Mourinho se estrella contra el recién ascendido Huddersfield
Al equipo norteño, que no subía desde 1972, le bastó con apretarse atrás y soltar pelotazos para derrotar al United (2-1), que se queda a cinco puntos del City de Guardiola
La Premier experimentó un cambio abrupto al paso del Manchester United por la pequeña localidad de Huddersfield. Bajo un temporal de lluvia típicamente norteño, este equipo que acaba de ascender después de casi medio siglo en las categorías inferiores del fútbol inglés, se impuso por 2-1 al segundo clasificado del torneo. El United no supo contrarrestar la enérgica defensa que le opusieron y se fue al descanso con un 2-0. Dos goles en contra tras dos errores aparatosos. Un lastre insuperable que transforma el panorama del campeonato. La victoria del City ante el Burnley (3-0) asegura al equipo de Guardiola en el liderato con cinco puntos de ventaja y brinda la posibilidad al Tottenham de igualar a puntos al United en la segunda posición.
"Ganó el equipo que más ganas tuvo de ganar", dijo Mourinho al salir del campo. Envuelto en una gabardina negra abrillantada por el chaparrón, el entrenador se secó el pelo empapado y señaló que la causa de la derrota fue la falta de determinación de sus futbolistas. "Ganó el equipo que entró al partido con emoción, agresividad, intensidad y deseo; ganaron los jugadores que hicieron el partido de su vida. No seré crítico con mis jugadores; pero me ha sorprendido nuestro rendimiento, no lo esperaba".
Hace tiempo que los equipos de José Mourinho son predecibles. Organizados para agruparse en su campo, ceder la pelota y contragolpear a los espacios, suelen sufrir contra rivales que plantean algo parecido. Normalmente, equipos débiles que hacen lo que pueden, como este Huddersfield que cumplió con las tres tareas que le asegurarían el éxito: cerrarse con orden y atención, conseguir un buen porcentaje de primeros pases, y aprovechar las pocas oportunidades que sobrevendrían.
Aaron Mooy rentabilizó un mal control de Mata en el medio campo para llevarse una pelota que cualquier defensa bien colocada habría cubierto mejor. Sucedió en el minuto 28 y el atacante australiano se encontró con una pradera despoblada. La zaga del United no compareció y De Gea perdió el mano a mano. Señalar la responsabilidad de los jugadores que aparecen en la foto es sencillo. La realidad es que el United no estaba preparado para tener la pelota sin afrontar grandes riesgos, y cuando la perdió pagó las consecuencias.
Cinco minutos más tarde, el Huddersfield volvió a exponer el desorden del United cada vez que se ve obligado a llevar la iniciativa e intenta elaborar. Sacó el portero local, Jonas Lössi, y el pelotazo fue a botar sobre la línea de centrales del United. Pero ni Smalling ni Jones, con ventaja posicional y visual, consiguieron despejar ante la irrupción del rústico Laurent Deportie. El punta del Huddersfield arremetió, se llevó la pelota intacta, y ante las dudas de De Gea acabó presentándose solo ante la red. El 2-0 inflamó las gradas.
Mourinho sustituyó a Mata y Martial en el descanso y dio la entrada a Mkhitrayan y Rashford. La acumulación de atacantes es una reacción lógica pero contraindicada si lo que se pretende es descubrir espacios en la maraña. Mkhitrayan no encontró su sitio. Convertido en el mejor del partido por despliegue, desborde y precisión, Rashford metió el 2-1 de cabeza, a centro de Lukaku. Pero resultó insuficiente.
El desorden, no la ausencia de emotividad, fue el principal problema del Manchester, obligado a compensar la falta de automatismos con energía. Ander Errera, sin embargo, repitió lo que suele decir su entrenador cuando las cosas salen mal. "No fuimos suficientemente apasionados", declaró el centrocampista. "¡Dios mío!", exclamó Mourinho al enterarse de las palabras pronunciadas por el español. "Cuando un jugador piensa esto creo que todos deberían ir a la conferencia de prensa y explicar por qué han perdido, porque yo no puedo. Me preocupa, claro. Si ha ocurrido hoy, ¿por qué no puede ocurrir mañana?".
Mojado bajo la lluvia otoñal, Mourinho asistió a los acontecimientos con el rostro desencajado. El United no perdía un partido desde el 8 de agosto, cuando cayó ante el Madrid en la final de la Supercopa (2-1). Desde entonces disputó 12 partidos en todas las competiciones y recibió dos goles. El pequeño Huddersfield le duplicó la estadística.
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