El Deportivo destituye a Cristóbal Parralo y busca su séptimo entrenador en cuatro años
El uruguayo Martín Lasarte, mito del club en los años noventa, valora la oferta del club gallego
El pasado jueves, apenas finalizado el último entrenamiento previo a la visita a la Real Sociedad, el presidente del Deportivo compareció ante los medios de comunicación. Le ocupaba explicar los movimientos del club en el último mercado de fichajes, finalizado con un fiasco porque tras reconocer que querían reforzarse con un mediocentro no lograron cerrar ninguno tras valorar más de sesenta opciones. Tras más de media hora de conferencia de prensa, a Tino Fernández le llegó una pregunta sobre el entrenador. “Estamos contentos con él, pensamos que está haciendo un trabajo bueno y serio. No nos hemos planteado otra cosa que no siga en el banquillo pase lo que pase contra la Real Sociedad”, explicó. Cinco goles después, Cristóbal Parralo ha dejado de ser técnico del Deportivo, que está en puesto de descenso a Segunda. Su relevo se conocerá en las próximas horas y empezará a trabajar con el equipo este martes de cara al partido en Riazor contra el Betis.
El club gallego es una trituradora de entrenadores. Desde que en 2011 perdió la categoría en la que había escrito los veinte años más gloriosos de su historia han pasado ocho. Tino Fernández llegó al mando hace cuatro años y busca ahora su séptima opción. Toda la estabilidad que ha logrado la entidad se difumina cuando se enfoca hacia ese ámbito, en el que hace un mes se despidió al director deportivo y tres antes dijo adiós el consejero responsable de ese apartado durante las últimas campañas.
El primer nombre que está sobre la mesa para suceder a Cristóbal es el de Martín Lasarte, un uruguayo que forma parte del imaginario de una época inolvidable para muchos aficionados del equipo. Lasarte jugó tres temporadas y media en el Deportivo entre 1989 y 1992, fue central en el equipo que logró el ascenso tras casi dos décadas lejos de la máxima categoría y en el que al año siguiente lo mantuvo tras una agónica promoción que culminó en el Benito Villamarín frente al Betis. Allí brindó, tras la liberación del triunfo, un sentido abrazo sobre el césped con el técnico Arsenio Iglesias que dejó una frase que aún resuena en A Coruña. “¡Dios mío, Martín, cuanto he sufrido!”, le dijo el Brujo de Arteixo. Pocos días después el club decidió no renovar el contrato de Lasarte, pero su mito de hombre coriáceo, noble y comprometido pervive y se ha transmitido a las nuevas generaciones de deportivistas. Quizás amplificado por un tono epopéyico. Lasarte, que en diciembre dejó Nacional de Montevideo y había comandado hace ocho años el último ascenso de la Real Sociedad, declinó la pasada semana una oferta del Cerro Porteño paraguayo y duda en trasladarse a A Coruña por una serie de condicionantes familiares.
Mientras llega el nuevo entrenador a otro le toca hacer las maletas en el vestuario deportivista. Cristóbal Parralo se marcha tras su primera experiencia como técnico en la máxima categoría, después de trece jornadas, dos victorias, tres empates y ocho derrotas, 14 goles a favor y 33 en contra y una eliminación en la Copa del Rey frente a Las Palmas. Deja al equipo como el más goleado de la liga y frustrado porque no pudo obtener rendimiento de las características de unos futbolistas a los que nunca percibió como operativos para su manera de entender el fútbol. Ahora valora si continuará en el club haciendo otras funciones.
Parralo llegaba al primer equipo tras subir al filial a Segunda B y llevarlo a liderar esa categoría con una idea, muy en la moda actual, que subía líneas y privilegiaba la presión tras pérdida y las transiciones rápidas. Lo quiso replicar, pero se encontró con un plantel configurado por futbolistas escasamente sufridos para correr tras la pelota, carentes además de agresividad e intensidad defensiva, proclives al despiste y refractarios a la solidaridad. Antes del partido de San Sebastián, tras recibir siete goles en el Bernabéu y ceder un empate ante el Levante en Riazor, varias voces, incluso dentro de la caseta, apostaban por juntar al equipo, cerrar espacios y aprovechar la velocidad de sus delanteros. Pero Cristóbal decidió plantarse en Anoeta con un delantero, dos extremos y un mediapunta, con Adrián y Luisinho, dos futbolistas carentes de vocación defensiva para tapar un flanco que explotaron hasta la saciedad Odriozola y Oyarzabal. La medular la ocuparon Guilherme y Krohn-Dehli, dos centrocampistas que no se caracterizan por su capacidad de resta, y volvió a evidenciarse que el equipo está huérfano de un mediocentro posicional. La portería, un clásico ya, volvió a fallar. El cuadro se completó con los cinco capitanes fuera del once, detalle que sirvió para que el brazalete lo portase Albentosa, un futbolista que lleva poco más de una temporada en el club y no goza del favor de la grada. El desplome se lleva por delante al de siempre, y más en los últimos tiempos en A Coruña. Al entrenador.
Cinco entrenadores en catorce años, siete en los cuatro últimos
Entre 1992 y 2005 el Deportivo tuvo cinco técnicos: Arsenio, Toshack, José Manuel Corral, Carlos Alberto Silva y Javier Irureta. Tras la marcha del entrenador irundarra, Caparrós dirigió al equipo durante dos temporadas y Lotina le sucedió las cuatro siguientes hasta que en 2011 el equipo perdió la categoría. La recuperó de la mano de José Luis Oltra, al que Augusto César Lendoiro destituyó después de 17 jornadas. Domingos Paciencia se sentó en el banquillo las seis siguientes entre impagos y convulsiones, presentó su dimisión y cerró la campaña Fernando Vázquez, que casi logra una permanencia con la que nadie contaba en febrero.
El técnico gallego dirigió al Deportivo durante 15 partidos en Primera y los 42 de la campaña del último ascenso, veinte de ellos a las órdenes de la directiva de Tino Fernández, que le destituyó unas horas antes de iniciar la pretemporada. Desde entonces pasaron por el equipo coruñés Víctor Fernández (30 jornadas), Víctor Sánchez del Amo (46), Garitano (23), Mel (24) y Cristóbal (13). El Deportivo mantuvo la categoría en las últimas tres temporadas tras sumar menos puntos de los que hizo cuando descendió con Lotina en el banquillo.
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