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Lluvia de estrellas errantes en la era de los superequipos de la NBA

Kyrie Irving, Carmelo Anthony, George, Butler, Chris Paul, Wade o Isaiah Thomas cambian de equipo para zanjar sus problemas y en busca de nuevas motivaciones

Robert Álvarez
Chris Paul, lanza ante Carmelo Anthony.
Chris Paul, lanza ante Carmelo Anthony.Sue Ogrocki (AP)

Gregg Popovich sabía muy bien lo que decía cuando en febrero de 2008 acusó a los Lakers de haber cometido “el mayor robo del siglo” por arrebatarle a Pau Gasol a los Memphis Grizzlies. El equipo que entonces dirigía Phil Jackson, tras la incorporación del pívot de Sant Boi encadenó tres finales y dos anillos de campeón. Poco después, LeBron James y Chris Bosh se juntaron con Dwyane Wade en Miami y enlazaron cuatro finales y dos títulos entre 2011 y 2014. LeBron volvió a Cleveland y se juntó con Kyrie Irving y Kevin Love para ganar otro anillo 2016 y Golden State recuperó la pasada temporada el cetro tras incorporar a Kevin Durant.

Esas son las pistas sobre las que se deslizan la traca de fichajes que se han producido este verano en la NBA: Kyrie Irving (Cleveland-Boston), Dwyane Wade (Chicago-Cleveland), Carmelo Anthony (Miami-Oklahoma City), Paul George (Indiana-Oklahoma), Chris Paul (Clippers-Houston), Isaiah Thomas (Boston-Cleveland), Jimmy Butler (Chicago-Minnesota), Gordon Hayward (Utah-Boston), Paul Millsap (Atlanta-Denver), Dwight Howard (Atlanta-Charlotte), Rajon Rondo (Boston-Nueva Orleans) y Rudy Gay (Sacramento-San Antonio).

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La historia también demuestra que los ‘big-three’ no siempre son exitosos, con ejemplos muy ilustrativos como los de Olajuwon, Barkley y Drexler en los Rockets (1996-1998) o Kobe Bryant, Steve Nash y Dwight Howard, además de Pau Gasol, en los Lakers (2012-2013). Pero esta temporada, que empieza en la madrugada del miércoles con un Cleveland-Boston y un Golden State-Houston, parte con tres superequipos: Golden State, Cleveland y Oklahoma. Superequipos es la palabra de moda en la NBA. El legendario Michael Jordan, ahora propietario de Charlotte Hornetts, se despacha a gusto: “Desde un punto de vista competitivo, esta tendencia va a dañar a la NBA. Va a haber uno o dos equipos geniales, pero los otros 28 serán una basura. O al menos sufrirán problemas para sobrevivir en el ámbito económico”.

Las estrellas buscan mayor fulgor en equipos que supuestamente son capaces de colmar sus aspiraciones. Un traspaso puede cambiarle la vida a un jugador y un fichaje puede cambiarle la vida a un equipo. Lo describe Pau Gasol, con la perspectiva que da el paso de los años, casi diez, de su sorprendente traspaso de los Grizzlies a los Lakers. “Fue ideal para mí. El equipo estaba en un proceso de reconstrucción, el propietario vendía la franquicia y no íbamos a crecer. Íbamos a ir cuatro pasos atrás, para volver adelante y yo ya llevaba seis años en el equipo. Finalmente, encontramos una situación en la que poder progresar”, recuerda el ahora jugador de los Spurs. La llegada de Pau Gasol transformó de manera inmediata su carrera y la de los Lakers, que ese mismo año alcanzaron la final (2008) y los dos siguientes ganaron el anillo (2009 y 2010).

Carmelo Anthony llegó a Nueva York procedente de Denver en febrero de 2011 con todos los honores y con la pretensión de cambiar el rumbo errático de los Knicks. Tenía 26 años. Lejos de mejorar, durante su etapa los Knicks solo estuvieron tres veces en los playoffs y dos de ellas cayeron en la primera ronda. Y en 2015 cuajaron la peor temporada de su historia.

Esta tendencia va a dañar a la NBA. Va a haber uno o dos equipos geniales, pero los otros 28 serán una basura Michael Jordan

Ahora Melo, con 33 años, cierra una etapa que no fue como esperaba y que en la última temporada le costó algunas muestras de desafección por parte del público del Madison Square Garden. Ya enfundado con la camiseta de Oklahoma City y tras haber posado junto a Westbrook y Paul George, afirma: “Mi motivación es diferente ahora. La había perdido un poco en Nueva York. Era capaz de salir a jugar, pero cuando esa motivación fluctúa, es duro levantarse por las mañanas. Es difícil lidiar con ello. Ahora me siento revitalizado, aliviado… He nacido de nuevo”.

