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Cristiano enfila al Madrid hacia París tras derrotar al Getafe

Los blancos, con el portugués en plenitud y un gran Marcelo en el tramo final, despachan con lo justo a un rival que no fue el equipo huesudo que suele ser

José Sámano
Cristiano controla el balón, en el Bernabéu.
Cristiano controla el balón, en el Bernabéu.GTRESONLINE

Con el chándal puesto y las cabezas y las piernas en París, el Real Madrid despachó al Getafe como si jugara al solitario sin otro fin que un pasatiempo. Y así fue hasta que al árbitro le dio un repentino ataque de árbitro y sacó un ratillo al partido del punto muerto en el que estaba. Con 2-0 para los madridistas y ya con diez el Getafe por expulsión de Rèmy, el juez sancionó con penalti una limpia defensa de Nacho frente a Jorge Molina, al que rebañó el balón con acierto. Doble tropezón arbitral.

Lo único que mereció la jugada fue un aplauso para Nacho. Pero si el hombre de amarillo vio una condena entonces debió expulsar al zaguero blanco, que, además, ya tenía tarjeta. El colegiado se hizo el lonchas y Portillo puso el 2-1 y pareció que habría trama. Un espejismo. Cristiano, cada día más afilado, cada día más Cristiano, evitó la intriga casi de inmediato. Primero le anularon un tanto por empujón a Djené y luego provocó una parada a lo Casillas del argentino Emiliano Martínez. A la tercera agradeció un servicio de Marcelo, que acababa de reaparecer, y cabeceó a la red. Al instante, el portugués, el mejor de la noche, se fue al banquillo. Él, como todos sus camaradas, tenía prisa por llegar a la capital gala.

Salvo el paréntesis entre el penalti y el 16º gol en la Liga de Cristiano, no hubo apenas esgrima y el equipo azulón apenas fue reconocible. Nada que ver con ese Getafe cófrade, eficaz y de emboscadas por cualquier sector del campo. En Chamartín, donde encajó por primera vez más de dos goles en lo que va de campeonato, bien que agradeció el Madrid la inopinada palidez de su adversario. Tanta, que salvo Portillo en el gol, casi no hubo otro azulón que echara un vistazo a Keylor.

Puestos a que se jugara a no jugar, por convencimiento los visitantes, por culpa del PSG los locales, el duelo quedó a pies de solistas como Bale y Cristiano. Suficiente para que los de Zinedine Zidane se fueran al descanso con la papeleta casi resuelta. A nadie se le escapó que el encuentro era telonero, un trámite sin hueso rumbo a la Torre Eiffel.

Por mucho que Zidane pasara revista a la BBC, nadie disimuló que el choque solo era un apeadero hacia el Parque de los Príncipes. La atonía fue elocuente desde el primer paso. El fútbol madridista no tenía volumen alguno. Un tostón de pases horizontales, un vaivén ordinario del balón ante la complacencia de los chicos de José Bordalás. El Getafe no es un conjunto cosmético, sino un equipo sacamuelas, gregario y ordenado. En el Bernabéu solo tuvo un aire agrario, una siega con botas y algunos asaltos desproporcionados. Como los dos mamporros que le soltó Rèmy a Nacho, lo que le costó la expulsión en la madrugada del segundo tiempo. Para entonces, el Madrid ya ganaba silbando, casi de puntillas.

Al primer disparo, gol blanco. Antes de que ocurriera nada ya vencía el Madrid, que no necesita prólogos para marcar. De un córner sacó provecho de una jugada farragosa. Tras un rechace inicial, Damián pateó a la lluvia con todo a favor para el despeje. Benzema devolvió el balón al área y se advirtió una acción algo rocambolesca. Isco se agachó al pensar que se iba a estrellar con Ramos, el cual también maldijo la cercanía interruptora del malagueño. Para asombro del capitán, la pelota rebotó en la espalda de Isco y cayó a pies de Bale, al que nadie arrestaba dentro del área. Un chollo para el galés, que embocó con las puertas abiertas.

El gol aperturista animó un poco al Madrid. Sin necesidad de remangue, al menos subió de marcha con el Getafe sin inmutarse, anclado en su rancho, sin palique con el balón como es su costumbre. Isco entendió que su posición está en la sala de espera del área adversaria para el pase terminal y cedió en su empeño de empotrarse entre Casemiro y Llorente para dar la primera salida al juego. Durante algunos minutos, el Madrid tuvo algo de fluidez. Hasta se animó Benzema, autor de un pase filtrado excelente para CR. El luso quebró a un contrario, dejó en la cuneta a un par de ellos más con un amague y estampó el balón en la red con un disparo con la zurda. Un gol estupendo por su origen y cierre.

Con este Cristiano en plenitud, el Madrid pasó rápido el mal trago tras el penalti de chistera y el trecho final tuvo un agitador elocuente. Marcelo, de vuelta tras lesionarse el 18 de febrero, fue la mejor noticia para el Madrid una vez asegurados los tres puntos. Marcelo no solo se probó. Hizo mucho más, hizo de todo y todo con pericia, arte y físico. Hoy no tiene comparación posible con Theo. El contraste es más que evidente en favor del veterano. Y así, con Marcelo por bandera el Madrid bajó el telón a una jornada sobrante. Máxime cuando en esta Liga no tiene mucho dictado y ya suena el timbre de la Copa de Europa. En el Parque de los Príncipes parisino, un tránsito hacia la final de mayo en Kiev o adiós a una temporada de barbecho. Casi nada a la vista.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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