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BARCELONA 1992
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nos enseñasteis a competir

Los Juegos de Barcelona 92 rompieron moldes y cambiaron la percepción que teníamos en España sobre el deporte

Las jugadoras españolas celebran la conquista del Eurobasket 2017.
Las jugadoras españolas celebran la conquista del Eurobasket 2017.J. KLAMAR (AFP)

En las últimas fechas están siendo muchas las miradas, las reflexiones y los recuerdos que han aflorado con motivo del 25 aniversario de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, cruciales para el deporte y también para nuestro país, que vivió unido y con orgullo aquel acontecimiento.

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Todos nos esmeramos en rememorar ese verano donde, todavía sin internet y sin móviles, seguimos la impresionante inauguración y cada día de competición. Por aquel entonces mi afición al atletismo era enorme –lo sigue siendo-, aunque ya había aparcado mi sueño de ser campeona olímpica de los 1.500 metros. Pero la vida te compensa de formas extrañas y pude disfrutar de uno de los momentos más increíbles que ha dejado la historia del deporte español. Todos esprintamos junto al gran Fermín Cacho y seguimos con la mirada su cadena de oro volando de lado a lado en su cuello en busca de la medalla. Es algo que se me ha quedado grabado a fuego en la mente.

En 1992 llevaba tres añitos jugando al baloncesto y ya tenía mis ídolos. La mayoría formaba parte del ‘Dream Team’, pero había otro jugador que, literalmente, me quitaba el sueño: Drazen Petrovic. Me queda una pregunta que nunca tendrá respuesta y es qué habría pasado en esos Juegos de Barcelona si la antigua Yugoslavia hubiera jugado como un único equipo frente a EEUU.

Los Juegos de Barcelona 92 rompieron moldes y cambiaron la percepción que teníamos en España sobre el deporte. Todo empezó cuando se instauró el plan ADO en 1988 con el objetivo de brindar a los deportistas españoles de élite los medios y recursos necesarios para explotar su talento y lograr un buen resultado. Hasta Seúl 1988 (16 Juegos de verano y 12 de invierno) la suma de medallas era de 27, de las cuales sólo 6 eran de oro. A partir de 1992, los logros se han cuatriplicado en cuanto al número de medallas (123 en total con 39 de oro) en tan sólo 14 ediciones (hasta Río de Janeiro 2016 son 7 de verano y 7 de invierno). Además no olvidemos las numerosas medallas en campeonatos mundiales y europeos.

El 92 fue también el impulso definitivo para el deporte femenino, con el baloncesto como símbolo. Hasta entonces nunca habíamos estado en unos Juegos y en aquellos participamos como país anfitrión. El quinto puesto final fue de oro porque, quizás muchas jugadoras jóvenes ahora mismo no lo sepan, pero entonces estaban muy encima potencias como China, Brasil, la URSS (Equipo Unificado), que ganó el oro, y Estados Unidos, que desde entonces no ha vuelto a perder en unos Juegos.

Aquel quinto puesto de Barcelona 92 fue el primer escalón que nos permitió llegar el verano pasado a Río 2016 para encaramarnos al podio con la plata olímpica al cuello. Las cosas bien hechas llevan su tiempo y tanto en el baloncesto como en otras disciplinas femeninas está la prueba. En Londres ya se produjo la confirmación de que en España debíamos de dejar de tratar al deporte femenino como algo minoritario. Veinte años después de aquel 92, España ganaba 17 metales y 11 de ellos estaban colgados al cuello de nuestras féminas. La lectura es sencilla. La mujer sacó la cabeza en unos Juegos a los que sin duda llegamos lastrados por la crisis económica y los recortes que llegaron, y de qué manera, al deporte. Por desgracia el deporte femenino siempre ha tenido menos recursos así que se adaptó mucho mejor a esa crisis, a esa falta de recursos porque no tuvo que variar mucho sus pautas, sus rutinas y los resultados no se vieron tan afectados.

Al margen de los recursos, vitales para todas, es verdad que cada día hay más notoriedad y más repercusión. Se hace más caso a las chicas, pero no creo que sea el suficiente. Quizás en un deporte individual es más sencillo alcanzar esa notoriedad –aunque suele ser injustamente efímera-, pero si se logra un éxito pero en un deporte de equipo es más complicado. Para que se me entienda pongo un ejemplo. Cualquier jugador de la selección masculina de baloncesto es individualmente reconocido incluso por quien no sigue habitualmente las competiciones, pero encontrar una repercusión similar en la selección femenina es muy complicado y eso pese a que en los últimos cinco años van de exitazo en exitazo.

Todavía tenemos trecho por recorrer pero vamos por el buen camino gracias a aquella puerta que nos abrieron grandísimas deportistas como Miriam Blasco, Theresa Zabell, el equipo olímpico de hockey y muchas más. En aquel Barcelona 92 conocimos sus caras, supimos de sus historias personales y para muchas se convirtieron en un modelo a seguir independientemente de la modalidad deportiva y es que tener una referencia cercana y fijarte en ella ayuda a cumplir sueños. Gracias porque nos enseñasteis a ganar pero, sobre todo, a competir.

Aquello fue Barcelona 92. Un sueño que un país entero vio hecho realidad y que 25 años después seguimos recordando con mucho cariño porque sigue presente en nuestro deporte y porque para muchos supuso un cambio en nuestra vida. Al final va a ser que los españoles no somos tan desastre como muchas veces creemos ser, ¿no?

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