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Kilian Jornet: “Me llaman loco, pero cada uno vive su locura para sentir algo”

El corredor y alpinista catalán reflexiona sobre la montaña, su última expedición al Everest y sus planes de futuro

Kilian Jornet, en el Parque del Retiro, en Madrid.Vídeo: JAIME VILLANUEVA / CARLOS MARTÍNEZ, ÁLVARO DE LA RÚA
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Kilian Jornet (Sabadell, 1987) lee en español, catalán, inglés, francés e italiano. En el campo base del Everest, por su ebook pasaron Milan Kundera y Josep Pla. Después de subir dos veces a la cima del mundo en seis días, el ultramaratoniano y montañero reflexiona sobre su actividad.

Pregunta. ¿Cómo se siente en la ciudad?

Respuesta. No es mi medio, pero lo aguanto. No soy una persona muy social. Puedo estar semanas sin ver a nadie y soy feliz. La ciudad es tanta gente, tantas cosas que pasan a tanta velocidad... Eso no me hace sentir con la comodidad que siento cuando estoy en sitios menos poblados y más naturales. Estar solo es importante para asimilar las cosas, para ver quién eres. Cuando estás con muchas personas, estás hablando pero no miras dentro de ti. Hoy estamos bombardeados cada minuto con miles de informaciones.

P. ¿Y cómo se ve ese mundo desde la cima del Everest?

R. En la cima hay tan poco oxígeno que el cerebro lo pones en stand by. Solo uso las cosas que me ayuden a seguir con vida. Piensas dónde poner la mano o el pie para sobrevivir. Todo el resto, incluso las emociones, no vale. En la cima del Everest no hay excitación. Hay una satisfacción profunda, pero no hay emoción. Eso requiere energía y no la tienes. Solo te centras en el momento. Allí el futuro no existe.

P. ¿Sintió miedo?

R. Este año no. Las condiciones eran buenas y he hecho entreno psicológico para situaciones de compromiso. Antes podía haber tenido miedo, ahora he aprendido a aceptarlo. El año pasado sí hubo momentos difíciles. Más que miedo, es la tensión de intentar sobrevivir y cuando bajas la alegría de estar vivo y el sentimiento de “soy gilipollas por dónde me he metido”.

“Soy anarquista. La política no haría falta”

“No creo en la política”, explica Kilian. “Soy de ideología anarquista. Creo en la utopía de que en una sociedad perfecta no necesitaríamos de la política. Es mucho ego y hace corrompible a la sociedad”.

Jornet ha vivido 10 años en Francia y ahora en Noruega. ¿Cómo se ve desde fuera el indepentismo catalán? “Yo no soy independentista en el sentido nacionalista”, explica; “pero si miras la política española de los últimos años, ¿dónde vamos? Atrás en ecología, respeto... España es bastante ultraderecha. No se ha condenado al franquismo, no se ha juzgado la dictadura. Eso crea tensiones muy fuertes. No creo que sea un Estado autoritario, pero si la gente quiere votar y separarse, es que se hacen las cosas mal. Si prohíbes votar, es peor. Han de dejar elegir, eso es democracia. Hoy todo se extremiza. ¿Qué estamos haciendo en el mundo? Estamos creando odio. Da miedo”.

P. ¿Piensa en la muerte?

R. Sí. Es una actividad muy visual. Estás escalando y sabes que si haces un mal movimiento, estás muerto. Hay que dejar pasar estas visiones, no hacerte el héroe, ser humilde y no asumir más riesgos de los que puedes. Ser racional.

P. ¿Qué es la libertad?

R. Para mí la libertad es poder escoger. Es cerrar puertas también. En la montaña no hay siempre un camino marcado sino el que tú haces. Te equivocas, aciertas... La montaña es mi vida, el medio donde nací, jugaba de pequeño y he crecido. Es donde me siento bien.

P. ¿Se considera corredor de montaña o alpinista?

R. Yo me considero un ser humano. Nos gusta poner etiquetas y cada persona es un conjunto de ideas, valores, paradojas. Yo amo la montaña. Me gusta explorar. No me considero especialista en nada, sino que me gusta la polivalencia. Puedo estar escalando a 8.000 metros, corriendo una carrera de 160 kilómetros o haciendo esquí de montaña. Me llena hacer cosas distintas.

