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Copa del Rey - octavos - jornada 1
Espanyol
Espanyol
Gerard Moreno 28'
1 2
Finalizado
Levante
Levante
Morales 38'Ivi 73'

El Levante sufre y se gusta más que el Espanyol

Con dos balones al palo y tras dos errores, los de Quique Flores caen ante los granota en casa en un encuentro muy igualado

Nadia Tronchoni
Ivi celebra el segundo gol para el Levante ante la decepción de Granero y Diego López.
Ivi celebra el segundo gol para el Levante ante la decepción de Granero y Diego López. Toni Albir (EFE)

El Levante sufrió. Bastante y bien. Porque cuando se está en alerta se minimizan los fallos. Y los aciertos llegaron, así sin más. Desde los 11 metros y tras un robo de balón. Avispado y rápido Morales. Y después de un encuentro muy igualado la vuelta será otra cosa. Ya hay uno que parte con ventaja. Porque los errores se pagan caros, especialmente si uno juega la ida en casa. Al Espanyol le faltó decisión cuando tuvo el control del balón y el juego.

Fue Gerard Moreno —en boca de todos por el interés del Villarreal, que si se va, que si no se va, que el Espanyol no tienen constancia— quien firmó, a la media hora de encuentro, el gol que desataría el juego. Cuando más control estaba teniendo el Levante, cuando más se gustaba, apareció el delantero catalán. Besos al escudo y cero aspavientos, por cierto. A seguir jugando. Y eso hicieron. Más animados unos y otros. Sorprendidos y agitados poco después, cuando Fernández Borbalán pitó un penalti que nadie reclamó, que nadie esperaba. Fue entonces cuando el Levante se vino arriba. Y les buscó las cosquillas a los de Sánchez Flores, que se quedó boquiabierto, brazos cruzados, frente a su banquillo. Y así sigue. Porque además de perder, en casa, pudo contar hasta dos palos de los suyos. Ni la suerte le acompañaba.

Se enfrentaban dos equipos necesitados de un buen resultado, a cinco puntos del descenso en LaLiga el primero, a tres el segundo. Y todas esas ganas por darse una alegría se tradujeron en el campo con cierta contención. Poca filigrana y pocas prisas. Intensidad, pero un juego muy meditado, no se fuera a cometer un error inesperado. Que el camino sería largo. Este era un encuentro de 180 minutos. Así que, más allá de que comenzara agradando a los suyos el Espanyol, con mucho toque y hasta una llegada peligrosa al área de Raúl, la racionalidad se impuso.

El Levante despertó tras los primeros quince minutos. Se sacudió la ansiedad con una carrera de Samu y un remate de Bardhi. Y se adueñó del juego casi sin querer. Pero cuando mejor se encontraba, apareció Granero en la medular. Abrió la pelota a la izquierda y Piatti la colocó de nuevo al centro, directo a la cabeza de Gerard Moreno. Le sentó bien el tanto al equipo local, calmado ahora, dueño partido, que estaba donde quería. Hasta que se vio perjudicado por un balón que se fue fuera, pero siguió en juego. Toño se había metido hasta el fondo por el carril izquierdo —tan hasta el fondo que el esférico acabaría rebasando los márgenes del campo— y llevó el juego al área. Allí esperaban los suyos, pero también Víctor Sánchez, que se tiró al suelo y se llevó el balón con la mano. Penalti. Morales, tranquilo, engañó a Diego López.

El partido siguió de aquella manera tras el descanso. Exigido especialmente el Espanyol, el encuentro se encomendó a las idas y venidas de unos y otros, y se perdió, incluso, en algún rifirrafe. Las esperanzas de Cornellà se quedaron en un palo tempranero de Sergio García, más voluntarioso que eficaz. El Levante imponía la pausa al tiempo que subía de revoluciones el juego de Granero y Piatti (sacrificado finalmente por miedo a una segunda amarilla). En ocasiones, se jugaba casi a trompicones. Y los nervios los pagaron los locales en una mala entrega. La cazó Morales en el medio del campo, allí donde está prohibido perder balones. Y se lanzó en carrera. Hasta el fondo. Otra vez. Ahora por la derecha. Y se deshizo con dos golpes de cadera de Naldo y de Víctor Sánchez. Ivi, diez minutos después de entrar al campo, la metió. A placer. El Levante, que lo había apostado todo a Boateng, el único delantero del que disponía, pobló el centro del campo de medios y cruzó los dedos. Las bandas, bien abiertos los extremos, finos los laterales como Toño, hicieron el resto.

Todavía tuvo otro palo que lamentar el Espanyol, de Darder. Y firmó una mano majestuosa Raúl ante un remate postrero de Dídac Vilà.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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