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A Mercedes le sobra energía

La racha de cuatro títulos de constructores de Mercedes hace que sus números superen a los que logró en su día Red Bull

Oriol Puigdemont
Usain Bolt y Hamilton, en el podio.
Usain Bolt y Hamilton, en el podio.Mark Thompson (AFP)

Que a Mercedes le sobra energía es una evidencia después del rodillo que ha pasado en los últimos cuatro años, en los que ha encadenado un doblete tras otro a la espera de que Lewis Hamilton logre rematar el Mundial el domingo que viene, en México. El título de constructores que logró la marca de la estrella este domingo en Austin no hace más que reconfirmarla como dueña y señora de la era híbrida de la Fórmula 1, dominada de cabo a rabo por la escudería de Brackley, capaz incluso de relativizar la tremenda inercia que llegó a coger Red Bull, entre 2010 y 2013. Al menos, eso es lo que muestran las estadísticas acumuladas de uno y otro equipo en casi el mismo periodo de tiempo (cuatro años), en el que dos pilotos, los mismos que se han jugado la corona de este 2017, sobresalen del resto.

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Las 41 victorias que Sebastian Vettel (34) y Mark Webber acumularon se quedan un poco cortas al cruzarlas con las 62 que hasta el momento ha sido capaz de sumar Hamilton (40) y su vecino de taller; fuera este Nico Rosberg (20) o Valtteri Bottas (2). Lo mismo ocurre con los 118 podios de la estructura alemana en estas últimas cuatro temporadas (62 de ellos para el británico) y los 85 de la formación energética (53 de ellos, de Vettel); con las pole position (69 para Mercedes y 52 para Red Bull) y con las vueltas rápidas (42 por 35).

Si el repaso que en su día dio el fabricante del búfalo rojo se basó principalmente en la aerodinámica y en la magia de los diseños de Adrian Newey, el quid de la hegemonía de Mercedes hay que buscarla en el motor de sus prototipos, por más que el músculo combine de maravilla con todo el envoltorio. Ironías del destino, el alma de la formación campeona corresponde a las cenizas de Honda, que a finales de 2008 pasó a manos de Ross Brawn y que un año después, con el Mundial en sus vitrinas, le revendió todo el tinglado al gigante germano.

Dos años tuvieron que esperar los ejecutivos antes de llevarse el primer triunfo a la boca, el que Rosberg logró en Shanghái en 2012, antes de que se produjera el cambio de tercio que tanto esperaban: la entrada en vigor del nuevo reglamento técnico relativo a los motores, la revolución más importante de la F-1 en las últimas décadas y la base del éxito de Mercedes y del fracaso de casi todos los demás, que se han tenido que conformar con repartirse las migajas (14 triunfos de los 76 posibles).

“La gente en Brackley y Brixworth (la fábrica de motores) hizo un trabajo fantástico y se sacrificó mucho durante todo este tiempo”, se felicita Toto Wolff, máximo dirigente de las Flechas de Plata. “Y no puedo pasar por alto algunas personas que en el pasado fueron importantes para Mercedes, como por ejemplo Paddy Lowe (ex director técnico, ahora en Williams), Ross Brawn también y James Allison, que viene de otro lado (Ferrari) y con el que es fabuloso poder trabajar”, añade el directivo, que en el garaje hace una curiosa pareja con Niki Lauda. Ambos están muy pendientes de los acuerdos relativos a la normativa de motores con vistas a 2021, que se debería presentar a finales de este mes y que, entre otras cosas, también persigue romper esta dinámica que a ellos tanto les gusta.

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