Zidane contra el vértigo
A dos partidos de ganar la Liga, el técnico olvida las rotaciones en Vigo e impregna el vestuario de su mantra contra la presión: “Nada de pensamientos negativos”
“Yo sé que esto se va a acabar algún día, pero ahora toca disfrutar. Cuando salgo del coche y llego cada mañana al vestuario, disfruto de todo lo que veo y hago. Esto no me lo va a quitar nadie”, explicaba este martes Zinedine Zidane en la víspera del partido decisivo —una de los tres que le quedan— que el Madrid jugará esta noche (21.00, Movistar Partidazo) en Balaídos contra el Celta. Lo dice Zidane con una sonrisa y con la cara feliz de un técnico que tiene 44 años y al que el banquillo del Madrid parece no haber desgastado como a todos sus predecesores. Él dice que la procesión va por dentro, pero no ha envejecido cinco años de golpe.
Con la serenidad y tranquilidad que transmite su entrenador, no parece que el Madrid crea que se le puedan torcer las cosas. Le quedan dos partidos para conseguir la Liga (necesita cuatro puntos de seis) y otro para aspirar a un doblete que el club no celebra desde 1958. “No hemos ganado nada, queda lo más complicado”, repite Zidane desde hace semanas. La misma serenidad que transmite de puertas afuera es la que ha transmitido de puertas adentro al vestuario. Ha vacunado a la plantilla contra los malos pensamientos, contra los recuerdos más negros de Tenerife, contra la presión de jugarse la temporada a todo o nada. Presión que el propio Luis Enrique intentó aumentar el domingo, tras la victoria del Barcelona en Las Palmas: “Al Madrid le quedan dos rivales contra los que nosotros perdimos”, dijo el técnico de los azulgrana.
El Madrid está a un paso del doblete, sí, pero también de quedarse sin nada. Esos son los fantasmas contra los que se ha empleado Zidane. El vestuario ha hecho suyo el mensaje del técnico. La consigna es: “No nos van a temblar las piernas, vamos a darlo todo”. Empezando por el partido de Balaídos de esta noche. “Da igual que sea aplazado o no, y el ambiente que se haya generado; va a durar lo mismo, 90 minutos”, dijo ayer Zidane. El gol de Messi en el clásico ha obligado al Madrid a hacer horas extra para conseguir una Liga que, como dijo el técnico francés, “está siendo interminable”.
El conjunto blanco necesita puntuar en Vigo si quiere disfrutar del lujo de depender de sí mismo el domingo en La Rosaleda contra el Málaga. Quiere Zidane conseguir esa ventaja que le darían los tres puntos contra el Celta y no tener que estar obligado a ganar el domingo para cantar el alirón. El técnico, que ha dosificado a sus estrellas y ha tirado de todos en lo que va de temporada, ha dado por terminadas las rotaciones. En Vigo jugará el once de las semifinales de la Champions, con Cristiano al frente. El portugués, que se había perdido todas las salidas desde Bilbao (no estuvo en Leganés, Gijón, A Coruña y Granada) para evitar sobrecarga de minutos —no solo de fútbol sino también de aviones—, llega en su mejor momento al tramo decisivo.
52 goles a domicilio
Lleva el Madrid cuatro victorias seguidas en la Liga desde la derrota en el clásico, lleva 21 puntos de 21 a domicilio desde la última derrota (Mestalla), lleva 62 partidos seguidos marcando y lleva 26 tantos en los últimos siete encuentros disputados fuera de casa (52 en total). ¿Siente el vértigo de estar al borde del triunfo o del fracaso?, le preguntaron ayer a Zidane. “No estoy al borde de nada. Quedan dos partidos y sólo pienso en positivo, siempre, pase lo que pase. Yo no me meto nada malo en la cabeza, simplemente dar el cien por cien de lo que tenemos, los jugadores y yo. No pienso en nada más que en cosas positivas”, contestó. Es su vacuna contra el vértigo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.