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La esencia del Tour, en un retrato de ciclista sin bici

El excorredor Rolf Aldag dialoga con su retrato colgado en una exposición en Düsseldorf que celebra el mito del ciclismo

Carlos Arribas
Rolf Aldag, ante su retrato en Düsseldorf.
Rolf Aldag, ante su retrato en Düsseldorf.Tim Kölln

La esencia del ciclismo es la memoria. El Tour es, sobre todo memoria, y de ella nacen los mitos. Hay ciclistas, muchos, que cuando se les pregunta por su vida solo recuerdan aquello que han leído sobre ella, y que cuentan como propias anécdotas de su juventud que algún periodista se inventó en alguna crónica. Hay unos cuantos cuya memoria es visual. Bernard Hinault contaba el otro día que cuando recorre las etapas del Tour llevando en el coche a algún VIP al que le tiene que contar su vida, la simple visión de una carretera, de una subida, de una montaña, le llena la cabeza de recuerdos que de otra manera se veía incapaz de rememorar.

En Düsseldorf, al exciclista alemán Rolf Aldag le avivó la memoria una fotografía, un retrato, su retrato en blanco y negro, cabeza y tronco, tomado en un momento particular . “Estos retratos de Timm Kölln reflejan un momento muy honesto”, dice Aldag, corredor del Telekom en los años Zabel y Ullrich ante su imagen, tomada en la Vuelta un día de septiembre de 2005 nada más terminar la etapa de los Lagos. “Cuando me hizo la foto no podía entender el efecto que tendría ni tampoco por qué tenía que sacarla justamente nada más terminar la etapa, sin tiempo para quitarme el sudor ni el cansancio. Y en la foto no se ve nada más que mi cara y un fondo blanco, pero nada más verla me acuerdo de todo lo que pasó. Se había caído Erik Zabel y me tocó esperarle y subimos rezagados. Ya no había aficionados en las cunetas, y desde los prados nos miraban las vacas”.

La foto de Aldag es una de las varias de la serie The Peloton de Kölln, uno de los varios fotógrafos a los que reunido la exposición Mythos Tour de France el NRW Forum de la ciudad de la que el sábado parte el Tour. Un pasillo de la galería se ha transformado súbitamente en una columnata: las columnas son fotografías de cuatro metros de piernas de ciclistas, las piernas de Mauricio Soler, duras como troncos de olivos viejos, retorcidas, llenas de mataduras y cicatrices. Ellas soportan todo el peso del ciclismo; sobre ellas, sobre las de sus compañeros inmortalizados, se han construido los mitos. Hay fotos de Robert Capa y de sus compañeros de la Agencia Magnum en los Tours de los años 30 y 70 y 80.. Y se expone también el monumental Alpe d’Huez, de Andreas Gursky, un fotomontaje que transforma el famoso puerto de las 21 curvas en un laberinto imposible de Escher con ciclistas y todo. “Si se puede representar la realidad de alguna manera, solo puede ser reconstruyéndola”, ha dicho el fotógrafo alemán, de Düsseldorf como Bernd y Hilla Becher, los fotógrafos de los depósitos de agua e instalaciones industriales tomdas en blanco y negro con luz natural, de cuya escuela se reclama alumno.

“Más que un retrato, esa foto de Aldag, y las demás del pelotón, es ciclismo”, dice Kölln. “Mi ambición era captar la esencia del ciclismo, y sin bicicleta”. En el patio de la galería, los trabajadores terminan de montar el escenario para el concierto en el que Kraftwerk escenificará el sábado su Tour de France, el álbum tecnopop que demuestra que la memoria del ciclismo también es sonido, y su esencia.

 

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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