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El estadio Azteca se rinde ante la magia de Tom Brady

El segundo año consecutivo de la NFL deleita a los mexicanos con una festiva victoria de los Patriots sobre los Raiders (33-8)

Brady, durante el partido en México.
Brady, durante el partido en México. B.Mendes (AFP)

La NFL regresó a México. El templo máximo del fútbol mexicano, el estadio Azteca, se transformó este domingo en la capital del football, el deporte de los altos niveles de testosterona. En la explanada del coloso de Santa Úrsula había cientos y cientos de Tom Bradys, Rob Gronkowskis y Derek Carrs. Todos querían mostrar sus colores: el azul, el rojo y el blanco de los Pats; el negro y plata de los Raiders. Había camisetas de todos los equipos y es que, aunque no jugaran los 49ers de San Francisco o los Pittsburgh Steelers, era una fiesta del fútbol americano en la que gozaron los Patriots al aplastar 33-8 a Raiders.

“Fue una odisea conseguir un boleto”, cuenta Óscar, un aficionado veracruzano de los Patriots. Las entradas, que se agotaron en menos de una hora, se convirtieron en un objeto de deseo y se vendían hasta 10 veces más caras que su valor original. “Tratamos de no pensar en el dinero, vinimos a divertirnos y creemos que el espectáculo lo vale”, confiesan Luis y Jaime, dos primos que recorrieron cientos de kilómetros desde Guadalajara y Acapulco para encontrarse en la Ciudad de México. Ambos muestran orgullosos sus típicos sombreros charros plateados con el protector de un casco de la NFL. “Queríamos hacer algo original para apoyar a los Raiders”, dicen orgullosos.

En los alrededores del estadio se vendían las hamburguesas, los hot dogs y todo tipo de parafernalia sobre el juego y los equipos. El toque mexicano no podía faltar con comida local: esquites de maíz, cueritos de cerdo y botanas con salsa picante. Estaban todos los ingredientes de un partido en Estados Unidos, pero también había cierto sabor mexicano. “Me disfracé de luchador para intimidar a nuestros rivales”, presume desafiante Saúl, otro admirador de los Raiders. Ese mestizaje ha fascinado a los altos mandos, que tienen en México al mercado internacional más importante de la liga.

El partido, el trigésimo que se juega fuera de Estados Unidos, era una prueba para saber si México podía consolidarse como la segunda casa de la NFL. Se hizo una campaña intensa para erradicar el grito homofóbico de “puto”. Se establecieron también controles de seguridad más estrictos para que no se repitiera el episodio en el que un aficionado molestó con un láser al quarterback de los Texans de Houston, durante todo el juego del año pasado. Esta vez no hubo incidentes que lamentara la liga e incluso hubo una mayor organización para la entrada de aficionados.

La batalla de cánticos entre los aficionados de Raiders y Patriots.
La batalla de cánticos entre los aficionados de Raiders y Patriots.K. Lee (USA TODAY Sports)

México demostró ser el gran anfitrión. Los organizadores no perdieron el momento para demostrar su nacionalismo. Primero con una bandera gigante, con un himno que retumbó por el recinto y después con un homenaje a los rescatistas y autoridades que ayudaron durante la crisis que desencadenaron los terremotos en septiembre pasado.

Antes del inicio del partido, el kickoff, la NFL anunció la extensión de contrato para los partidos de temporada regular en México hasta 2021. La apuesta de la máxima de la liga de fútbol americano es sensata al aprovechar el gran mercado mexicano ávido de este deporte-espectáculo.

Al final triunfó la ola, ese ritual que patentaron los mexicanos durante las Copas del Mundo de fútbol. Los gritos que se rendían ante el brazo de Tom Brady y el apoyo incondicional de la Raider Nation. La afición mexicana demostró, al final y, pese a las dudas, que estaba a la altura. “El ambiente es mucho más amigable y se nota lo que significa este juego para toda esta gente”, reconoce Joko, un aficionado de los Raiders que hizo el viaje desde Tenesí. “No le pide nada a un partido en Oakland, nos sentimos como en casa”, comenta Colin, que también viene disfrazado y con la cara pintada con los colores de su equipo.

Tom Brady fue el centro del juego. Desde la primera ofensiva se mostró como el gran ajedrecista del emparrillado. Supo cómo capitalizar el ataque de los suyos para encontrar a Dio Lewis en el primer touchdown y luego a Danny Amendola para, en la primera mitad, borrar del campo a los Raiders con un 17-0. Una actuación brutal para el quaterback más galardonado de la NFL. "Es increíble, no sé si sea el mejor de la historia, pero sin lugar a dudas Brady es el mejor de su época. Verlo jugar en persona es algo único", dice anonadado Luis Millán que lleva en el dorsal el nombre de su jugador favorito.

La segunda mitad solo fue el inicio de la aplanadora de los Pats. La línea defensiva de Boston negó los avances de Marshawn Lynch y Amari Cooper. Los de New England también aprovecharon una escapada de Brandin Cooks para una tercera anotación y hasta cuatro goles de campo de Gostkowski para reforzar su dominio. Amari Cooper y Crabtree logaron concretar los puntos para Raiders, 33-8. Esta vez, Brady, como lo hicieron Pelé, Maradona o Julio César Chávez, conquistó al estadio Azteca repleto con 77.357 aficionados: "¡Brady, Brady, Brady!".

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