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El rodillo del Barça se deshace del ‘Gran Eriksson’

Heurtel, con 14 asistencias, dirige el triunfo azulgrana ante un rival fiado a la volcánica actuación del alero sueco

FOTO: Radicevic trata de frenar a Tomic. / Declaraciones de varios jugadores del Barcelona.Vídeo: Elvira Urquijo A. (EFE) / ATLAS
Robert Álvarez

El Barcelona devoró la semifinal ante el Gran Canaria con una voracidad que le remitió a sus mejores días. Y de eso, hace mucho. Casi tanto como el tiempo transcurrido desde que no se metía en la final copera, la que perdió en 2015, en Las Palmas, precisamente ante el Real Madrid, de nuevo su rival.

La clasificación avala a un Barcelona que llegó con muchísimas dudas a la competición y con un nuevo entrenador, Svetislav Pesic, que solo hace que pedir calma, cada vez que observa algún gesto de euforia a su alrededor. El entrenador serbio es muy consciente de que el Barça necesita mucho más que llegar a una final para sacudirse de encima las penurias de sus últimas temporadas. En cualquier caso, de su mano, la pinta del equipo ha cambiado por completo. El Barça ha recuperado seriedad y solvencia. El Gran Canaria, que por momentos pareció el ‘Gran Eriksson’, no pudo con un rival granítico.

GRAN CANARIA, 74; BARCELONA, 87

Herbalife Gran Canaria: Mekel (2), Rabaseda (2), Brusino (8), Aguilar (11), Balvin (3) –equipo inicial-; Oliver (5), Eriksson (25), Seeley (2), Pasecniks (10), Radicevic (3) y Báez (3).

Barcelona Lassa: Heurtel (13), Koponen (4), Sanders (8), Moerman (7), Tomic (6) –equipo inicial-; Pau Ribas (12), Hanga (12), Oriola (14), Claver (8) y Navarro (3).

Parciales: 15-21, 28-20, 12-24 y

Árbitros: García, Conde y Calatrava.

Gran Canaria Arena. 9.844 espectadores.

Markus Eriksson fue uno de los damnificados de la pésima temporada anterior del Barcelona con Bartzokas. El jugador sueco, criado durante cinco años en la cantera azulgrana, recaló el pasado verano en el Gran Canaria. Su irrupción en la cancha, mediado el segundo cuarto, fue volcánica. Le tomó la medida a la canasta de sus excompañeros y la acribilló. Cinco triples en un visto y no visto, en poco más de cinco minutos, sin fallo, además de una canasta de dos. 17 puntos, dos más de los que anotó su equipo al completo en el primer cuarto. Su eclosión cambió por completo el partido. El dominio del Barcelona, pertrechado por su superioridad en el rebote y por los robos de balón, se desvaneció. Del 26-36 al 41-37. Firmado, Marcus Eriksson, que acabó el partido con 25 puntos y seis rebotes.

También Albert Oliver, el tercer base a quien dio entrada Luis Casimiro, atemperó el ritmo de juego canario. El incombustible jugador catalán, a sus 39 años, sigue siendo un valioso diapasón, capaz de sembrar los puntos que cosechó cerca del tablero el letón de 2,16 metros, Anzejs Pasecniks. Y Rabaseda avivó su presión defensiva. El Gran Canaria desplegó sus mejores minutos.

El Barcelona había dominado el ritmo de juego gracias a su presión defensiva y a su desenvoltura en ataque, con el rebote como premisa. Heurtel rompía el dispositivo defensivo canario con una facilidad pasmosa, asistencia tras asistencia, las tres primeras en los tres primeros ataques azulgrana en el partido. El Barcelona fraguó su modus operandi. Navegó con el viento a favor, hasta que se destató la tormenta Eriksson. Pero amainó, entre otras cosas porque Oliver y Eriksson empezaron el tercer cuarto en el banco. Y sin ellos, el Gran Canaria perdió eficacia y soltura. Cuando volvieron, su equipo volvía a tener un lastre de diez puntos (49-59).

Hubo vaivenes en el marcador. Pero Pau Ribas, Navarro, Claver, con un triple sobre la bocina final del tercer cuarto, Oriola, al que su afición coreó al grito de ‘¡MVP!’, aunque no había duda de que el mejor, con diferencia fue Heurtel, con 13 puntos y 14 asistencias. Pero, por encima de todo, el Barcelona actuó como una orquesta. Todos sus jugadores aportaron. Entraron a la carrera en el último cuarto (56-70) y metieron la directa hacia la final.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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