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A Sergio García no le sienta bien el verde

El golfista, con +4 en la primera jornada del PGA Championship, no ha vuelto a jugar a su nivel desde que ganó el Masters

Jordi Quixano
Sergio García, durante su partida de ayer.
Sergio García, durante su partida de ayer.ERIK S. LESSER (EFE)

A Sergio García le gusta cómo le queda la chaqueta verde del Masters de Augusta que conquistó en el primer grande del año [hasta se la puso la semana pasada en el día de su boda], el fin de su gafe porque ya nadie le consideraría el mejor de los peores —entiéndase por los que no tienen un major en el bolsillo—, sino uno más de los campeones. Pero quizá no le sienta tan bien el verde porque desde entonces su golf ya no es el mismo. Falla con el driver cuando es de los más fiables en coger calle; con los hierros mezcla tiros fabulosos con otros mediocres; y el putt se le vuelve a resistir.

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Deficiencias que evidenció en los dos grandes anteriores (concluyó 21º en el US Open y 37º en el Open Británico) y que repitió ayer en el US PGA Championship (acabó con +4). Tarjeta que de no maquillar podría enviarle a casa antes de tiempo, como ocurrió el año pasado, cuando no superó el corte por primera vez en los últimos 11 grandes. Aunque su desencanto con el torneo viene de lejos.

En 2008, Sergio llegó al cuarto día entre los mejores y a falta de cinco hoyos era el líder con un golpe menos que Padraig Harrington, que se relamió con la fatalidad del castellonense porque falló un putt para birdie en el hoyo 15, tiró la bola al agua en el 16 y completó el descalabro con un bogey en el 17. Sergio acabó segundo en la tabla, resultado repetido porque en 1999 perdió ante Tiger Woods. Desde entonces, no le han salido las cosas en el PGA Championship, al punto de que en las siguientes ocho participaciones no pasó el corte en cuatro y solo en 2011 se acercó al top ten (12º). No parece que se vaya a corregir esta vez.

“Estoy regular porque en las últimas semanas no he jugado muy allá”, reflexionaba Sergio el día antes de plantarse en el tee del 10 —se hizo doble salida por la acumulación de participantes— para competir; “no estoy muy sólido. Sí que doy buenos golpes, pero también otros que no me gustan, un poco descontrolados. A ver si soy capaz de controlarlos porque no estoy con las mejores sensaciones”. Su golf le dio la razón. A pesar de que comenzó con un birdie, se atragantó con los últimos hoyos del recorrido de Quail Hollow (dos dobles bogeys y un bogey) entre visitas al búnker y a un riachuelo que rodeaba el green del 18. Y eso que tenía una partida de lo más competitiva porque compartía turno con Jordan Spieth (+1) —el más mirado porque de imponerse se convertiría en el golfista más joven en lograr el Grand Slam y con el pegador Brooks Koepka (-3), ganadores de los otros majors del año. Pero Sergio no supo agarrarse al campo y su +4 le aleja de las primeras posiciones y puede que del tercer día.

Rahm, a tres golpes del líder

No le fue mejor a Pablo Larrazabal (+6), en un torneo que se le resiste porque solo ha pasado un corte de cinco, ni a Rafa Cabrera Bello (+3), que brilló en el Open con su cuarta plaza pero que ayer no se salió con la suya. “Son los greenes más rápidos en los que he jugado nunca”, se lamentaba Larrazabal en las redes sociales tras la vuelta. En las antípodas se colocó el danés Thorbjorn Olesen (-4), seguido por los americanos Koepka, Murray, Stroud, Kisner, D.A. Points y Woodland (-3). Jon Rahm, que jugó una partida divertidísima junto a Rory McIlroy (+1) y Rickie Fowler (-2), también está en la pelea al acabar con -1 (pero estuvo en -3), un resultado que le deja el sueño de conquistar el major en su primera aparición.

* Mira la clasificación del torneo aquí.

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