La BBC hace pandilla
El Madrid, que por fin deja su portería a cero, arrolla al pujante Alavés con tantos de CR, Bale y Benzema en un mismo partido dos años después y otro gran encuentro de Lucas
Tras un primer tiempo bastante caótico, el Madrid emitió luego un sinfín de señales positivas frente a un Alavés que llegó al Bernabéu empinado, con el viento de cola. Y no solo por la goleada, lo que mantiene el hábito de las últimas semanas: 30 goles en siete partidos. Por fin, el Real dejó la puerta cerrada. Por fin, Benzema se ganó los aplausos. Por fin, Cristiano —que sigue enrachado— fue más generoso que nunca. Por fin, muchas semanas después se lució Bale en su primer partido completo desde el 20 de septiembre. Por fin, la BBC fue sinfónica (no marcaban los tres al tiempo desde el 16 de abril de 2016, frente al Getafe). Por fin, por fin... Chamartín también asistió al mejor despegue de Theo y al impulso infinito de Lucas Vázquez, que ya puede discutir la titularidad con cualquier ilustre.
Para cerrar un segundo tiempo demoledor para el Alavés, hasta Zidane puso su reloj en hora y le concedió minutos, que no míseros segundos como en Leganés, a Ceballos. Hasta el triunfal descorche madridista del segundo periodo no todo fueron confetis. La gente tuvo que tragar con un primer tramo muy desaliñado.
Desbarajustes, pifias, sucesos, enredos, nudos... De todo hubo en un primer tiempo en el que muchos parecieron forasteros del fútbol. Zidane esparció por el campo a su pelotón de jamaicanos para plantear un duelo a toda pastilla. Enfrente, el Alavés quiso enhebrarse para dejar a su adversario sin turbo. Pero ninguna pizarra marcó el devenir del juego, un embrollo constante de lesiones, patinazos, botas maltrechas, pies dislocados al contactar con la pelota... Tanto concedió el grupo vitoriano como el madridista, pero nadie penalizó al rival hasta que Cristiano fue congruente con el Cristiano del último mes, una retrospectiva del de toda la vida.
A un parpadeo del descanso, Lucas, de nuevo en una escala muy notable, dio profundidad a un servicio de Carvajal y el centro del gallego le cayó a Benzema tras un rebote en un zaguero blanquiazul. Al galo se le podrán recriminar otras cosas. Ingenio en el área, donde a tantos y tantos sufren una tiritona, nunca le ha faltado. De espaldas a CR, Benzema le citó con el gol con un taconazo. El luso despachó la jugada con un disparo cruzado con la zurda que se estampó en la red. La acción triunfal dejó una pincelada elocuente de lo que era el duelo. Los diez futbolistas del Madrid estaban repartidos entre el interior del área de Pacheco o a pocos palmos de su balcón. Un Real Madrid descamisado de cualquier manera.
Antes del tanto inicial, el partido no tuvo riendas. A los dos equipos les faltó consistencia. Sin Isco, Modric y Kroos, no hubo jugador blanco que sedara el juego. Tampoco guardianes del espacio. Es decir, gente que al menos blindara su posición cuando la situación lo requería. Por supuesto, tampoco la BBC, muchas veces solapadas sus siglas por su querencia a ocupar el embudo del ataque. El Alavés también era paradójico. Sin Munir, sancionado, entre todos los titulares de Abelardo sumaban siete goles en Liga. Ningún solista pasaba de dos. La extraordinaria crecida del Glorioso ha tenido más que ver con el zafarrancho defensivo, como ya demostrara incuso en el Camp Nou y en el Metropolitano. Pues bien, en Chamartín, el Alavés tuvo mejor pinta en el rancho de Keylor, autor de dos buenas y exigentes paradas antes del intermedio, que en el de Pacheco. También le faltó mayor tacto con el balón, lo que le dejó demasiado expuesto ante la infantería local. Un infortunado resbalón de Benzema en una contra, una plástica chilena de Bale y un par de zurriagazos de CR precedieron al tanto inaugural de los de Zidane.
El primer bingo de Cristiano, en el último minuto del primer capítulo tuvo una derivada inmediata: el segundo. Esta vez en el primer minuto del segundo episodio. CR no solo ha recuperado el gol (ya 14 en Liga), sino la exquisita puntualidad. A partir del 2-0, todo fueron festejos para el Madrid, muchos motivos para brindar. El Real, mucho más coordinado con los mismos descoordinados del periodo precedente, fue un vendaval. Por méritos locales, el Alavés pareció el equipo afeitado que no ha sido desde que alistó a Abelardo.
De regreso del descanso emergió un Madrid desatado, con las mejores rimas de la BBC, con la portería bloqueada mucho tiempo después. Bale, tan singular que fue el único en abrigarse las manos con guantes, le puso piernas y tiro. Lucas fue un martillo para sus rivales y no se recordaba un CR tan espléndido con el camarada. Si ya hizo notar a la afición el mérito de Benzema con su taquito del primer gol, el luso le cedió el lanzamiento del penalti cometido por Laguardia sobre el incisivo Bale que cerró la sobremesa. No falló el francés. Lo celebró la parroquia y, por supuesto, el agradecido CR. Estos años, Benzema, tan desprendido él, también le ha dado lo suyo. Un broche estupendo para un Madrid que crece y crece rumbo a París.
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