Ir de compras
A veces has de comprar por si acaso. Como el Barça, que en una temporada impecable ha fichado a Coutinho
Cuando parece que ya todo está comprado, casi siempre surgen compras de última hora. Hablamos de compras circunstanciales, pero inevitables, porque después de meses preparándote para afrontar las severas adversidades de una temporada, de repente, en enero, descubres que en realidad no estás preparado, sino indefenso. En algunas épocas lo tienes todo, todo, todo, menos una cosa, y sin esa cosa, que puede ser una camiseta amarilla, tu vida perderá sentido. Te gustaría no tener que comprar así, claro, pero no puedes, y no quieres. Es la historia interminable: nunca podrás decir “lo compré todo, no hay nada más que comprar”. Sería no conocerse. Comprar aquello que necesitas despierta cierta dicha, pero hacerse con algo que no necesitas equivale a la felicidad. No sé si estoy hablando de fútbol o de algo más general, confieso. Seguramente no estoy hablando de fútbol, pero qué importa, todo es fútbol.
Te ronda siempre la duda, después de salir de compras, de si has comprado bastante o podías haber comprado alguna otra cosa, aunque no sepas qué. Lo que sea antes que ver un hueco vacío, una plantilla incompleta, un viejo capricho incumplido. Puede que no necesites un mediocentro, o un portero nuevo, pero ¿y si de pronto se produce una cadena de contingencias y sí lo necesitas —lo necesitas muchísimo— y no lo tienes? En ocasiones debes comprar por si acaso, siguiendo una lógica parecida a la de quien no sale nunca de casa por si acaso lo aplasta un elefante que acaba de escaparse del zoo. Fijémonos si no en el Barça, que en una temporada impecable, en la que va apartando a sus rivales con las manos, suavemente, como si fuesen cortinas, al llegar enero se ha hecho con los servicios de Coutinho. Alguien pensará que podía haber esperado al verano, una época pensada para gastar. ¿Pero y si el elefante fugado no elige para aplastar a un columnista o a un funcionario, sino a Iniesta? Estas son las complicaciones que ha de prever una directiva.
En último término, las necesidades también se inventan. Hace cinco años cogí el coche e hice 200 kilómetros para visitar a una amiga. Mientras la esperaba, entré en una tienda de muebles, en la que vi la butaca más maravillosa que jamás haya existido. O la compraba o mi vida sería una birria. No sabía si tendría sitio en el piso, pero ya se me ocurriría una idea durante el viaje de vuelta. Pagué un dineral y ni siquiera pude meterla en el coche, porque no entraba. Pues me compro otro coche, pensé en plena fiebre. Al final recapacité y regresé de vacío. Comprar es algo más complicado de lo que la palabra sugiere. Hay que haber comprado mucho, y erráticamente, para saber que algunos días lo último que precisas es comprar. Fijémonos en el Madrid, que lleva una temporada horrenda, y no encuentra el modo de modificar esa racha. ¿Ha fichado en enero? Pues no, para qué. Se ha quedado quieto, esperando a que se escapen 100 elefantes y aplasten a los equipos que tiene por encima.
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