El sueño de Pione Sisto
originario de Sudán y refugiado en Dinamarca, el extremo del Celta estará en el Mundial de Rusia
La Segunda Guerra Civil de Sudán fue una de las crisis humanitarias más graves del siglo XX. Comenzó en 1983 y finalizó en 2005. Se cree que dejó más de 1,8 millones de fallecidos, más de cuatro millones se vieron obligados a abandonar su hogar. Entre ellos una joven pareja, Masima y Sisto, huyeron a Kampala, capital de la vecina Uganda. Allí nació uno de sus siete hijos. Cuando el bebé tenía solo dos meses recibieron la oportunidad que esperaban, una nueva vida. En calidad de refugiados viajarían hasta Dinamarca, a Skive, una pequeña ciudad situada al oeste del país de poco más de 20.000 habitantes. A partir de ahí, con mayor o menor dificultad, Pione fue un niño más, con amor por el fútbol como cualquier otro chaval, con la diferencia de que destacó tanto que el Mitdjylland lo firmaría para sus categorías inferiores. Mañana se cumplen cinco años de su debut profesional en la Superliga danesa, 18 de noviembre de 2012. Solo dos años después sería reconocido por sus propios compañeros como el mejor futbolista del país, y acabaría ganando la Liga en 2015.
Pione no olvida de dónde viene. Cuando fue convocado por primera vez con la sub-21, sus padres, en plena rueda de prensa, dedicaron un baile tradicional a su hijo para desearle buena suerte. El jugador no dudó en abrazarles con orgullo. Desde hace algo más de dos años es internacional absoluto.
En el Aviva Stadium de Dublín, el martes, Pione Sisto agarró el balón en banda izquierda. En ese momento su selección estaba fuera del Mundial, perdía 1-0. Cambió de ritmo, una de sus virtudes, dejó atrás al defensor irlandés, la puso y Christensen hizo el empate de lo que acabaría siendo una goleada y el billete para Rusia, para el Mundial. Pione había cumplido un sueño.
El extremo es un fijo en el Celta de Unzúe como antes lo fue en el de su mentor, Eduardo Berizzo. Hoy es el máximo asistente de la Liga con siete balones de gol.
De aquel viaje, en brazos de sus padres, han pasado 22 años. La vida ha mejorado para ellos. La realidad de su lugar de origen, no.
Sudán del Sur fue declarado independiente en 2011; es el país más joven del mundo pero con viejos problemas. Una tierra azotada por una hambruna generada por la falta de recursos y el conflicto armado que estalló en 2013 a raíz de un golpe de Estado. La historia se repite. ACNUR anunció que más de un millón de niños han sido desplazados. No todos se llaman Pione, no todos tendrán su suerte.
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