P. Hay un debate sobre lo que es alpinismo o no...

R. Hay un alpinista americano [Steve House] que dice: Talk minus action equals zero. Hay que dejar de hablar y hacer actividad. Si es alpinismo o correr, eso da igual. Hay que salir, explorar. Hay mucha gente que prefiere hablar a hacer actividad. Si miras lo que hace el escalador Alex Honnold [acaba de subir El Capitán, en Yosemite, sin cuerdas], es muy interesante. Yo no voy a hacer nunca eso porque me mataría, pero puedes coger ideas de su entrenamiento. Estando con Ueli Steck, aprendí un montón... No hay que pensar en la definición de alpinismo, sino que cada uno suba la montaña como quiera. Cogiendo ideas es como se progresa. Si no seguiríamos haciendo expediciones militares.

P. Le insultaron algunos guías de montaña, ¿no?

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R. Sí. Sobre todo hace 10 años, cuando me trasladé a Alpes, era más fuerte esa crítica que hoy. El deporte en sí es muy egocéntrico porque buscas tu emoción intrínseca. En el alpinismo además puedes encontrar la muerte. Es aún más egocéntrico porque puedes hacer sufrir a tu familia. Asumir ciertos riesgos hay gente que lo acepta y gente que no. Si me ven, piensan que me voy a matar. Pero yo veo dónde puedo llegar, lo tengo bajo control. Ver que alguien acepta un riesgo que tú no quieres aceptar, no lo entienden. Creen que puedo ser un mal ejemplo. Yo he pasado muchos días en la montaña. Soy capaz de subir al Mont Blanc con deportivas y con seguridad porque son muchos años, me conozco. Yo no me he puesto como ejemplo de nada. Voy solo y no pongo en riesgo a nadie. Unos tienen más conciencia de sus límites y otros no. Muchas veces me han llamado loco, pero cada uno ha de vivir su locura para sentir algo.

P. ¿Hay una montaña para cada persona?

R. Sí. Hay una montaña dentro de cada uno. Es un espejo. Te muestra tus temores y tus fortalezas, quién eres. Te ayuda a conocerte.

P. ¿Se aclimata bien a 8.000 metros?

R. Ha sido un aprendizaje. Este año la hemos clavado.

P. ¿En el Everest usó en algún momento cuerdas fijas?

R. No. En el segundo escalón hay tres escaleras. Las dos primeras se pueden contonar. La tercera, no. Esa la usé para subir y para bajar.

P. ¿Qué material usó?

R. Salí con un mono de plumas, una frontal, dos litros de agua, 10 geles y unas manoplas, y en el campo base avanzado cogí los crampones, piolet y bastones.

P. ¿Correr montañas o escalarlas? ¿Dónde está su futuro?

R. Por las dos cosas. El sábado pasado hice mi primera media maratón de asfalto, en Noruega. Con 1.700 metros de desnivel. El alpinismo, si quieres salir de abajo, te demanda las dos cosas. Si entrenas escalada, ganas explosividad, pero hay que tener también resistencia.

P. ¿No le interesan otras modalidades, como el olimpismo?

R. En escalada no tengo el nivel. Con lo que pesan mis piernas... Cuando empecé en el esquí de montaña, estaba muy ilusionado con ser olímpico. Luego ves lo que son los Juegos y te preguntas si quieres ser parte de eso. Hacemos unos Juegos pero se destroza la montaña. Los valores olímpicos se quedan de lado. Es más importante el deporte como lo entiendo yo, como un juego, aunque soy un picado y adoro competir.

P. ¿Cómo recuerda a Ueli Steck?

R. Tenía un nivel técnico brutal. Se movía con un gran compromiso y de forma natural, sin estrés. Tenía la visión del alpinismo del futuro, hacer montaña de una forma distinta que podía abrir muchas puertas.

P. ¿Y usted cómo es?

R. Tranquilo, optimista. Pongo la misma ilusión en cada cosa. No miro al pasado. No soy de celebrar cosas. No hay que celebrar nada, hay que vivir.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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