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Los tenistas critican la hierba de Wimbledon

El sol y las elevadas temperaturas de Londres castigan el césped de las pistas del All England Tennis Club. Muchos jugadores protestan porque la superficie resbala más y el juego se ralentiza demasiado

Alejandro Ciriza
Imagen de la pista 18 de Wimbledon, una de las más dañadas.
Imagen de la pista 18 de Wimbledon, una de las más dañadas.Shaun Botterill (Getty)

Primero fue una especie hormiga voladora que trajo de cabeza a los tenistas durante unas horas, cuando la plaga de insectos revoloteaba alrededor de ellos y les despistaba mientras estaban en la pista —“me he llevado algunos a casa”, bromeó la británica Johanna Konta—, y en los últimos dos días el motivo de la queja ha sido el césped de Wimbledon. Las elevadas temperaturas en Londres a lo largo de la primera semana de competición (unos 30 grados) y la incidencia directa del sol han hecho que la exquisita hierba del club pierda calidad, de modo que la superficie se ha rasurado en exceso y a los jugadores les cuesta conservar el equilibrio.

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“Está muy, muy mal, mucho peor que otros años”, manifestó el italiano Fabio Fognini después de caer el viernes contra Andy Murray. “Hay manchas en la pista, sobre todo atrás”, corrobora el número uno del circuito. “En algunas zonas ya no hay hierba, se nota en el color. La línea de fondo, donde corremos todo el rato, está resbaladiza. Ni siquiera es tierra, no sé bien como describirlo... He perdido, pero me alegro de no haberme lesionado”, expuso la francesa Kristina Mladenovic antes de ser eliminada en la pista 18, una de las pistas que más ha sufrido la inclemencia meteorológica.

“Este año parece que la hierba está un poco más delicada. Hay una ligera diferencia de calidad”, indicó ayer Novak Djokovic después de sellar su pase a los octavos con un triunfo ante Ernests Gulbis. “No está unida, está como muerta donde más estamos en los partidos, en la baseline. Cambia de color y esa parte puede ser resbaladiza”, expresó Roger Federer, que también cumplió y batió a Mischa Zverev. “Tengo la impresión de que en la tierra de Roland Garros se puede jugar más rápido”, ironizó el rastafari Dustin Brown, en referencia a que la sequedad del tapete ralentiza mucho el tenis.

La ausencia de lluvia y la intensidad del sol han dañado las pistas, especialmente aquellas que son más pequeñas y no tienen la protección de los muros con la que sí cuentan las principales. “Estamos lidiando con un calor extremo, que no suele aparecer todos los años”, defiende el jefe de los jardineros, Neil Stubley, que a su vez asegura que “el césped estará en buenas condiciones hasta el final del torneo. Nunca hemos estado en una situación que pudiera calificarse como peligrosa”. A la espera de que aparezcan las nubes y bajen las temperaturas, Stubley promete una dosis extra de agua en el regado.

La preparación, "exactamente la misma"

“Yo el año pasado no jugué aquí, pero hasta ahora no me he resbalado y creo que está en buen estado”, dice Rafael Nadal, a contracorriente. Mientras, desde el torneo se insiste en que se aplica el mismo procedimiento desde 1995. “La preparación de los pistas ha sido exactamente la misma, con el mismo estándar meticuloso de años anteriores. El césped es una superficie natural y es habitual que las líneas de fondo empiecen a mostrar señales de desgaste varios días después del comienzo”, explicó el torneo a través de un comunicado.

El complejo del All England Tennis Club de Wimbledon cuenta 18 pistas y 22 de entrenamiento, supervisadas meticulosamente de una edición a otra. El corte es de 8 milímetros y al comienzo de este torneo se filtraron entre las hebras del césped, en realidad por todos lados, las invasoras hormigas voladoras. Estas se fueron, pero los tenistas siguen sin estar del todo contentos. El verde, dicen, no es el verde de siempre.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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