“El fútbol femenino vive en una especie de burbuja”

Parece que el camino de Markel Zubizarreta (Mondragón, 31 años) es seguir los pasos de su padre, ya sea debajo del larguero o en los despachos. Licenciado en INEF y Máster en Gestión Deportiva, el hijo del mítico portero del Dream team es el encargado de liderar el desafío europeo del Barcelona femenino desde la secretaria técnica.

Pregunta. ¿Era más difícil ser el hijo de Andoni cuando su padre jugaba en el Dream team o ahora que es director deportivo?

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Respuesta. Era el hijo del portero del Dream team, que era diferente de ser el hijo de un delantero. Los pocos días que perdían un partido, mi padre era el que estaba expuesto. Y, en el cole, siempre había alguien que te lo recordaba. En cambio, las críticas que recibía cuando era el director deportivo del Barça las asociaba más a la posición que ocupaba que a un error suyo.

P. No escarmentó, porque fue portero y ahora es director deportivo.

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R. No creo que haya muchos hijos de directores deportivos que sigan con la saga. No escarmenté, pero mi posición tiene menos exposición que la de mi padre. En el fútbol femenino somos un mundo relativamente pequeño.

P. ¿Ahora sí que escucha a su padre?

R. Cuando era portero me intentaba dar consejos, pero no le dejaba. En la adolescencia piensas que tu padre se quiere meter en tus cosas. Ahora, como director deportivo, sí que le puedo preguntar alguna duda, pero más vinculada a temas legislativos que por asuntos del día o por fichajes. Es un experto al que puedo recurrir.

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P. ¿Cómo se enganchó al fútbol femenino?

R. En la temporada 2002-2003, cuando jugaba en el Athletic, fue el año en el que se creó el femenino. Fui a ver al equipo en San Mamés, veía sus entrenamientos… A partir de entonces, siempre lo fui siguiendo hasta que se me dio la oportunidad de entrar en el Barça.

P. ¿Cómo visualiza a su Barça?

R. En la etapa de Xavi Llorens pasamos de ser un equipo amateur a dominar el fútbol español. Ahora la apuesta del club es llegar a cuotas más altas, a competir en Europa. Somos modelo Barça, la cantera tiene que ser el eje vertebrador, complementado con futbolistas de fuera que nos ayudan a ir creciendo.

P. ¿En el fútbol femenino es más difícil recurrir a la cantera?

R. Nuestra cantera es básicamente de jugadoras catalanas. Son chicas que vienen a entrenar por sus propios medios. Son jugadoras que, como mucho, viven a una hora y media de Barcelona. Por otra parte, Cataluña es la comunidad autónoma que tiene más licencias de fútbol femenino. El año pasado en la sub 17, teníamos siete internacionales; este año, seis.

P. ¿Era necesaria la reestructuración que hicieron este verano?

R. No creo que fuese necesaria. Xavi llevaba 11 años en el mismo equipo. Hay veces que es mejor cambiar dinámicas. Hoy, el inglés es un idioma que se escucha en el vestuario. Por lo tanto, el cambio en el staff era también para adaptarnos al futuro.

P. ¿Más presión?

R. Los fichajes que hemos hecho nos han puesto más en el disparadero. Este año hemos fichado a seis jugadores, cinco internacionales. Cambió el nivel de entrenamientos, el entrenador…

P. ¿Le aumentaron mucho el presupuesto?

R. Tenemos más que el año pasado, pero menos de lo que vamos a tener en cinco. La apuesta del club es ir creciendo. Pero el fútbol femenino vive en una especie de burbuja. Al final, cada club apuesta la cantidad que quiere o puede. De momento, lo que el Barça invierte respecto del retorno que recibe es poco.

P. ¿Es deficitario?

R. En el fútbol femenino no cobramos entrada para los partidos ni tenemos patrocinador. No conozco los datos en el ámbito de marketing. No sé si es deficitario, pero entiendo que al club le genera una proyección que puede recuperar de otra manera. El mundo del fútbol femenino está creciendo. En los últimos tres años con la llegada de Iberdrola, de la televisión… Hay que ver el número de fichajes que hay. Muchos equipos están apostando.

P. ¿Falta el Madrid?

R. No nos iría mal. Para promocionar el fútbol femenino sería algo genial.

P. ¿Se ha acabado esa fase de las cuotas femeninas?

R. Nosotros, como deporte, estamos abiertos a los dos géneros. En el Mini hay aficionados y aficionadas. No tengo la sensación de lo que los hombres no consuman fútbol femenino. Es un producto deportivo, como yo puedo ver un partido de tenis de Muguruza. Con sus diferencias, el juego es el mismo. Pero en el fútbol femenino es difícil que se vean esas perrerías de perder tiempo o fingir penaltis. Es un mundo con más espíritu amateur. Y eso hace que la gente se puede identificar fácilmente con nosotros.

P. ¿Cómo convenció a Martens?

R. Venderles el Barça y Barcelona es sencillo. Lieke era una jugadora que teníamos vista mucho antes de que explotara. Le explicamos nuestro proyecto y nos ayudó haber eliminado a su equipo (el Rosengard, en cuartos) la temporada pasada en la Champions. Las dudas que puede tener una jugadora antes de venir al Barça pasan por cómo es la liga española y por cómo es el proyecto. Pero cuando se les explica la idea del club y llegan a la ciudad deportiva, todo cambia. Lieke tiene 25 años, tiene mucho margen de crecimiento. Nosotros no podemos competir con el Olympique de Lyon. No estamos en ese nivel económico. Tenemos que ir por gente que esté por explotar. No estamos en el punto de fichar a grandes estrellas. Hay jugadoras que cobran mucho dinero.

P. ¿En qué precios de mercado se mueve?

R. No tengo constancia, pero me han dicho que hay jugadoras en el Lyon que cobran medio millón de euros. Son números que a nosotros se nos escapan. En el Barça no cobran ni un cuarto de eso.

P. Pero se puede pagar por traspasos como pasó con Mapi León

R. Es una nueva situación, fue el primer traspaso en la liga española. Los números en los que nos movemos en el fútbol femenino son ridículos si lo compramos con el masculino [El Barça le pagó 50.000 euros al Atlético].

P. ¿Qué se le puede pedir al Barça?

R. Que compita con cualquier rival. Habrá días que seremos inferiores, pero no tenemos nada que perder con nadie. No tenemos el nivel de los grandes equipos de Europa, pero hay equipo para no tenerle miedo a nadie.