Wade, con LeBron James al fondo.
Wade, con LeBron James al fondo.Scott Galvin (AP)

Paul George, traspasado por Indiana a Oklahoma City Thunder a cambio de Victor Oladipo y Domantas Sabonis, explica la influencia de Russell Westbrook en su decisión. “No era uno de los equipos que estaba en mi mente, pero pienso que junto a Russ podemos construir algo especial. Todo lo que deseo es una oportunidad de luchar por algo especial e intentar ganar el título”. Con los Pacers se acercó al objetivo pero perdió dos finales de Conferencia en 2013 y 2014 y en las dos últimas temporadas cayó en la primera ronda. A sus 27 años, George busca una nueva oportunidad junto a Westbrook y Carmelo.

Chris Paul dejó los Clippers por los Rockets, Los Ángeles por Houston. Después de seis años el eterno perdedor necesitaba un cambio. “He pasado buenos momentos estos seis últimos años, pero he percibido que era el momento ideal para un cambio, no solo por mí sino por el equipo. Todo el mundo decía: ‘No se puede llegar, no se puede superar un desafío’. Lo intentamos todo. El staff y yo estuvimos de acuerdo en que hacía falta un gran cambio. El fin último es ganar el título. Probablemente lo que más me motiva es jugar con alguien (Harden) que tiene tantas ganas de ganar como yo. No estaba tan motivado desde hace muchísimo tiempo. Es un nuevo comienzo”.

Jimmy Butler, tras la etapa de Derrick Rose, se convirtió en el jugador franquicia de Chicago Bulls. Pero pasaban las temporadas y se le achacaba la falta de progresión, a pesar de que en la última los Bulls ficharon a Rondo y Wade. Butler, tras fichar por Minnesota Timberwolves, explica: “No me molestan las críticas, pero cuando tengo alguna cosa que decir, la digo. Detesto perder. Puedo aceptarlo si hemos combatido. Pero si se pierde dejándonos ir, me vuelvo loco”.

Dwyane Wade, después de una temporada marcada por los problemas de convivencia con Rondo y con Jimmy Butler en los Bulls, apostó por Cleveland Cavaliers, donde se junta de nuevo con LeBron James, con el que ganó dos títulos para Miami Heat. “Siempre soñé en jugar para Chicago Bulls y me siento muy afortunado por haber cumplido ese sueño la pasada temporada. El equipo ha tomado una dirección diferente, lo que me ha hecho reconsiderar lo que necesito en esta parte de mi carrera. Formar parte de un equipo que está en proceso de reconstrucción no se alinea con lo que quiero en este momento. A mis 36 años, deseo perseguir un cuarto título, llegué a un acuerdo con los Bulls y ahora me satisface unirme a los Cleveland Cavaliers. Cleveland cree en mi talento y en lo que puedo aportar a un favorito al título como jugador y como líder”.

Allí se reunirá también con Isiah Thomas, all star las dos últimas temporadas y que en los últimos playoffs protagonizó una emotiva historia al jugar solo un día después de la muerte en accidente de tráfico de su hermana Chyna, de 22 años. El público del Garden se volcó con su ídolo y líder del equipo. Por eso el traspaso le sorprendió. “Esta mierda duele mucho. Y no mentiré, sigue doliendo”, se sinceró. “Desde la perspectiva del baloncesto que yo esté en los Cavaliers es como estar en el cielo. Las emociones son contrapuestas. Nuestra meta, con los Celtics, fue ganar a Cleveland y la final del Este. Ahora seré yo el que tendrá que impedírselo a los Celtics”, afirma el base de 28 años que se perderá las primeras semanas de competición a causa de una lesión.

Kyrie Irving ha tomado el camino opuesto a Wade. El base de 25 años ha preferido disolver su alianza con LeBron James en los Cavaliers para marcarse un reto muy especial en los Celtics, un equipo en el que se juntará con Gordon Hayward y Al Horford. Jamal Crawford, que a sus 37 años vestirá su séptima camiseta en la NBA, la de Minnesota, resume: “A veces es más gratificante ayudar a un equipo a progresar y a superar etapas. Este es el reto aquí y es lo que es apasionante”.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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