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Marco Asensio revienta la cronología

El balear, a los 21 años, acaricia la categoría de estrella del fútbol sin haberse asentado como titular en el Real Madrid

Asensio, durante su acto de renovación.
Asensio, durante su acto de renovación. Luca Piergiovanni (EFE)

La consolidación de un jugador como estrella en el escenario futbolístico suele culminarse tras finalizar una trayectoria que se entiende natural y en la mayoría de los casos preestablecida. Todas con una primera aparición precoz como punto de partida, algunas continúan con una parada intermedia marcada por las regulares pero breves apariciones y otras se precipitan directamente a la continuidad inmediata, la meta del camino. Asentados, unos consolidan su figura y otros se diluyen para recolocarse en un rango inferior. Toda esta cronología hacia el éxito la ha reventado Marco Asensio a los 21 años con el beneplácito de su técnico, Zinedine Zidane, administrador de un talento cuya explosión a base de prodigiosos fogonazos aislados se ve condicionada por una competencia extrema y frenada por la firmeza del tridente formado por Cristiano, Benzema y Bale, intocable hasta ahora para el técnico.

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El Real Madrid, consciente de lo que tiene entre manos, no ha escatimado en renovaciones y elogios para su aspirante. Fichado en diciembre 2014 y poco más de un año después de su llegada a la primera plantilla, el club anunció este jueves la tercera mejora y ampliación del contrato de Asensio, atado a Chamartín hasta 2023. Más años, más salario y una cláusula de más de 500 millones para un jugador que ha conseguido convertirse en una pieza importante sin consolidarse todavía como imprescindible. 40 apariciones en la élite han sido suficientes para que Asensio derribase las puertas de la titularidad en la selección y se aproxime a la categoría de estrella. En 12 meses sin excesivo protagonismo ha pasado de opositar a un dorsal a poner en jaque a la BBC. “Ha ido todo un poco rápido, pero lo he sabido llevar bien”, reconoció ayer Asensio.

14 goles, la mayoría de bellísima factura y notoria trascendencia, seis de ellos para convertirse en el primer jugador de la historia que anota en su debut en seis competiciones (Supercopa de Europa, Liga, Champions, Copa, Mundial de Clubes y Supercopa de España), conducciones y desbordes al alcance de pocos y una zurda privilegiada han hecho que sus ratos sobre el césped le catapulten al estrellato pese a no haber traspado la línea de actor secundario en el Madrid. Su rango de momento no parece afectar a su eclosión. Para Florentino Pérez no existe un talento como él en el mundo ahora mismo, ni siquiera el delantero del PSG Kilyan Mbappé. El presidente asegura que el balear tiene las condiciones y la personalidad para convertirse en el mejor jugador del mundo. También lo cree Cristiano, que le incluyó entre los candidatos a heredar su legado y el de Messi, y lo cree Isco. “Es el jugador joven con más proyección del mundo”, confesó el malagueño.

Caso Leo Messi

Su atípica irrupción atisba ciertas similitudes con la aparición de Lionel Messi en el Barcelona. Asomó la cabeza en 2004 con 17 años, se le dosificó en 2005 y se desató en 2006. Un proceso de tres temporadas en las que el argentino pasó de niño prodigio a heredero de Maradona y del trono del fútbol mundial. En el Madrid no se recuerda un caso similar.

La pausa que entonces mantuvieron el propio Leo y Frank Rijkaard, entrenador de aquel Barcelona, la emulan una década después Asensio y Zidane. El técnico no tiene prisa por precipitar los acontecimientos y Asensio, maduro e inteligente, tampoco parece muy impaciente ni preocupado por correr el riesgo de eternizarse en la intermitencia. “Tengo que ir poco a poco, soy joven. Quiero ir paso a paso”, reconoció ayer el balear. “Me siento importante, estoy en un buen momento. El míster ya sabe cómo me tiene que tratar. Yo tengo mis metas personales, mi objetivo siempre es jugar pero entiendo que hay más jugadores y hay que repartir los minutos”, explicó. Zidane ha controlado a los suyos con mucha precaución. El técnico nunca le ha expuesto de forma continuada. Le mostró en los primeros meses del curso anterior, después le hizo alternar el banquillo con la grada para terminar recuperándole como un secundario imprescindible en la consecución del doblete. No fue titular en ningún partido decisivo, pero apareció en todos. Marcó y asistió en los cuartos de la Champions y anotó el gol final de la duodécima en Cardiff.

Zidane, sin el tridente al completo, ha vuelto a darle carrete en el inicio de esta temporada. Su pupilo respondió comportándose como estrella y reclamó continuidad, su único campo por explorar en la élite y en el que se definirá de forma defintivica cuál es su techo y condición.

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