde el 27 de mayo del año anterior, cuando marcó en la final de la Copa alemana. Pero la mayor algarabía se dio en el césped porque primero Messi con un abrazo y luego el resto de los compañeros —a excepción de Ter Stegen— hicieron una melé sobre el 11. “Le faltaba ese gol importante que le diese confianza”, señaló Alba. “Ya veremos si es o no un punto de inflexión, pero hoy ha hecho un gran trabajo”, se sumó Valverde.

Resulta que Dembélé negó la mayor, esa que le acusaba de vago en la fase defensiva. Así, en un par de ocasiones, llegó a tiempo para desbaratar el disparo de Marcos Alonso a la vez que se llevó las palmadas de Piqué y Alba, que expresó: “Se le exige defensivamente y ha tapado una jugada clarísima de gol”.

En el Camp Nou, el partido comenzó con una pancarta en la grada de animación en la que se podía leer: God save the King [Dios salve a la rey] y la icónica imagen de Messi con los brazos en alto tras el 6-1 del curso anterior frente al PSG. Una hora después, Dembélé chocaba las manos con Aleix Vidal, también con Valverde, y recibía el cariño de la afición que, como el 10, el rey, le reconocían ya de la Orden Azulgrana.

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