Borja Mayoral, el nueve que dibujaba porterías con tizas
El canterano, que llegó a la Fábrica con diez años, es el único delantero disponible para Anoeta
“Nos vamos a apañar con lo que tenemos”. Zidane no ha hecho más que repetirlo desde que se lesionó Benzema. El francés, con una rotura muscular, no regresará hasta dentro de tres semanas. A Cristiano Ronaldo le queda todavía un partido de sanción. Este domingo en Anoeta (20.45, Movistar Partidazo) Zidane sólo tiene disponible un delantero centro: Borja Mayoral. El canterano de 20 años, que heredó el dorsal de Morata es la opción más natural para la zona de ataque del Madrid.
Nueve puro, Mayoral, que regresó este verano a Chamartín después de una complicada experiencia en el Wolfsburgo, empezó en un equipo de barrio, el suyo, Fuentebella en Parla, ciudad donde nació y en la que viven sus padres. Hijo de una familia humilde —el padre, José Luis, es carnicero y la madre, María Isabel, ama de casa— se bajaba todas las tardes con su hermano mayor, Kity, a la parte trasera de casa para dar patadas a un balón. Dibujaban las porterías con tizas en la pared.
Con cuatro años le diagnosticaron diabetes y su madre es la que le medía los niveles de azúcar antes de cada partido. También la que le pinchaba insulina tres veces al día. Desde hace algunos años Borja aprendió a hacerlo solo. “Mis padres nos dieron dos consejos: que disfrutáramos y que en nuestro día a día no faltara nunca trabajo y humildad”, cuenta Kity, cinco años mayor que Borja, y que se fue a vivir con él y otro amigo a Alemania la temporada pasada.
En la Bundesliga, Mayoral solo jugó 426 minutos (marcó dos goles). Una experiencia fallida que terminó por debajo de las expectativas. “Decisiones del entrenador... Borja entrenaba como el que más. La situación del equipo, peleando para no descender, tampoco ayudó”, cuenta su hermano, que dice que el momento más complicado que vivió Borja fue el año en Alemania. “Tenía la ilusión de un niño pequeño, pero era duro ver que trabajabas y no jugabas. Nos decía: ‘a lo mejor no soy tan bueno como pensaba’. Para animarle le decía que si estaba allí era porque lo había ganado”, rememora ahora Kity. En su habitación crecieron con los pósters de Ronaldo, Cristiano, Henry y Rafa Nadal.
Nueve que sabe asociarse
Mayoral, a quien describen como serio y profesional en el trabajo, y enrollado, sonriente y bromista fuera, siempre fue delantero. “Borja era de los cuatro o cinco jugadores que destacaban, era goleador, rematador puro pero no exento de regate. En carrera y en la conducción del balón desbordaba”, le define José Antonio Sandoval, ahora en la cantera del Villarreal, que le entrenó en el Alevín A del Real Madrid.
“Conmigo también siempre jugó de nueve. Era uno de los futbolistas con más potencial de la casa, de los que veías que llegarían al primer equipo. Tenía buena relación con la pelota con y sin espacios, buen sentido del juego, sabía asociarse y mejorar la jugada”, le recuerda Tristán Celador que le tuvo en el Juvenil C del Madrid. Ramón Martínez, director de La Fábrica, llegó a decir que Mayoral era el mejor delantero centro de la cantera en los últimos 30 años. Con Zidane en el Castilla, jugó más en la banda porque el nueve era Mariano, aunque Mayoral rinde más como rematador.
Debutó en el primer equipo con Benítez, en un amistoso en Múnich. Esa temporada (2015-16) alternaba partidos de Youth League con el Castilla y entrenamientos y encuentros de Liga con el primer equipo. En el primero que jugó de titular, ya bajo las ordenes de Zidane por la ausencia de Benzema, le pidió un favor al árbitro al final del partido. Su disparo se estrelló en el palo y antes de entrar dio en Mariño, el guardameta del Levante. “Me haría un inmenso favor si me concede el gol. Sería mi primer gol en Primera. En el marcador aparecía mi nombre”. Al final se lo dieron a Mariño en propia puerta. Este domingo tiene otra oportunidad para marcar su primer tanto en Primera con la camiseta del Madrid.
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